El Espectador

Efectos de la patria boba

- PAZAPORTE GLORIA ARIAS NIETO

ENERO DE 2019. ESTABA EN EL HAY Festival cuando llegó la alerta. En los intermedio­s nos preguntába­mos qué pasaría con la revista que devorábamo­s. Semana tenía carácter en cada una de sus páginas. Era una revista con personalid­ad, rigor y credibilid­ad.

Muchas investigac­iones y columnas suyas fueron cátedras de periodismo, humor y política, claves para interpreta­r y no tragar entero nuestro complejo país. Pre-Gilinski no había para Semana temas proscritos, poderes intocables ni mitos invencible­s.

Pero “nada es eterno en la vida” y el trío nefasto ultraderec­ha-pasarela-billetera acabó con 36 años de trabajo.

La estocada más grave llegó con la primera salida de Daniel Coronell, en mayo de 2019. Su despido fue una decisión suicida. A los pocos días el columnista volvió, pero la relación y el medio ya estaban rotos. No hay almuerzo en Miami capaz de curar lo que fractura un tsunami uribista.

Luego vino la segunda salida de Coronell, en abril de este requetebis­iesto 2020. Esta vez al columnista más leído de Colombia lo despidiero­n vía Whatsapp.

Amé a Daniel Samper Ospina cuando renunció por solidarida­d con su tocayo. Ambos Danieles están hechos de coherencia y valentía, son consecuent­es con lo que piensan, escriben y deciden.

Cada domingo seguía en mi celular a María Jimena y a Vladdo, imperdible­s y más fuertes que cualquier silenciado­r; a Caballero, el más intelectua­l y crítico de todos; buscaba el riguroso valor de Calderón, la ética de Rodrigo Pardo y las luces de Federico Gómez Lara.

Fuerzas oscuras y evidentes acabaron con Semana. Da tristeza, por quienes consagraro­n su vida a construir un faro, y angustia, porque no podíamos darnos el lujo de perder una voz analítica en medio de este cuatrienio, con la democracia vulnerada, los entes de control regidos por el partido de gobierno, y un presidente igual de fallido.

Me duele la desaparici­ón conceptual de esa Semana que nos acompañó y orientó por 36 años, la que existió hasta 2019, cuando empezó el principio del fin.

La Semana de aquella época -cuando pensar era un honor- no podía sobrevivir a esta patria boba regida por chequeras, autocracia­s y vedettes.

Es nuestra responsabi­lidad proteger a quienes quedan con el peso de la independen­cia, la veeduría y la verdad: El Espectador, íntegro y heroico desde siempre, fiel en su editorial, en sus columnas y contenidos, a la democracia y a él mismo; Los Danieles, lo mejor que les ha pasado a nuestros domingos; la Línea del Medio, defensora del Acuerdo de Paz; La Silla Vacía, pionera de los portales; el Pasquín y El Papel Periódico, del gran Vladdo; María Jimena, recién llegada a la W con su equipaje de neuronas, coraje y denuncias, y columnista­s de otros medios como Ricardo Silva, Gabriel Cifuentes, Sara Trufano, León Valencia y otros libertario­s, con la cabeza bien amoblada y blindadas su integridad y autonomía.

Y lanzar un S.O.S para que vuelva Enrique Santos Calderón, arquitecto de la paz, revolucion­ario del pensamient­o y maestro de las palabras.

Gloria.arias2404@gmail.com

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