El nuevo vuelo de la cultura ciudadana en la capital
Este enfoque, exitoso en sus primeros años, se viene adaptando a las nuevas realidades y pasa por un proceso de transformación en el que cada vez interactúa más con otros campos de la gestión pública.
Son varias los elementos, sitios y expresiones que al escucharlas de inmediato se asocian con Bogotá. Por ejemplo, si alguien menciona Monserrate, El Dorado o Transmilenio, seguro se refiere a la capital. Algo similar ocurre con la cultura ciudadana, una idea muy bogotana que viene siendo clave en el desarrollo de la ciudad por casi 25 años, así algunos crean que el concepto se esfumó del imaginario de los capitalinos.
Del asunto se empezó a hablar a mediados de los años 90 y, en resumen, se podría interpretar como un conjunto de acciones que buscan transformar, a través de la pedagogía, comportamientos o problemáticas que se presentan a diario en medio del ajetreo de la ciudad. Por ejemplo, colarse en Transmilenio. La acción, aunque es individual, afecta a la ciudad. Y si bien, las últimas administraciones han acudido a las sanciones para tratar de contrarrestar este fenómeno, de fondo se identifica el poco sentido de pertenencia con un sistema que beneficia a todos. En este tipo de casos la estrategia cobra sentido.
El padre de la cultura ciudadana como enfoque en las estrategias de ciudad es el exalcalde Antanas Mockus. Fiel a su estilo, desde su primera alcaldía (1995), buscó generar cambios colectivos mediante la regulación mutua. La base es que ante una problemática común que afecta la vida cotidiana, hay que acudir a lo formativo antes que a lo policivo. Este planteamiento se sustentaba en que, para muchos, es más fácil cumplir las normas de civismo por temor a la sanción social que a las multas.
De ahí que muchos recuerden las tarjetas de colores que los ciudadanos usaban, como árbitros, para calificar entre sí su comportamiento en las vías; los mimos, que ponían en evidencia malas conductas en la calle, o la “hora zanahoria”, que reguló el horario de las actividades nocturnas. Todas ayudaron a reducir los siniestros viales, la venta de pólvora y hasta el consumo de agua. El éxito marcó un hito y desde entonces todas las administraciones han intentado incluir la estrategia en sus programas. No obstante, también hay que decirlo: muchas medidas fueron criticadas y no consiguieron los resultados esperados. Pero su importancia se mantiene y por esto viene tomando un nuevo impulso en los últimos años.
Eso sí, como la ciudad ha tenido cambios, el concepto también ha tenido que adaptarse a la nueva realidad. Y lo primero fue darle su lugar, con la creación de la Dirección de Cultura Ciudadana, la cual, desde la pasada administración, trazó varias líneas para formular la primera política pública sobre este enfoque. Hoy, la labor pasa por incluir el concepto en otras esferas y, de hecho, el plan es que sea eje transversal del Plan de Desarrollo.
Esa idea de que el gobierno puede ser agente pedagógico pasa por poner a conversar las ciencias sociales y el artes con fines
La estrategia “Alas de distancia”, que se realiza en 19 localidades, busca concientizar sobre la importancia del distanciamiento físico.
pedagógicos, como precisa Henry Murrain, director de Cultura Ciudadana de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte.
En este aspecto se viene haciendo bien la tarea, gracias a que en los últimos años cada administración ha hecho aportes desde su visión de ciudad, enriqueciendo el enfoque con múltiples miradas. Es decir, hoy la cultura ciudadana no solo se trata de pedagogía, sino que va más allá, con incidencia incluso en temas como movilidad, salud, planeación y ambiente.
En los últimos años se han planteado temas sobre cultura democrática y miradas que plantean la necesidad de contrastarla con temas de diseño urbano, desarrollo de infraestructura y el verde de la ciudad. Esto demuestra que el tema sigue tan vivo como hace 25 años y hoy es clave para mejorar los vínculos entre los ciudadanos.
Como ejemplo de esa evolución está lo que se ha vivido en tiempo de emergencia sanitaria, en el que la cultura ciudadana ha influido en cambio de conductas frente a la salud, al incorporar ciertos hábitos como el uso del tapabocas, para evitar que el virus siga haciendo estragos en la sociedad.
Ahora, el reto es que influya en ejes como la transformación de comportamientos machistas, la cultura ambiental, la cortesía en la vía, la confianza, relaciones cívicas, el comportamiento y la salud. El plan de esta administración es incorporar un diálogo contemporáneo sobre ciencias del comportamiento y políticas públicas, pero también reflexionar sobre diversas técnicas y tradiciones de búsqueda de bienestar.
La inclusión de esta filosofía en nuevos aspectos de la vida diaria ya es palpable y los ejemplos están a la vista en varias zonas y ámbitos de la capital. Como el trabajo que se viene haciendo con los taxistas, un gremio tradicionalmente criticado por el comportamiento de algunos conductores, pero que está en un proceso de transformación que apunta a profesionalizar el oficio.
Óscar Ocampo, director de capacitación y formación de Taxis Libres, resalta que los conductores están adquiriendo conocimientos en movilidad, servicio al cliente y quedan inscritos para formarse en el SENA. La idea es que tengan más sentido de pertenencia y se les hable de comportamientos básicos, como abrir la puerta, saludar, sonreír y cobrar lo justo, entre otros, con el objetivo de que sean excelentes conductores, pero también psicólogos y guías de turismo que promuevan la ciudad. El fin es devolverle la confianza a la ciudadanía y que los conductores tengan más competencias. Hay un cambio paulatino, pero grande, entre la conducta que había cuando se usaban los radioteléfonos y hoy, con el auge de la tecnología.
Otro ejemplo es el trabajo que se hace en zonas de aglomeración, con el fin de generar conciencia sobre la importancia del distanciamiento por estos días. En el tradicional y aglomerado barrio 20 de Julio se lleva a cabo un fuerte trabajo de diálogo con los transeúntes, vendedores informales y compradores.
Ángel Salazar, artista y gestor cultural, acompaña la estrategia y describe la adaptación como “algo trascendental, porque es una pedagogía que busca enseñar a tener mejores costumbres, con el fin de bajar los contagios. La cultura ciudadana a veces se veía como una performance alejada y muchos dejaban pasar el fondo de las estrategias”.
En este caso y en 19 localidades de la ciudad se ven colibríes, que mediante las estrategia “Alas de distancia” realizan acciones pedagógicas sobre el uso del tapabocas y el distanciamiento. “Cuando a las personas les dicen las cosas una y otra vez se les quedan grabadas, solo mediante mensajes artísticos. Son pequeñas enseñanzas para generar cambios”, concluye Salazar.
Es claro que el concepto de cultura ciudadana se viene transformando a través del tiempo y cada vez incluye más elementos que le permiten interactuar con campos que en un inicio no se tenían en cuenta, como ordenamiento territorial, medio ambiente, espacio público e innovación. Ahora que poco a poco se viene rescatando y adaptando este enfoque, la misión es no dejar que se desinfle de nuevo, sino que se convierta en un sello de ciudad.
››El enfoque de cultura ciudadana va más allá de la pedagogía e incluye temas como movilidad, género, planeación y salud.