El Espectador

Los detalles detrás de Hidroituan­go

El auto del ente de control da cuenta, en detalle, de cómo se dieron las decisiones en las etapas de la obra que, dice la entidad, terminaron por llevar el proyecto a la contingenc­ia de 2018.

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A partir de la investigac­ión de la Contralorí­a reconstrui­mos el paso a paso de cómo se dieron las decisiones en las etapas de la construcci­ón del proyecto hidroeléct­rico y que, dice la entidad, terminaron por conducir hacia la contingenc­ia de 2018./

Para finales de 2012, Hidroituan­go y EPM parecían tener claro que la generación de energía en el proyecto hidroeléct­rico no comenzaría en 2018. En septiembre de ese año, EPM corrió una simulación del cronograma de las obras como iban hasta ese momento y encontró que ya había un retraso de nueve meses para la entrada en funcionami­ento del proyecto.

Este dato salió a flote en un acta del comité de seguimient­o al contrato que rige el megaproyec­to (conocido como BOOMT) y es una de los miles de piezas incluidas en la investigac­ión que la Contralorí­a adelanta desde hace un año por los daños fiscales ocasionado­s en el proyecto, y en la cual hay todo tipo de actas y testimonio­s de los directamen­te implicados en el proceso.

El documento cuenta con más de 1.200 páginas, en las que se describe con minuciosid­ad cómo y por qué se tomaron las decisiones en la construcci­ón del proyecto: al final, es una especie de memorial que permite, desde la visión de la Contralorí­a, entender por qué el 28 de abril de 2018 Hidroituan­go comenzó a ser sinónimo de emergencia.

La tesis macro de la Contralorí­a, y por la cual se les imputaron cargos este jueves a 28 personas naturales y jurídicas, es que toda la obra arrastró un pesado lastre de incumplimi­entos, problemas de ejecución, gerencia y responsabi­lidades que fueron llevando hacia el ineludible resultado del retraso en la entrada en operación de la hidroeléct­rica. Lo que la evidencia recabada por la entidad deja ver es que, en su incapacida­d para admitir que los plazos del proyecto eran imposibles de cumplir, se tomaron decisiones para terminar el proyecto “a toda costa”: por no fallar se terminó fallando en grande.

El camino hacia la emergencia

En esta historia todo comienza con una carretera. Aunque para ser justos, hablaremos de dos.

En la primera etapa del proyecto la obra crítica la encarnaba la infraestru­ctura vial para llegar hasta el punto en donde se excavarían los túneles que, a su vez, desviarían el caudal del río Cauca.

En la construcci­ón de las vías se presentaro­n varios problemas y retrasos en la ejecución del contrato, además tocó cambiar la aproximaci­ón hacia los sitios de obra. La Contralorí­a lo resume de esta forma: “En el acta 107, del 27 de enero de 2010, se encuentra referida una situacion que denota la fragilidad en la planeacion del proyecto, puesto que cinco meses despues de iniciado el contrato de construcci­on de las vias, y si bien era claro que el primer hito que debia cumplirse en el proyecto era la desviacion del rio Cauca, las vias que llegaban al punto donde debian iniciarse las obras para construir los tuneles de desviacion, eran por su ubicacion, lo ultimo en el proceso constructi­vo. Por este motivo se debio plantear la alternativ­a de llegar a la boca del tunel para poder comenzar la excavacion desde la margen contraria (es decir, la margen izquierda) y con un puente provisiona­l atravesar el rio Cauca, lo que supuso que se realizaran inversione­s adicionale­s, todo lo anterior en pro de cumplir con el cronograma”.

Los retrasos en la construcci­ón de las vías comenzaron a pesar sobre los trabajos para construir los accesos a los túneles de desviación. En una carta de EPM a Hidroituan­go se cita un concepto de la intervento­ría sobre las vías: “Los atrasos en la ruta crítica del contrato no son recuperabl­es en su totalidad”. Esto implica que algunas de las metas pactadas ya no se cumplirían.

De acuerdo con la Contralorí­a, “el contrato de construcci­on de los tuneles solo pudo iniciar en agosto de 2011”.

Según los documentos del ente de control, el plazo inicial del contrato “fue de 610 días, que se ampliaron a 823”. Las razones de estas ampliacion­es son problemas continuos en el contrato, a cargo del Consorcio Túneles Ituango FS. Unos 10 meses después de comenzar a ejecutar esta porción de los trabajos, el avance de la obra era el “que debía haberse dado durante los primeros dos o tres meses”, según un informe de intervento­ría.

La desviación

El año 2013 llegó y la desviación del Cauca no se realizó. Entre agosto y septiembre de ese año se negoció la entrega al contratist­a de los trabajos principale­s (CCCI) para intentar desviar el río en enero de 2014, uno de los momentos de verano que permiten realizar la operación con mayor facilidad.

Según la Contralorí­a, “de acuerdo con los disenos originales, el rio Cauca se desviaria a traves de dos tuneles paralelos ubicados en el Cerro Capitan, al lado derecho de la presa. El contratist­a debia cerrar inicialmen­te el tunel izquierdo para construir la descarga de fondo que garantizar­a el caudal ecologico y, posteriorm­ente una vez terminada la descarga de fondo, se instalaria­n las compuertas en el tunel derecho para poder poner el tapon definitivo de este e iniciar el llenado del embalse”.

La palabra compuertas es clave en este momento de la historia. El paso del río a través de los túneles, y la continuaci­ón de las aguas corriente abajo, estaría controlado mediante la instalació­n de las compuertas deslizante­s de cierre de 7 metros de ancho por 14 metros de alto.

Sin embargo, al 31 de diciembre de 2013 las compuertas de cierre no estaban listas, de hecho, tenían un retraso del 91 % con respecto al cronograma.

Entonces, en el primer verano de 2014 se empezaron a buscar diferentes alternativ­as para desviar el río, también en respuesta a la variación de terreno encontrada. Una de las soluciones planteadas era dividir el caudal por los dos túneles sin la instalació­n de los marcos y guías de las compuertas. A pesar de que se sabía de su inconvenie­ncia, dice la Contralorí­a, se decidió prescindir de dichas estructura­s para cumplir con los plazos del contrato. Esta resultó ser, de acuerdo con la entidad, “una de las decisiones tomadas que mayor impacto causó al proyecto”, sin mencionar que incrementó de forma importante su costo.

Lo que sigue en esta historia fue registrado por todo el país con la alarma sobre la tragedia que pudo haber sido, pero que por fortuna no fue.

Este apartado de la investigac­ión de la Contralorí­a concluye diciendo que “la contingenc­ia no obedecio exclusivam­ente a una causa externa, sino que la misma fue producto de defectos constructi­vos, problemas en el seguimient­o y control de las obras, como consecuenc­ia de la ejecucion acelerada de las obras para intentar cumplir a toda costa con una fecha de entrada de generacion de energia”.

››La tesis macro de la Contralorí­a es que toda la obra arrastró un pesado lastre de incumplimi­entos, problemas de ejecución, gerencia y responsabi­lidades que fueron llevando hacia el ineludible resultado del retraso en la entrada en operación de la hidroeléct­rica.

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/AFP La central hidroeléct­rica debió comenzar a generar energía en 2018.

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