Bogotá puede reiniciarse en la recuperación urbana
ESTE AÑO, LA HUMANIDAD NO SOLO se encontró con un planeta en emergencia climática, crisis latente que ya se venía sintiendo, sino con un desafío no imaginado: una pandemia que nos permitió ver la vulnerabilidad de las ciudades y del sistema en el que vivimos, y nos obligó a cambiar nuestro estilo de vida para priorizar la salud.
Durante el confinamiento pudimos identificar con mayor claridad las deficiencias de las ciudades. De hecho, la ONU estableció que el 90 % de los casos de COVID-19 se han registrado en zonas urbanas. No es sorprendente, considerando la densidad de las ciudades, la mala calidad del aire y las desigualdades sociales. Las cifras son abrumadoras: el 55 % de la población mundial vive en ciudades y se espera que este número aumente al 68 % para 2050. Este dato es aún más preocupante sabiendo que el 70 % de las emisiones globales se originan en los centros urbanos.
En Colombia, el 77 % de las personas viven en áreas urbanas. Bogotá es la ciudad más poblada, con casi ocho millones de habitantes, siendo la segunda capital más vulnerable del país en términos de cambio climático.
Sin embargo, hoy nos podemos dar la oportunidad de reflexionar sobre nuestras ciudades y su futuro. En julio, el programa ambiental de la ONU publicó un informe sobre el COVID-19 en los centros urbanos, y una de las conclusiones determina que así como las ciudades están en la primera línea de impacto, también lo están ante la solución. Las crisis a menudo promueven iniciativas ciudadanas con el poder de aportar valor e innovación social. La pandemia trajo nuevos modos de sociabilidad y solidaridad que están allanando el camino para lo que debería convertirse en la norma del nuevo futuro: ciudades que se reinician, donde se implementan medidas efectivas para mitigar el cambio climático y aumentar la resiliencia de quienes las habitamos.
Así como los líderes y autoridades tienen en el mundo la oportunidad de dirigir los esfuerzos contra esta y las próximas crisis, los concejales en Bogotá tienen la oportunidad de ser pioneros y reiniciar una ciudad más verde y sustentable, y convertir a Bogotá en un centro urbano resiliente a la emergencia climática, la pandemia y las desigualdades.
Esto implica que la ciudad tenga una movilidad sustentable, para disminuir la emisión de gases contaminantes provenientes de carros y camiones, así como la implementación de nuevos espacios verdes que ayuden a regular el clima, brindar aire y asegurar la diversidad de plantas y animales. En este contexto, los concejales tienen en sus manos la posibilidad de declarar la emergencia climática en esta ciudad, contando con herramientas que les permitan saldar las deudas históricas que tienen con sus habitantes, como el cumplimiento del fallo del Consejo de Estado de 2013 sobre los cerros orientales.
Asimismo, se puede trabajar hacia la soberanía alimentaria, para apoyar modelos agrícolas más sustentables que permitan reducir la huella ambiental, la degradación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad.
Los impactos del COVID-19 cambiaron drásticamente la vida de todo el mundo, sobre todo en las urbes, lo que nos permite pensar en las ciudades no solo como centros económicos y políticos, sino como lugares donde se deben abordar los desafíos de urbanización y sostenibilidad. Además, está demostrado que no solo es un buen negocio para las personas y el clima, sino también una oportunidad económica para la recuperación pos-COVID: según el Banco Europeo de Inversiones, las ciudades son donde el gasto en acción climática tendrá el mayor impacto. Hacer que las ciudades estén más conectadas y coordinadas en torno a políticas ecológicas podría generar ahorros económicos de hasta US$17 billones para 2050.
Bogotá puede reiniciarse en la recuperación urbana global: hacia ciudades sostenibles. El momento de exigir un cambio es ahora.