UN LIBERAL AUTÉNTICO
EL FALLECIDO EXCANDIDATO PRESIDENCIAL, quien murió a los 77 años, protagonizó la vida política del país durante 50 años.
El martes 15 de agosto de 1995 en el Congreso, en desarrollo de una agitada sesión política contra el gobierno Samper, desde el atril del Senado, el ministro del Interior, Horacio Serpa Uribe, emulando a Gaitán, encaró a sus opositores y con vibrato a bordo exclamó: “¿Que el presidente va a renunciar? ¡Mamola!”. Ese mismo día, en medio del escándalo del proceso 8.000, que tomaba dimensiones de terremoto político, fue capturado el ministro de Defensa, Fernando Botero. En el clímax de la pelea, el hombre que se la jugó por Samper y enfrentó el alud que se le vino encima fue el político santandereano.
Fue su jefe de debate en la candidatura presidencial y juntos empezaron a gobernar a Colombia con el sol a las espaldas, por el lío de los narcocasetes. Sin embargo, antes de que el devenir político los llevara al poder, Serpa Uribe ya había desarrollado una exitosa trayectoria de dirigente regional en su departamento. Nacido en Bucaramanga en 1943, abogado de la Universidad del Atlántico, primero ejerció como juez en algunos municipios de Santander, pero en 1979 lo encargaron de la Alcaldía de Barrancabermeja y dejó el camino de los juzgados por el ejercicio político. Al año siguiente fue electo concejal del puerto petrolero y, junto a otros dirigentes, constituyó su propia plataforma política.
El Frente de Izquierda Liberal Auténtico (FILA), que junto a Aristides Andrade, Mario Olarte y Rafael Fernández, entre otros, no solo hizo historia en Barrancabermeja, sino que entró a disputarles curules a los barones electorales de Santander. En 1974, se asomó como suplente del representante a la Cámara Rogerio Ayala y, cuatro años después, Serpa ganó su curul para el mismo cuatrienio en el que se desarrolló el tristemente recordado Estatuto de Seguridad de Julio César Turbay.
En 1982, ya era un dirigente reconocido y el presidente Belisario Betancur lo sumó a su comisión de paz. Con el aval del gobierno, Serpa recorrió aldeas perdidas de la geografía santandereana buscando de qué manera el comandante del frente 20 de las Farc, que se mantenía a reacio a la tregua, aceptaba acogerla. Sus detractores políticos no le perdonaron esa convicción por la paz y, por mucho tiempo, utilizaron fotografías de su encuentro para estigmatizar su accionar político.
No obstante, los seguidores del FILA mantuvieron su unión y en 1986 lograron que Serpa llegara al Senado y Aristides Andrade a la Cámara. En 1988, tras el asesinato del procurador Carlos Mauro Hoyos a manos de Los Extraditables de Pablo Escobar, el presidente Virgilio Barco convenció a Serpa de asumir el Ministerio Público.
Después de la violenta campaña presidencial de 1990, Serpa volvió al Senado. Cuando se abrió camino la Asamblea Constituyente, encabezó la lista oficial del Partido Liberal y, junto a Antonio Navarro Wolff y Álvaro Gómez Hurtado, presidió la Asamblea que redactó la carta política de 1991.
De cara a los comicios electorales de 1994, fue jefe de debate de Samper y, tras su victoria, ministro. Se volvió guardián del primer mandatario ante la arremetida de la oposición para forzarlo a renunciar. Entonces no solo enfrentó opositores en el Congreso, sino también a Estados Unidos.
En marzo de 1996, luego de que el exministro Fernando Botero se fuera lanza en ristre contra Samper, a quien señaló de saber del ingreso de dineros del narcotráfico a su campaña política, la Fiscalía lo sumó a la redada del 8.000. Al final fue absuelto por la Cámara, lo mismo que Samper, en junio de 1996.
El 28 de mayo de 1997, renunció al Ministerio del Interior para lanzarse a la Presidencia. Fue una campaña sacudida por la violencia. El paramilitarismo y las Farc habían alcanzado grados de agresión a la población nunca vistos, y el énfasis se centró en la posibilidad de entablar una negociación de paz.
El domingo 31 de mayo de 1998, Serpa logró derrotar en primera vuelta a su contendor Andrés Pastrana. Pero dos semanas después, se produjo el hecho que selló su suerte. Pastrana publicó fotografías de un encuentro sostenido con el máximo líder de las Farc, Manuel Marulanda Vélez, que dejaron ver el testimonio de compromiso de la guerrilla para iniciar diálogos de paz si el ganador era Pastrana. El 21 de junio de 1998, este derrotó por medio millón de votos a Serpa y ese mismo día comenzó la historia del accidentado proceso de paz en una zona de distensión.
En 2002, a última hora, como ocurrió en 1998, significativos líderes del liberalismo y de sectores afines abandonaron la campaña de Serpa y se sumaron a la empresa electoral de Álvaro Uribe, quien terminó ganando.
Entre 2002 y 2004 Serpa estuvo en la Embajada de Colombia en la OEA, pero cuando el uribismo sacó a relucir su as de cambiar la Constitución para asegurar la reelección presidencial, regresó al país y ambientó su tercera campaña política. Aunque derrotó a sus copartidarios Rafael Pardo, Rodrigo Rivera y Andrés González en el juego de las precandidaturas, al final Uribe resultó electo en 2006. De inmediato, pasó la página y, dos años después, ganó la Gobernación de Santander.
Como en los tiempos del FILA, sus paisanos lo respaldaron y gobernó hasta 2012. Entonces, decidió medírsele a una nueva contienda, esta vez para regresar al Congreso. Salió electo senador para el cuatrienio 2014-2018, en el que vio cómo se cumplía uno de sus sueños de colombiano: la firma del proceso de paz entre el Estado y las Farc tras los diálogos de paz en La Habana.
Concluida su gestión parlamentaria dio un paso al costado. En su reemplazo, fue elegido su hijo Horacio José Serpa. Él regresó a su terruño, se recogió en su vida familiar y hasta este 31 de octubre de 2020 combatió a un cáncer que finalmente impuso su ley. Se ha ido un liberal a carta cabal, un santandereano que nunca cedió a la tentación de armar disidencias oportunistas. Que, como todos, acertó y también se equivocó, pero que supo jugar limpio en el escenario de la política y dio de qué hablar durante cinco décadas de lucha permanente por un ideario que defendió hasta su muerte.