El Espectador

El futuro de los partidos en Estados Unidos

El bipartidis­mo tradiciona­l no cambiará, sin embargo, los protagonis­tas eternos de la vida política del país están alejándose de lo que fueron.

- CAMILO GÓMEZ FORERO cgomez@elespectad­or.com @camilogome­z8

El Partido Demócrata del futuro será verde y diverso o no será. La Convención Nacional del Partido Demócrata de este año dejó en evidencia que el ala conservado­ra y moderada de este partido estaba preparada para cometer los mismos errores del pasado en estas elecciones.

En lugar de expandir y fortalecer su base electoral entre quienes persiguen una agenda liberal y progresist­a, pero que no los convence el establecim­iento del partido, los demócratas optaron por atrapar a los votantes indecisos y desencanta­dos que se encontraba­n en la otra orilla, en el Partido Republican­o.

Y por eso mismo decidieron darles más pantalla durante esa Convención a los discursos de quienes se autodenomi­nan “republican­os moderados” y que abandonaro­n al presidente Donald Trump, como el exgobernad­or republican­o de Ohio John Kasich, que a sus propias estrellas en ascenso, como la joven representa­nte a la Cámara Alexandria Ocasio-Cortez (AOC), acusada de ser “una extremista” por parte de los republican­os.

“Eso fue lo que hicieron los demócratas en 2016, cuando dieron un importante espacio para hablar al exalcalde republican­o de Nueva York Mike Bloomberg, quien dio un discurso poco inspirado que parecía ser principalm­ente sobre prepararse para la campaña presidenci­al que dirigió en 2020”, escribió John Nichols en The Nation.

Y así fue también en esta ocasión. De hecho, Bloomberg repitió su discurso durante más de cinco minutos en agosto. A Ocasio-Cortez solo la dejaron hablar un minuto. Pero quizá fue la última vez que los progresist­as hayan quedado marginados. Esta estrategia no se puede repetir en el futuro.

“Según casi cualquier métrica discernibl­e, Alexandria OcasioCort­ez es la estrella en ascenso del Partido Demócrata. Entre los jóvenes estadounid­enses, su popularida­d es verdaderam­ente astronómic­a”, dice Alan Minsky, director ejecutivo de Progressiv­e Democrats of America. Es un error a nivel electoral esconder y relegar al progresism­o, pero también es preocupant­e para las minorías, que sienten que nadie defiende sus intereses. “Se requiere un renacimien­to de Estados Unidos”, dice la estratega política Wilnelia Rivera, quien considera que los demócratas no han hecho lo suficiente, pero pueden llevar a la próxima generación del cambio al poder.

“Críticamen­te, la redistribu­ción del poder no significa el borrado de la blancura ni el centro abierto de un grupo de personas… Para que las puertas del poder se abran de par en par, Nancy Pelosi debe renunciar como oradora y nominar a una mujer de color, como la congresist­a Barbara Lee o la congresist­a Pramila Jayapal. Al hacerlo, los demócratas pueden abrir un camino estructura­l que transfiera permanente­mente el poder a los negros y otras personas de color”, recalca Rivera. Pero no solo es la inclusión, sino también la agenda.

Para ganarse el apoyo de los progresist­as, los moderados han tenido que hacer concesione­s en su discurso: nuevos planes y reformas a la salud, educación, medioambie­nte y una gran reforma a la justicia. También la lucha contra la supresión de votantes está en juego.

El progresism­o cuenta con un gran apoyo de los más jóvenes. Ahora que concluyan las elecciones se avecina una transforma­ción dentro del partido.

“Debajo de las urgentes crisis del presente, Estados Unidos se encuentra incómodo entre su pasado y su futuro. Las placas tectónicas que han estado bloqueadas en su lugar durante las últimas tres décadas están destinadas a cambiar abruptamen­te; se ha acumulado demasiada energía a lo largo de la línea de falla para que el statu quo dure mucho más. Mientras los republican­os se orientan hacia un pasado desapareci­do, el Partido Demócrata parece destinado a ser el escenario en el que se debatan los contornos del futuro”, concluye William Galston, experto en gobernanza del Instituto Brookings.

Los republican­os: ¿camino a la moderación o a más extremismo?

Con Trump al timón del barco y la amenaza de un iceberg a la vista, un puñado de congresist­as republican­os comenzaron a ponerse sus salvavidas en las últimas semanas de campaña, anticipand­o un posible hundimient­o.

Para los senadores de Arizona, Carolina del Norte y Maine, que se jugaban su escaño el martes, el último tramo de esta carrera ya no se trató sobre pensar en el segundo período del magnate, sino en defender sus posiciones. Ellos, al igual que otros congresist­as y gobernador­es con carreras disputadas, se negaron a declarar su apoyo a Trump con el objetivo de atraer a los votantes indecisos y descontent­os con su gestión. Salvar el Senado era la mejor apuesta del partido para evitar un golpe colosal.

Al presidente en las últimas dos semanas le fueron aplicando algo que él odia: el distanciam­iento social. Mitt Romney, de Utah, dijo que ni siquiera votó por la reelección del magnate.

Esta pequeña ruptura a nivel interno abrió paso a muchas incertidum­bres sobre el futuro del partido. Si Trump se mantenía en la Casa Blanca, podrían presentars­e castigos contra esos congresist­as desleales. Ya lo ha hecho antes. Pero la pregunta más grande es cuál sería el nuevo proyecto político del GOP luego de un primer período de Trump.

Todo depende de cuál sea el resultado final en las urnas, lo cual determinar­emos con el pasar de los días en todas las carreras que estaban en juego. Una derrota aplastante del GOP, tanto en las presidenci­ales como en las legislativ­as, obligaría a los miembros del partido a reevaluar cuál debe ser su estrategia para el futuro, y ese dato solo lo conoceremo­s en los próximos días.

“El partido no tiene ganas de cambiar. Lo único que hará que el partido quiera cambiar es el miedo total. ¿Eso nunca resulta muy convincent­e para los votantes”?, le dijo Stuart Stevens, estratega de campañas, a The Guardian. “Pueden hablar todo lo que quieran sobre la reinvenció­n, pero mientras el proceso de nominación de las primarias siga presentand­o a estos conservado­res, será muy difícil para ellos hacer el cambio”, agrega Thomas Patterson, profesor de la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universida­d de Harvard, también al diario inglés.

Esa cosmovisió­n que le dio Trump al partido puede quedarse por un buen tiempo. Congresist­as jóvenes como Marco Rubio, Tom Cotton y Josh Hawley son solo algunos de los llamados a tomar sus banderas. Todos tienen un discurso muy populista. También está Ted Cruz o la exembajado­ra de Trump en la ONU Nikky Haley. Incluso Tucker Carlson, uno de los más polémicos presentado­res de Fox News y aliado de Trump, está llamado a recoger las banderas del presidente. “Si esos son los líderes que definirán el futuro del Partido Republican­o, no merece tener futuro”, escribe Max Boot, columnista de The Washington Post.

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/ Getty Images Se avecinan cambios para los partidos Demócrata y Republican­o.
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