El Espectador

Préstamos gota a gota: problema económico que se cree de seguridad

- LA COLUMNA DEL LECTOR ANDRÉS NIETO RAMÍREZ* * Periodista, especialis­ta en gerencia en gobierno y gestión pública.

DÍA A DÍA APARECEN NOTIcias y episodios de insegurida­d: hurtos, lesiones, homicidios, extorsione­s, estafas y hasta secuestros de animales de compañía, y la difusión por redes sociales lleva a que estos eventos se conozcan rápidament­e y a que el debate público se fije en las autoridade­s de policía como los responsabl­es de salvar la situación o permitir que empeore.

Es allí cuando se debe insistir en la necesidad de analizar cada una de las problemáti­cas, que se categoriza­n rápidament­e como insegurida­d, con una nueva óptica que lleve a develar que quizá dichos episodios, en su mayoría trágicos, son en realidad consecuenc­ias de otros factores y sectores que no están funcionado como la educación, vivienda, empleo, entre otros.

Desde la Universida­d Central se ha venido realizando un seguimient­o en los últimos tres años sobre los préstamos gota a gota en Colombia, una dinámica que es el resultado de un contexto que cuenta con los ingredient­es perfectos para propiciarl­os: 1. La informalid­ad en las transaccio­nes, una de las principale­s formas de negociació­n en el país, y no es para menos que así se mueve cerca del 36,5 % del PIB nacional. 2. Las múltiples barreras de acceso a préstamos en las entidades financiera­s. 3. La informalid­ad laboral reúne más del 45 % de la ocupación en Colombia, provocando que la única alternativ­a sea el acceso a préstamos informales.

A la fecha no se cuenta con una cifra oficial sobre la cantidad de dinero que se mueve de esta manera, pero al hacer la proyección estadístic­a, se estima que solo en intereses, sin contar los desembolso­s de los préstamos, estas redes pueden llegar a mover $2.800 millones cada día en las principale­s capitales colombiana­s, sin contar zonas rurales.

Durante la pandemia, entre marzo y junio, en un proceso de rastreo de publicacio­nes en redes sociales, la oferta de estos préstamos aumentó en un 39 %, lo que indicaría que podrían llegar a mover $3.892 millones al día, solo en recolecció­n de intereses en las grandes urbes.

La dinámica gota a gota se divide en tres tipologías: 1. Por gremios (tenderos, vendedores informales, transporta­dores, etc.). 2. Por sectores comerciale­s consolidad­os donde son reconocido­s. 3. Por recomendac­ión o encargo.

Es importante destacar que los préstamos gota a gota NO son un delito en sí mismo; sin embargo, se incurre en ilegalidad cuando se comete “usura”, es decir, cuando el cobro de intereses supera el interés promedio bancario acordado cada año o cuando se usan actos delictivos como la amenaza o extorsión para el cobro de sumas o intereses de las mismas.

La distinción anterior provoca que sean pocas las denuncias formales por parte de la ciudadanía. Generalmen­te los reportes llegan por mecanismos violentos en los cobros, desconocie­ndo que es la usura el delito inicial y que tipificado en el artículo 305 del Código Penal (Ley 599 de 2000) podría llevar a prisión de dos (2) a cinco (5) años más una multa de cincuenta (50) a doscientos (200) salarios mínimos legales mensuales vigentes.

En definitiva, esta como otras problemáti­cas de “insegurida­d” deben analizarse con cuidado y detalle, pues como en la mayoría de casos se trata de invertir la fórmula pasando de decir “estamos inseguros y por ello estamos muy mal en todo” a “estamos muy mal en todo y por eso estamos inseguros”.

‘‘Se estima que solo en intereses, sin contar los desembolso­s de los préstamos, las redes de gota a gota pueden llegar a mover $2.800 millones cada día en las principale­s capitales colombiana­s”.

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