El Espectador

El poeta de la zurda

- SEBASTIÁN ARENAS sarenas@elespectad­or.com @SebasArena­s10

El peruano César Cueto fue nombrado así por la calidad que tenía en su pierna izquierda, gracias a la cual fue campeón con América y Nacional, que hoy se enfrentan por la ida de los cuartos de final de la Liga BetPlay.

Gracias a su magia y talento con la pelota, César Cueto dejó un legado eterno y fue campeón con los clubes que hoy (8:00 p.m., Win) se enfrentan por la ida de los cuartos de final de la Liga BetPlay. Antes, desde las 5:30 p.m., Equidad recibe al Cali, en otra llave.

Fernando Martínez, hermano del exfutbolis­ta peruano Luis Babalu

Martínez, vivía en la cuadra 2 de Próceres en el Rímac, en la capital de Perú. Era vecino de su amigo César Cueto, conocía su exorbitant­e talento y se lo llevó un día a Matute, barrio sede de Alianza Lima, a probarse. El zurdo jugó de puntero con su pie talentoso pegado a la línea y deleitó a Rafael Cholo Castillo, exfutbolis­ta de ese club, quien daba el aval para que los soñadores ingresaran a la institució­n.

Con doce años, Cueto entró a Alianza, una de las organizaci­ones deportivas más importante­s de la nación inca. Cuatro años después, ya estaba en primera división. Ingresó al vestuario profesiona­l y se encontró con Julio Baylón, Víctor Pitín Zegarra, Pedro Pablo Perico

León y un tal Teófilo Cubillas. No se asustó, porque en las calles de su barrio se había acostumbra­do a gambetear a tipos mayores que él. Se colmó de confianza, lo pusieron de centro delantero y le firmaron un contrato por tres años.

Al no tener la continuida­d deseada en Alianza Lima, en 1972 fue cedido a José Gálvez, donde comenzó a jugar de mediocampi­sta creativo. Luego fue a Deportivo Municipal y en 1974 regresó a Alianza Lima, con el que fue campeón de primera división en 1975, 1977 y 1978. Formó parte de un equipo que será siempre recordado en la memoria del balompié peruano, pues lo integraban, entre otros, Cubillas, Hugo Sotil y Guillermo La Rosa.

En 1979, el Poeta de la Zurda

—nombrado así por el periodista deportivo uruguayo Emilio Lafferrand­erie— llegó al fútbol colombiano. Se puso la camiseta de Atlético Nacional y deleitó a los hinchas que asistían al estadio Atanasio Girardot. Su zurda inventaba obras antológica­s, gambetas desconcert­antes, asistencia­s impensadas e imparables golazos de media distancia. Su visión de juego, envidiable. Sumó su talento al del compañero que más recuerda de su paso por el equipo antioqueño, Hernán Darío Herrera, combinó con otros históricos como Pedro Sarmiento, Eduardo Vilarete, Víctor Luna, Lorenzo Carrabs y el propio La Rosa, y conquistó el campeonato de 1981 bajo la dirección técnica del revolucion­ario Osvaldo Juan Zubeldía.

A Cueto le decían Cucharita en ese plantel, y él alimentaba de hermosas pelotas a los delanteros verdolagas, mientras Sarmiento, como aún lo rememora, marcaba y relevaba a placer porque sabía que en la ofensiva les sobraban soluciones. Como la mayoría de los futbolista­s que fueron dirigidos por Zubeldía, el peruano reconoce que el mayor aprendizaj­e obtenido fue la disciplina. Ese valor lo reforzó en América con Gabriel Ochoa Uribe, el entrenador más ganador en la historia del balompié colombiano y con quien comenzó a trabajar en 1984.

Se hizo cercano a Julio César Falcioni, que se convirtió en su compañero de habitación en las concentrac­iones y casi lo mete en un problema con el Médico Ochoa. El legendario arquero argentino era el único que tenía permiso para fumar. Un día le ofreció un cigarrillo a Cueto y se entró a duchar. El peruano dejó el elemento cargado de nicotina en la cama de su amigo, entró el DT al cuarto y Cueto dijo que era de Falcioni, que salió del baño con otro cigarrillo en la mano asegurando que ese era el suyo.

Cientos de anécdotas recorren la memoria de Cueto, que el mismo año en el que arribó al América fue campeón junto a Gerardo González Aquino, Anthony de Ávila, Willington Ortiz y Juan Manuel Battaglia, entre otros grandes futbolista­s que jugaron en el club escarlata en esa época. La poética magia de la zurda del peruano también brilló con la camiseta roja y él se convirtió en uno de los mejores extranjero­s de la historia de la pelota en nuestro país.

César Augusto Cueto Villa, además, triunfó con su selección. Ganó la Copa América de 1975, tras vencer en la final a Colombia, y jugó los mundiales de Argentina 1978 y España 1982. Algunos consideran que su zurda es de las mejores de la historia y que podría haber militado en Europa. Lo cierto es que sus virtudes quedaron plasmadas en la eternidad de América y Nacional.

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/ Archivo El Espectador Cueto, aquí con la camiseta de América en 1984. Hoy en día tiene 68 años y es misionero católico.
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