La institucionalidad se impone en Perú
LA INCERTIDUMBRE QUE ENVOLvió a Perú en estos últimos días ha sido superada luego de que el Congreso escogiera como presidente interino a Francisco Sagasti, quien se posesionó ayer. De esta manera se supera el vacío constitucional por la destitución de Martín Vizcarra y la renuncia precipitada de su reemplazo, Manuel Merino, tras las protestas y la represión policial que dejaron dos muertos y cerca de 70 heridos.
En lo que va corrido del presente período presidencial el país ha tenido cuatro presidentes, dos de los cuales fueron apartados de sus cargos por acusaciones de corrupción. En el caso de Martín Vizcarra hay pendiente una interpretación del Tribunal Constitucional (TC), al cual el Ejecutivo le consultó si las causales para destituirlo estaban previstas o no en la Constitución, por “permanente incapacidad moral”. Un problema adicional se generaría en caso de que el Tribunal decida declarar nulo lo actuado por el Congreso y se pudiera abrir el camino para el retorno de Vizcarra al poder. Según los analistas peruanos, esta no es una opción viable.
En su más reciente columna de El Espectador, el constitucionalista Rodrigo Uprimny se refirió al caso del Perú al mencionar la expresión “constitucionalismo abusivo”, de acuerdo con el profesor David Landau. Al establecer el sistema de pesos y contrapesos se diseña una estructura que, al menos en el papel, parece destinada a garantizar el juego democrático dentro de los cauces institucionales. Sin embargo, estos elementos previstos “para evitar abusos de poder y garantizar la alternancia democrática” pueden terminar convirtiéndose, paradójicamente, en mecanismos perversos que son usados por ciertos grupos para llegar o continuar en el poder. Según Uprimny: “Si la razón del Congreso para cesar a Vizcarra son las investigaciones judiciales en su contra, entonces, para no interferir en la justicia, debió permitir que estas siguieran su curso (…) La decisión de vacancia fue tomada en pocos días y el debate duró pocas horas. No hubo el mínimo debido proceso”.
Francisco Sagasti, exdirectivo del Banco Mundial y con una hoja de vida de tecnócrata involucrado en las políticas públicas, cuenta con las condiciones personales y profesionales suficientes para sacar al país adelante en este período de transición y hasta las elecciones de abril. El Partido Morado, del cual hace parte, no se sumó a la destitución de Vizcarra, lo que le confiere legitimidad para asumir la Presidencia. El excanciller Allan Wagner lo definió como un “profesional muy competente como ingeniero, economista y especialista en ciencia y tecnología (…) En lo personal, es afable, dialogante, busca generar consensos y es especialista en dinámica de grupos”. Todo lo anterior apunta a que la persona escogida por el parlamento es la más idónea, en medio de un grupo de congresistas con un alto grado de desprestigio popular.
Dentro de este panorama es de esperar que cese la ola de protestas —que lamentablemente dejaron a dos jóvenes muertos, muchos heridos y desaparecidos— y el país retorne a la calma. Mientras tanto la Fiscalía ha iniciado investigaciones contra Manuel Merino por la represión indiscriminada que desató la policía. Sagasti manifestó que “cuando un peruano muere, y más aún si es joven, todo el Perú está de duelo, y si muere defendiendo la democracia, al luto se suma la indignación”.
‘‘La persona escogida por el parlamento es la más idónea, en medio de un grupo de congresistas con un alto grado de desprestigio popular”.