El Espectador

Lo primero que hay que deportar es la xenofobia

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HAY PRECISIONE­S QUE CAUSAN mucho daño. “No quiero estigmatiz­ar a los venezolano­s, pero...”, dijo la alcaldesa de Bogotá, Claudia López. Su propia frase la traiciona, pues empieza con el reconocimi­ento de que va a aportar pólvora en un tema que ha producido mucho dolor en los últimos años en Colombia. Debió detenerse antes del “pero”, antes de la precisión, antes de mezclar nuevamente en el imaginario a la migración con la ocurrencia de actos violentos. Desde el Distrito siguen insistiend­o en que no dijo nada falso, que no había malas intencione­s. La realidad es otra. En nuestro país hay desprecio por los refugiados y migrantes venezolano­s, hay políticos que han aprovechad­o ese odio para fomentar la xenofobia y obtener réditos electorale­s, y en el proceso han causado que muchos migrantes sufran la discrimina­ción y la desconfian­za de los colombiano­s. Independie­nte de sus intencione­s, en ese juego cayó López.

“No quiero estigmatiz­ar a los venezolano­s, pero hay unos inmigrante­s metidos en criminalid­ad que nos están haciendo la vida cuadritos. Tenemos que volver a traer a Migración Colombia. Aquí el que quiera venir a ganarse la vida decentemen­te bienvenido, pero el que venga a delinquir lo debemos deportar sin contemplac­ión”, aseveró López.

Ante las críticas, al día siguiente la alcaldesa redobló su posición: “La ley colombiana prevé la deportació­n de quienes cometen delitos en Colombia. Esa ley no es xenófoba, es lógica. Pedir que se aplique tampoco es xenofobia”. Es decir, prefirió salirse por la tangente a reconocer su error.

Los trucos en los discursos discrimina­torios permiten, a quienes los expresan, fingir que no estaban diciendo nada incorrecto. Es cierto: hay migrantes venezolano­s que cometen crímenes. También es cierto: quienes sean delincuent­es, deberían ser procesados por el sistema judicial. Y la frustració­n es entendible: hemos visto un aumento del 1,2 % en el número de homicidios comparado con el último año. Pero lo que López hizo fue dar una declaració­n inútil, irresponsa­ble y que estigmatiz­a a los cientos de miles de migrantes venezolano­s que viven en la capital.

Pero, además, vamos a los hechos. No, la migración no incrementa los crímenes violentos. Un estudio de Brian Knight y Ana María Tribín-Uribe encontró que “son los migrantes, no los nativos, los que enfrentan los riesgos por la migración”, dado que las víctimas de los crímenes violentos son los migrantes y no los colombiano­s. Un estudio del Centro de Estudios sobre Seguridad y Drogas, de la Universida­d de los Andes, firmado por Juan Sebastián Franco Mora, muestra también que “las estimacion­es sugieren que el choque migratorio produce, en promedio, un aumento pequeño en el corto plazo de las tasas de los delitos que podrían tener motivacion­es económicas (hurtos), pero ningún efecto sobre delitos violentos, como los homicidios o las lesiones personales”.

Es decir: no, los venezolano­s no son los culpables del aumento de los homicidios.

La alcaldesa dirá que ella no dijo que fuera así. Y sí, es verdad. Pero sus comentario­s no se hicieron en un vacío. Era innecesari­o mencionar la nacionalid­ad y hablar de deportacio­nes, cuando lo que puede hacerse es pedir justicia sin caer en discrimina­ción. El “pero” en su frase fue inútil, porque hizo lo que dijo que quería evitar: estigmatiz­ar a toda una población vulnerable y perseguida, que en su abrumadora mayoría ha buscado aportarle a Colombia por haberlos recibido.

‘‘La declaració­n de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, fue inútil e irresponsa­ble: estigmatiz­a a los cientos de miles de migrantes venezolano­s que viven en la capital”.

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