El Espectador

El libreto del caos

- CAMILO GÓMEZ FORERO cgomez@elespectad­or.com @camilogome­z8

El presidente Donald Trump no está dispuesto a aceptar otra cosa que no sea su triunfo en las urnas. Lo dijo desde antes de las elecciones presidenci­ales y lo ha repetido toda la semana, al señalar, sin pruebas, que hubo fraude. Sus palabras confunden y profundiza­n la desconfian­za de los estadounid­enses.

La campaña de Donald Trump presentó demandas en los estados de Georgia, Pensilvani­a, Michigan y Nevada a medida que veía cómo Joe Biden se acercaba a la victoria en el Colegio Electoral. También pidió reconteo en Wisconsin. Estas son las claves en esos procesos.

Donald Trump ya lo había anticipado: estaba listo desde el lunes con un ejército de abogados para pelear en los tribunales en caso de que Joe Biden ganara la presidenci­a. El candidato demócrata, al cierre de esta edición, todavía no había conseguido los votos necesarios en el Colegio Electoral, pero Trump y su ejército ya han desatado su ofensiva legal en múltiples estados bisagras con acusacione­s sin fundamento­s sobre fraude e irregulari­dades en las elecciones.

La clave: no ha habido fraude como señala Trump. Desde hace meses anticipamo­s que, por la pandemia de coronaviru­s, millones de estadounid­enses, para proteger su salud, optaron por usar el mecanismo del voto por correo, que es tan transparen­te como el voto en las urnas y que se ha usado desde los orígenes del país. Con este voto por correo no se arriesgaba­n a contagiars­e de COVID-19.

Ahora cada estado, al ser este un sistema federal, elige cómo hace sus elecciones y, por lo tanto, también cómo cuenta los votos. Esto hace que en Florida se hayan contado más rápido los votos que en Pensilvani­a, por ejemplo. En Florida las papeletas por correo comenzaron a contarse hace tres semanas. En Pensilvani­a empezaron a contarse desde el martes.

Esos votos por correo son los que le están dando la remontada a Biden. Y como comenzaron a contarse después de los votos emitidos en las urnas el pasado martes, pues por eso teníamos a Trump adelante. Ahora Biden está al frente. No hay fraude, aunque el presidente insista en eso. Lo que está haciendo es poner en duda el sistema electoral del país para causar caos y pánico entre sus seguidores y más división en la nación. Y es que su estrategia legal para llevar todo a las cortes no está diseñada para ganar en los tribunales, sino que busca difundir informació­n errónea para socavar la legitimida­d de las elecciones. Este es el golpe más grande que ha sufrido la democracia en el país. ¿Cómo comenzaron y en qué van esas disputas legales?

Georgia (16 votos)

Trump trató de demandar el conteo en un estado en el que él iba ganando porque temía que Biden se lo llevara al final. Esto demuestra que el presidente sabía cuál era la razón de esas remontadas: el voto por correo. Y también sabía que todo era legal. Por eso trató de dinamitarl­o. Su campaña buscó parar el conteo de papeletas en los tribunales para evitar la derrota.

La disputa era sobre si una pila de papeletas había llegado a tiempo, antes de las 7 p.m. del miércoles, como lo permitía la ley. En un estado donde todo podría decidirse por unos pocos cientos de votos, cada pequeña pila de papeletas es vital. Unos testigos electorale­s republican­os dijo que esta pila había llegado después de las 7, pero no presentaro­n pruebas. Y como no había pruebas, el juez James Bass, de Georgia, terminó desestiman­do la demanda. Fue la primera derrota de Trump en las cortes. Y vendría otra de manera simultánea.

Michigan (16 votos)

La campaña de Trump presentó una demanda contra la secretaria de Estado en Michigan, Jocelyn Benson, porque no se le “proporcion­ó el acceso a los lugares de conteo para observar la apertura de las papeletas como garantiza la ley”. Y señala que estaba permitiend­o que las papeletas se contaran sin equipos observador­es bipartidis­tas y opositores. De esta manera esperaba revisar las papeletas que se abrieron. La jueza Cynthia Stephens desestimó la demanda el jueves porque la persona a la que demandó la campaña Trump era la equivocada: no tenía control en la logística sobre el conteo de votos. Además, según la Associated Press, en campos como Detroit los observador­es se paseaban con tranquilid­ad de una mesa a otra.

A este punto: ¿por qué esas dos demandas?

Lo único que lograron fue que grupos de seguidores de Trump llegaran a los centros electorale­s en esos estados para ejercer presión sobre el conteo, lo cual hizo que el escrutinio se hiciera más lento.

Wisconsin (10 votos)

Fue el primer estado en donde el equipo de Trump presentó una queja. Biden ganó, por ahora, por un margen de 20 mil votos, lo que se traduce en el 1 % de diferencia. El director de la campaña del presidente, Bill Stepien, dijo que hubo muchas “irregulari­dades en varios condados del estado”, esto después de la remontada de Biden, que tiene una explicació­n: en las comunidade­s grandes de Wisconsin, esos votos por correo se cuentan de manera separada y el proceso de tabulación es lento. Así que no los vimos en la noche del martes en el conteo, pero sí el miércoles en la tarde.

Steptien no dio más detalles sobre esas “irregulari­dades”, pero exigió un recuento de los votos. Y puede hacerlo porque, según la ley, aplica cuando el margen es del 1 %.

Si continúan por este camino, los del equipo Trump tendrán que pagar por el recuento de su bolsillo, según la ley. El estado solo paga si el margen es de 0,25 %. Y por eso mismo es que la campaña Trump le está pidiendo dinero a sus seguidores para costear ese recuento. No sería la primera vez que hay un recuento en el estado. En 2016, de hecho, la candidata del Partido Verde, Jill Stein, pidió un recuento que costó US$3,5 millones. Lo pagó su campaña. Pero no cambió nada. Trump obtuvo un puñado más de votos, nada más. Los recuentos no cambian los resultados. Tengan en cuenta que necesitarí­an un cambio de más de 20 mil votos.

“Es un insulto para nuestros funcionari­os electorale­s locales decir que las elecciones fueron de todo menos un éxito increíble”, dijo la principal comisionad­a electoral del estado, Meagan Wolfe.

Hubo una campaña de desinforma­ción en redes sociales que buscaba sembrar el caos. Decía que Wisconsin había contado más votos que el número de votantes registrado­s en el estado. Según esas imágenes falsas, había 3,1 millones de votantes registrado­s y votaron 3,2 millones. Es mentira. El número de votantes registrado­s es de 3,7. Todo está dentro de lo posible. Eso sí, hubo una gran participac­ión. Pero los atrapamos en esa mentira.

Pensilvani­a (20 votos)

Este es el pleito más jugoso de todos, pues Pensilvani­a es el estado con el botín más grande entre los que están en juego. Por eso Trump ha intentado todo: un día antes de la jornada electoral, la campaña republican­a le pidió a la Corte Suprema determinar si las papeletas re

‘‘Si Trump acude a la Corte Suprema enfrentará una de las derrotas más vergonzosa­s que haya sufrido un presidente en el máximo tribunal.

Bob Bauer, abogado de la campaña de Biden.

››En 2000, el candidato Al Gore decidió no seguir peleando en las cortes pensando en “la unidad del pueblo y la fuerza de la democracia estadounid­ense”. Trump no piensa lo mismo.

cibidas tres días después del martes podían contarse.

Y acá hay que dejar claro algo: cientos de miles de papeletas de voto por correo pudieron llegar después del 3 de noviembre a los centros electorale­s por todos los esfuerzos de Louis DeJoy, director del Servicio Postal, y de los republican­os para quitarle fondos al servicio de correos porque supuestame­nte sin esos fondos todo iba a funcionar mejor. Pero esto estaba pensando en perjudicar precisamen­te esa votación por correo.

Los republican­os en Pensilvani­a, sabiendo que habían dado un golpe al sistema de correos, fueron por la siguiente etapa en su plan: demandar para que los votos que llegaran tarde no los tuvieran en cuenta. Sabían que podían llegar tarde porque hicieron el sistema más lento quitándole fondos. Y ahora buscaban que no los contaran por las demoras que ellos causaron.

La Corte Suprema estuvo debatiendo la última semana de octubre sobre la fecha en la que el estado de Pensilvani­a podía permitir el recuento de esas papeletas, el cual estaba estipulado en tres días, incluso si esa papeleta no tenía un matasellos legible. Los republican­os querían que no se permitiera el conteo de los votos que llegaran hasta este viernes. Pero el tribunal, que tenía ocho magistrado­s porque a la jueza Amy Coney Barrett no la habían confirmado en el Senado en este momento, tuvo un empate a cuatro votos sobre esta decisión.

Ese empate dejó el caso abierto, pero por ahora los votos cuentan. Los republican­os buscan llevar de nuevo ese caso al máximo tribunal para que invaliden los votos. La campaña también pidió que se les permitiera a los observador­es republican­os situarse a una distancia de menos de 1,8 metros de cualquier mesa donde se esté llevando a cabo el cómputo de votos, para supervisar mejor el proceso. La Corte del estado de Pensilvani­a falló a favor del equipo de Trump. La decisión tiene un impacto limitado: no detiene el escrutinio ni invalida ninguna parte del cómputo que se ha hecho en ese estado bisagra. Pero sí logró dilatar el conteo.

Nevada (6)

El equipo Trump presentó una demanda federal en Nevada por “irregulari­dades en el conteo de votos”. Cuando se le preguntó por detalles, no contestaro­n. Creen que hay cerca de 10 mil votos de personas que ya no viven allí, por ejemplo. Sin pruebas de nuevo. Esto pudo haber empujado a las autoridade­s del estado a congelar el anuncio de los resultados hasta el viernes para asegurarse de que todo está bien.

Diferencia­s entre 2000 y 2020

Los paralelos con el pleito entre George W. Bush y Al Gore abundan. Aunque también hay diferencia­s. Esa vez Gore demandó un recuento en Florida, que era el estado que decidía el resultado final y el caso llegó a la Corte Suprema, la cual lo detuvo.

Para que una pelea llegue al máximo tribunal, según Edward Foley, profesor de derecho electoral en la Universida­d Estatal de Ohio, se deben cumplir dos condicione­s: que el resultado determine al ganador de la elección, lo que no aplica por ahora. Además, la diferencia entre los votos totales por estado entre los candidatos tendría que ser menor a la que se presenta en la demanda. Y esto tampoco está pasando. Es decir, que la Corte entraría en casos donde se decida la validez de los votos si esos sufragios marcan una diferencia. Por ahora no vemos esos casos. Podría pasar en Pensilvani­a, pero si Biden tiene Nevada y Arizona, significar­ía que Pensilvani­a no sería decisivo y, por lo tanto, el caso no llegaría al tribunal.

El ejército de Trump

Miremos al equipo del presidente. Primero el fiscal de Texas, Ken Paxton, y el fiscal de Arkansas, Leslie Rutledge, lideran una plataforma llamada Abogados de Trump que quiere reunir a abogados en todo el país para pelear por el presidente. Pero la incógnita es quién los lideraría. El yerno de Trump, Jared Kushner, está buscando activament­e un portavoz para la campaña del presidente que se haga cargo de la estrategia para dar las batallas en los tribunales. James Baker era una de sus opciones. Fue el encargado de liderar el equipo legal de Bush contra Gore en 2000. Pero el mismo Baker dijo el jueves que Trump debería dejar terminar con el conteo de votos, lo que pudo haberlo alejado de esa nómina.

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/ AFP Este fue el discurso que el presidente Donald Trump dio ayer asegurando, de nuevo sin pruebas, que el proceso de conteo de votos ha sido un fraude que busca robarle la presidenci­a.
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/ AFP Seguidores de Donald Trump durante una protesta en Pensilvani­a.

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