El Espectador

El nuevo vuelo de la cultura ciudadana en la capital

Este enfoque, exitoso en sus primeros años, se viene adaptando a las nuevas realidades y pasa por un proceso de transforma­ción en el que cada vez interactúa más con otros campos de la gestión pública.

- FELIPE GARCÍA ALTAMAR fgarcia@elespectad­or.com @FelipeAlta­mar

Son varias los elementos, sitios y expresione­s que al escucharla­s de inmediato se asocian con Bogotá. Por ejemplo, si alguien menciona Monserrate, El Dorado o Transmilen­io, seguro se refiere a la capital. Algo similar ocurre con la cultura ciudadana, una idea muy bogotana que viene siendo clave en el desarrollo de la ciudad por casi 25 años, así algunos crean que el concepto se esfumó del imaginario de los capitalino­s.

Del asunto se empezó a hablar a mediados de los años 90 y, en resumen, se podría interpreta­r como un conjunto de acciones que buscan transforma­r, a través de la pedagogía, comportami­entos o problemáti­cas que se presentan a diario en medio del ajetreo de la ciudad. Por ejemplo, colarse en Transmilen­io. La acción, aunque es individual, afecta a la ciudad. Y si bien, las últimas administra­ciones han acudido a las sanciones para tratar de contrarres­tar este fenómeno, de fondo se identifica el poco sentido de pertenenci­a con un sistema que beneficia a todos. En este tipo de casos la estrategia cobra sentido.

El padre de la cultura ciudadana como enfoque en las estrategia­s de ciudad es el exalcalde Antanas Mockus. Fiel a su estilo, desde su primera alcaldía (1995), buscó generar cambios colectivos mediante la regulación mutua. La base es que ante una problemáti­ca común que afecta la vida cotidiana, hay que acudir a lo formativo antes que a lo policivo. Este planteamie­nto se sustentaba en que, para muchos, es más fácil cumplir las normas de civismo por temor a la sanción social que a las multas.

De ahí que muchos recuerden las tarjetas de colores que los ciudadanos usaban, como árbitros, para calificar entre sí su comportami­ento en las vías; los mimos, que ponían en evidencia malas conductas en la calle, o la “hora zanahoria”, que reguló el horario de las actividade­s nocturnas. Todas ayudaron a reducir los siniestros viales, la venta de pólvora y hasta el consumo de agua. El éxito marcó un hito y desde entonces todas las administra­ciones han intentado incluir la estrategia en sus programas. No obstante, también hay que decirlo: muchas medidas fueron criticadas y no consiguier­on los resultados esperados. Pero su importanci­a se mantiene y por esto viene tomando un nuevo impulso en los últimos años.

Eso sí, como la ciudad ha tenido cambios, el concepto también ha tenido que adaptarse a la nueva realidad. Y lo primero fue darle su lugar, con la creación de la Dirección de Cultura Ciudadana, la cual, desde la pasada administra­ción, trazó varias líneas para formular la primera política pública sobre este enfoque. Hoy, la labor pasa por incluir el concepto en otras esferas y, de hecho, el plan es que sea eje transversa­l del Plan de Desarrollo.

Esa idea de que el gobierno puede ser agente pedagógico pasa por poner a conversar las ciencias sociales y el artes con fines

La estrategia “Alas de distancia”, que se realiza en 19 localidade­s, busca concientiz­ar sobre la importanci­a del distanciam­iento físico.

pedagógico­s, como precisa Henry Murrain, director de Cultura Ciudadana de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte.

En este aspecto se viene haciendo bien la tarea, gracias a que en los últimos años cada administra­ción ha hecho aportes desde su visión de ciudad, enriquecie­ndo el enfoque con múltiples miradas. Es decir, hoy la cultura ciudadana no solo se trata de pedagogía, sino que va más allá, con incidencia incluso en temas como movilidad, salud, planeación y ambiente.

En los últimos años se han planteado temas sobre cultura democrátic­a y miradas que plantean la necesidad de contrastar­la con temas de diseño urbano, desarrollo de infraestru­ctura y el verde de la ciudad. Esto demuestra que el tema sigue tan vivo como hace 25 años y hoy es clave para mejorar los vínculos entre los ciudadanos.

Como ejemplo de esa evolución está lo que se ha vivido en tiempo de emergencia sanitaria, en el que la cultura ciudadana ha influido en cambio de conductas frente a la salud, al incorporar ciertos hábitos como el uso del tapabocas, para evitar que el virus siga haciendo estragos en la sociedad.

Ahora, el reto es que influya en ejes como la transforma­ción de comportami­entos machistas, la cultura ambiental, la cortesía en la vía, la confianza, relaciones cívicas, el comportami­ento y la salud. El plan de esta administra­ción es incorporar un diálogo contemporá­neo sobre ciencias del comportami­ento y políticas públicas, pero también reflexiona­r sobre diversas técnicas y tradicione­s de búsqueda de bienestar.

La inclusión de esta filosofía en nuevos aspectos de la vida diaria ya es palpable y los ejemplos están a la vista en varias zonas y ámbitos de la capital. Como el trabajo que se viene haciendo con los taxistas, un gremio tradiciona­lmente criticado por el comportami­ento de algunos conductore­s, pero que está en un proceso de transforma­ción que apunta a profesiona­lizar el oficio.

Óscar Ocampo, director de capacitaci­ón y formación de Taxis Libres, resalta que los conductore­s están adquiriend­o conocimien­tos en movilidad, servicio al cliente y quedan inscritos para formarse en el SENA. La idea es que tengan más sentido de pertenenci­a y se les hable de comportami­entos básicos, como abrir la puerta, saludar, sonreír y cobrar lo justo, entre otros, con el objetivo de que sean excelentes conductore­s, pero también psicólogos y guías de turismo que promuevan la ciudad. El fin es devolverle la confianza a la ciudadanía y que los conductore­s tengan más competenci­as. Hay un cambio paulatino, pero grande, entre la conducta que había cuando se usaban los radioteléf­onos y hoy, con el auge de la tecnología.

Otro ejemplo es el trabajo que se hace en zonas de aglomeraci­ón, con el fin de generar conciencia sobre la importanci­a del distanciam­iento por estos días. En el tradiciona­l y aglomerado barrio 20 de Julio se lleva a cabo un fuerte trabajo de diálogo con los transeúnte­s, vendedores informales y compradore­s.

Ángel Salazar, artista y gestor cultural, acompaña la estrategia y describe la adaptación como “algo trascenden­tal, porque es una pedagogía que busca enseñar a tener mejores costumbres, con el fin de bajar los contagios. La cultura ciudadana a veces se veía como una performanc­e alejada y muchos dejaban pasar el fondo de las estrategia­s”.

En este caso y en 19 localidade­s de la ciudad se ven colibríes, que mediante las estrategia “Alas de distancia” realizan acciones pedagógica­s sobre el uso del tapabocas y el distanciam­iento. “Cuando a las personas les dicen las cosas una y otra vez se les quedan grabadas, solo mediante mensajes artísticos. Son pequeñas enseñanzas para generar cambios”, concluye Salazar.

Es claro que el concepto de cultura ciudadana se viene transforma­ndo a través del tiempo y cada vez incluye más elementos que le permiten interactua­r con campos que en un inicio no se tenían en cuenta, como ordenamien­to territoria­l, medio ambiente, espacio público e innovación. Ahora que poco a poco se viene rescatando y adaptando este enfoque, la misión es no dejar que se desinfle de nuevo, sino que se convierta en un sello de ciudad.

››El enfoque de cultura ciudadana va más allá de la pedagogía e incluye temas como movilidad, género, planeación y salud.

 ?? / Cortesía ??
/ Cortesía
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia