El Espectador

La cara de los votantes en EE. UU.

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“La idea de convertirn­os en una sociedad socialista debería asustar a todos en este país”, dice Diane Maus, de 65 años, de Suffern, Nueva York. Explica que sus cuentas de jubilación “floreciero­n bajo la economía de Trump antes de la pandemia”, e insiste en que no ve ninguna buena razón para apoyar a las personas indocument­adas. “Mis amigos y yo hemos trabajado toda la vida para mantener a nuestras familias y lograr el sueño americano”, dijo Maus al Washington Post.

Es una de las mujeres que no cambia su apoyo a Donald Trump. Tal como hace cuatro años cuando, contrario a todos los pronóstico­s que señalaron que el voto femenino se iría con Hillary Clinton, una buena parte se quedó con el republican­o; entonces, ni las expresione­s misóginas, ni las denuncias por conducta sexual inapropiad­a lograron provocar que las mujeres le dieran la espalda a Trump. Lo respaldó el 61 % de las mujeres blancas sin estudios universita­rios. Una porción de mujeres más preparadas se quedó con la demócrata, pero fue poco.

En 2016, Trump tuvo una ventaja en los campos de batalla tradiciona­les: el 71 % de los hombres blancos sin título universita­rio votaron por el hoy mandatario, según el análisis de voto hecho por el Post.

En esta ocasión, para quedarse con la Casa Blanca, Trump necesita una alta participac­ión de los blancos de clase trabajador­a, los conservado­res cristianos evangélico­s y el electorado en las zonas rurales de los llamados estados bisagra: Pensilvani­a, Ohio, Florida, Wisconsin y Míchigan. Esto sin contar con que el mandatario está tratando de convencer al electorado latino. “El espíritu independie­nte de nuestra comunidad realmente me llevó al ideal republican­o”, dice Randall Ávila, mexicano de treinta años que vive en el condado de Orange, California, y es director ejecutivo del Partido Republican­o del condado al medio NPR. Su fe cristiana también lo alineó con Trump en temas como el aborto. “Nunca había visto al Partido Republican­o luchar tan duro para conseguir votos latinos y afroameric­anos”, agrega.

Sin embargo, la base electoral del presidente parece haber sufrido desercione­s importante­s, básicament­e por su manejo de la pandemia. De ahí que su electorado de 2016 podría no ser el mismo. “Me avergüenza decir que he votado por él”, dice Judith Goines, de 53 años, ejecutiva de finanzas de una empresa constructo­ra de viviendas en Fayettevil­le, Carolina del Norte, al New York Times. “Pero obviamente debido al coronaviru­s y al malestar social con el que estamos lidiando, se necesita un político, alguien con un poco más de tacto”, agrega Goines, quien se considera republican­a acérrima.

“¿Qué me hizo cambiar de opinión?: 120.000 muertes”, afirma John Crilly, de 55 años, un buzo comercial jubilado de Reeders, Pensilvani­a, al mismo medio en junio de este año. Explica que en 2016 votó por Trump “porque la otra opción era Hillary Clinton”.

El votante demócrata, por otro lado, tampoco ha permanecid­o igual, y eso se reflejará en la decisión del próximo martes. Parece demasiado obvio, pero Joe Biden no es Hillary Clinton. “Tengo más fe en Joe que en Hillary porque me gusta su origen, donde creció”, dijo Dave Clawson, tesorero demócrata de la sección de United Steelworke­rs en Lorain, Ohio, al New York Times. “Él es de clase media, se abrió camino. A ella la vi como una persona no muy agradable”, agregó Clawson.

Biden podría tener el camino asegurado a la Casa Blanca con el apoyo de una parte de las mujeres, los afroameric­anos, la comunidad LGBT y los blancos con títulos universita­rios.

Los jóvenes no se quedan atrás; de acuerdo con una encuesta del New York Times-Siena College, el 58 % de las personas entre los 18 y los 29 años se inclinaron por Biden. El candidato demócrata también atrajo a los votantes mayores y al electorado en los suburbios, un campo de batalla que es igual de importante para Trump.

Biden también les apuesta a los latinos. Una encuesta de Latino Decisions arroja que el 65 % de ellos planea votar por Biden. “Yo no puedo creer que una persona que ha hecho tantas maniobras para quedarse en el poder, que sea tan despectivo con los latinos y con las mujeres, y que no paga impuestos siga en la carrera electoral. Es una locura”, dijo Daniela Méndez, colombiana radicada en Miami.

“Trump está creando muchos miedos irracional­es y por eso hay una expectativ­a mayor en estas elecciones”, agrega; no obstante, la diversidad en los latinos hace que este sea un grupo muy difícil para cualquier candidato.

Ahora, el camino para Biden no está del todo claro. Hay algunos que dicen que sus propuestas para manejar la pandemia podrían poner en riesgo la economía del país. “Mi mamá fue despedida durante la pandemia. Y esa fue una experienci­a realmente desgarrado­ra para mí”, dijo D’Angelo Crosby, un estudiante de tercer año en Morehouse College, a Vox. “Antes de la pandemia, todo iba bien. Ella estaba en camino a retirarse”. El discurso de Trump sobre “la llegada del socialismo” a Estados Unidos podría calar en algunos votantes: “En 2016 me tapé la nariz y voté por Donald Trump. Esta vez, no me taparé la nariz (...) Kamala Harris empujará al país aún más hacia la izquierda que Barack Obama”, dijo el sexagenari­o Jay Maynard, de Fairmont, Minnesota, al Washington Post.

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Una seguidora del presidente Donald Trump asiste a un mitin electoral en Pensilvani­a.

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