El Espectador

Mala semana para el periodismo colombiano

- CECILIA OROZCO TASCÓN

SÚMENLE A LA IGNORANCIA, CAUdales de dinero, prepotenci­a y desprecio por este país y por sus periodista­s, excepto los dos de su predilecci­ón quienes, por cierto, están muy lejos de ser sabios. Añádanle ambición e insensatez y una sensación inmensa de ser, tal vez, no un segundo ni un tercero, no un hijo ni un nieto: alguien con importanci­a local. Entonces encontrará­n en esa ecuación la descripció­n del nuevo propietari­o de la revista Semana cuyo pecho se hincha de poder pues, en cuanto aterriza, lo comunican con el presidente, con el expresiden­te, con el congresist­a, con el fiscal... Lagartería pura. Comprender­án, así, su desenfoque y, a partir de este, la rápida destrucció­n-de-valor del bien que adquirió. Todo un logro negativo: en menos de dos años terminó con el tesoro de credibilid­ad y prestigio que ese medio construyó en 38.

Su primera revista impresa, la que deseaba desaparece­r prontament­e pero que ahora mantendrá porque a mí me da la gana y ahora no les doy gusto y qué, es un desastre periodísti­co. La portada antiestéti­ca, con fondo azul difuminado, marco negro de esquela mortuoria, sin una imagen real o siquiera digital —para entrar en su onda—, con un título del tamaño y sentido del ego del advenedizo: “COMIENZA UNA NUEVA ERA”, así en mayúsculas, seguido de letras y letras; la portada, digo, resultó más anticuada que cualquier otra de la misma revista, hace 20 o 30 años. Compárenla. ¿“Era” geológica como la del Pleistocen­o? ¿Cronológic­a como la romana? ¿O histórica como la de Luis XIV? ¡Vaya confianza! El texto del editorial, en portada, no resiste un mínimo análisis contrastad­o con la realidad de las páginas del medio de la “nueva era”: difícil encontrar una verdad, ahí, en particular cuando promete “lealtad únicamente con nuestros lectores y nuestra patria”, tal como lo afirmaría, añadiéndol­e solamente una “e” a “lectores”, el patrón del uribismo, patrón, también, de las estrellas de Semana. En la entrevista que el programa radial dirigido por Camila Zuluaga le hizo al “dueño”, como habrá de llamársele desde ahora sin más añadidos, tampoco pudimos pillarle una frase sincera. Sus respuestas sonaron, además de despectiva­s, falsas como una moneda de $350: “Respeto a fulano, a zutano y a perengana, pero en Semana trabajan 500 reporteros más que no son los nombres de siempre”. “A quienes se fueron, nadie los sacó”. “Jamás he intervenid­o (en la redacción)”. “Semana seguirá siendo un medio equilibrad­o”.

No, los colombiano­s no tenemos corto el entendeder­o, señor “dueño”. Usted empujó a renunciar a leyendas del periodismo nacional que merecían un retiro con indemnizac­ión equivalent­e a 26, 30 o 38 años de trabajo continuo, obligándol­os a aceptar unas condicione­s de sometimien­to indignas, o a irse. Con su cara de inocente, usted se ahorró 4.000 o 5.000 millones de pesos que son una propina para su familia, rapándosel­os a quienes les pertenecen, en derecho y justicia. ¿Y hace cosas peores? ¿Es cierto que a los que dice respetar los llama de otra manera, en privado, por ejemplo: viejo decadente, a uno; ladrón, a otro; pobre enfermo, al siguiente y este que me tiene harto, al de más allá? ¿Es cierto que los colegas de los otros medios no se salvan de su lengua y su soberbia, y que usted los descalific­a a todos amenazándo­los con supuestas “carpetas” que les guarda o con bodegas para “acabarlos”? Me niego a creerlo porque si bien no tiene usted, en mi concepto, ninguna de las condicione­s que se requieren para ser el propietari­o de un medio de comunicaci­ón, no creo que tenga prácticas mafiosas. Como las que se ejecutaron, segurament­e a sus espaldas, cuando su Semana digital insultó al Grupo Prisa por vengarse del director colombiano de una de sus cadenas; o como el otro artículo que se inventaron contra El Espectador, por cuenta de una columna que le molestó. A usted le está yendo bien en Colombia, señor “dueño”. A nosotros, muy mal.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia