Código, en discusión
Tanto la oposición como los partidos afines al Gobierno han presentado objeciones a esta propuesta, uno de los ejes del proyecto. Expertos dicen que la tecnología no siempre es la solución.
El voto electrónico y remoto ha sido el punto de discordia en el inicio de la discusión del proyecto del nuevo Código Electoral. Oposición y bancada de gobierno advierten de riesgos de fraude y altos costos económicos. Expertos señalan que la tecnología no siempre es la solución.
El Congreso de la República inició esta semana la discusión de una de las reformas más profundas al sistema electoral de las últimas décadas. Son más de 268 artículos que entran a cambiar desde la estructura de la Registraduría y las modalidades de votación, hasta la cedulación en el país. Y, como era de esperarse, las controversias han sido muchas en las sesiones conjuntas de las comisiones primeras de Senado y Cámara, en las que se han tenido jornadas de más de 10 horas, aunque no se ha adelantado mucho en la aprobación del articulado. Y es que una importante porción de los temas que contiene la iniciativa han generado posiciones encontradas y molestias.
Sin embargo, hay un punto en cuestión que es el más controvertido y que, curiosamente, ha llegado a unir en sus planteamientos a senadores y representantes de la oposición y de la bancada de Gobierno. Se trata de las modalidades de votación. Además del típico voto manual con una papeleta, usado por Colombia desde hace más de un siglo, el proyecto plantea incluir cuatro nuevas categorías: el voto electrónico mixto (votar en una máquina y que haya un comprobante en físico), el voto anticipado, el voto electrónico remoto (por internet) y el voto anticipado electrónico remoto.
Varios sectores consideran que los modos en los que se incluyen las tecnologías podrían sembrar más dudas a un sistema que ha sido señalado cada jornada electoral de darle cabida al fraude. La oposición prendió las alarmas y radicó varias observaciones, pues en palabras de la representante Ángela María Robledo,
“hay una fiesta tecnológica con la que quieren animar el Código Electoral”. Para ella, hay muchas dudas frente al voto electrónico y ni siquiera se ha clarificado la gradualidad con que se aplicaría, ya que según el articulado, para 2022 se deberían tener los primeros puestos de voto electrónico en el país y para 2026 tener listo el voto remoto para los colombianos residentes en el exterior.
Robledo también llamó la atención sobre los costos que tendría que afrontar el Estado en plena recuperación de la pandemia para hacerse con el nuevo sistema y que posiblemente dejarían al aparato electoral colombiano dependiendo de un solo proveedor de tecnología: “Con un compromiso económico tan significativo, nos parece un riesgo enorme y no estamos preparados. Sería un nuevo factor de incertidumbre”. A su vez, el senador Rodrigo Lara, de Cambio Radical, fue otro de los que mostraron sus reparos por el tema económico: “Me parece que es costoso y no es propicio el momento. ¿Cuál es el afán para las próximas elecciones? ¿Cómo el país se va a gastar un billón de pesos comprando unas máquinas dudosas?”.
Lara también habló de la posibilidad de que estas máquinas sean alteradas para arrojar otros resultados y para eso usó el ejemplo del régimen de Nicolás Maduro: “El problema es que cuando están conectadas, pueden ser susceptibles de manipulaciones como en Venezuela. Estas máquinas son blanco de leves modificaciones, pero que resultan importantes”, dijo. Asimismo, criticó el posible voto remoto por internet, “que puede ser la puerta de un gran fraude”, ya que no hay claridad sobre el censo de colombianos en el extranjero.
Desde el Centro Democrático se formularon objeciones a la reforma, impulsada por la Registraduría
con el apoyo del Gobierno. En la sesión del martes, la senadora Paloma Valencia habló del caso venezolano para oponerse a un sistema de voto mixto: “El voto electrónico y remoto por internet es bastante riesgoso y genera dudas frente a los próximos comicios”, señaló la congresista, quien cuestionó la forma de verificación: “¿Quién va a poder revisar el software? No se tiene la capacidad de comprobar que va a funcionar de manera adecuada. Vamos a quedar en manos de técnicos, y no vamos a tener certeza de que estén haciéndolo de forma correcta”.
Los reparos también vinieron de organizaciones especializadas, tales como Karisma. En diálogo con El Espectador, Lucía Camacho, investigadora de dicha organización, aseguró que históricamente “el uso de tecnología ha implicado riesgos, porque ponen en jaque principios como el secreto del voto, la integridad de la voluntad popular y la transparencia y control ciudadano”. Específicamente, sobre el sistema mixto que busca implantarse en el país, Camacho indicó que la autenticación biométrica en la misma máquina en la que se expide el voto puede poner en riesgo el secreto del votante. Además, advirtió que la auditoría y verificación del sistema sería muy limitada, porque tendría que hacerlo un sector especializado.
Por otro lado, Alejandra Barrios, directora de la Misión de Observación Electoral (MOE), recalcó que todo se trata de la confianza y actualmente los sistemas de voto electrónico no han dado esas garantías. En esta línea, dijo que es un error tomar una decisión tan importante sin hacer una consulta a los distintos actores del sistema democrático sobre el sistema a elegir. Barrios reconoció que el papel no ha sido la panacea en el sistema electoral colombiano para evitar posibles fraudes, pero que el sistema electrónico podría traer graves problemas para la veeduría, pues “los partidos no están preparados” y las auditorías serían bastante costosas y pocos podrían realizarlas.
Otro de los puntos del que hablaron las expertas fue el voto remoto y anticipado por internet. Según Camacho, se desconoce que hay cerca de 20 millones de colombianos que están desconectados y esa brecha no se ha podido cerrar. En este punto, la directora de la MOE advirtió que un voto por la red no estaría listo en al menos 15 años, pues se debe garantizar el secreto del voto y actualmente los sistemas de seguridad, principalmente bancarios, están enfocados en revelar la identidad de la persona que los use. “Ponerlo a una opción a futuro es interesante, pero ponerlo como una meta en el tiempo nos puede llevar a un proceso electoral problemático”, agregó.
Desde 2004, Colombia ha intentado tener el voto electrónico, incluso en 2011 se estableció en una reforma electoral que para las elecciones de 2014 ya debía estar funcionando. Sin embargo, no ha sido posible su implementación. Es más, a pesar de apoyarse en ejemplos internacionales para justificar esta empresa, en el mundo se han presentado varios casos de países que avanzaron hacia la tecnificación de sus urnas, pero al final se echaron para atrás. Están los casos de Alemania y Holanda, pioneros en el sistema, pero por razones de seguridad volvieron al papel y las urnas. Un caso similar fue el de Paraguay. Todo este panorama y los antecedentes democráticos en Colombia apuntan a una misma pregunta: ¿Qué tan viable y seguro es el voto electrónico en el país?
‘‘Me parece que es costoso y no es propicio el momento. ¿Cuál es el afán? ¿Cómo el país se va a gastar un billón de pesos comprando unas máquinas dudosas?”. Rodrigo Lara, senador Cambio Radical