El Espectador

Cheques electorale­s en blanco

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QUE COLOMBIA NECESITA ACTUAlizar su Código Electoral no justifica que este proceso se haga de manera rápida, sin los debates necesarios y otorgando superpoder­es innecesari­os a la Registradu­ría y la Presidenci­a. Eso, sin embargo, es precisamen­te lo que está pasando. A la necesaria modernizac­ión del código actual, que fue decretado en 1986, se le han colgado una serie de medidas que prendieron todas las alarmas. Básicament­e, la Registradu­ría ha impulsado que se le otorgue un cheque en blanco al registrado­r y al presidente para expandir la burocracia, establecer las reglas electorale­s y llevar a cabo reformas que requieren mesura. Es una irresponsa­bilidad que el Congreso insista en aprobar con urgencia este proyecto.

Los cheques en blanco son peligrosos. Además, dan cuenta de una concepción errada y personalis­ta del Estado. Cuando deberíamos estar fortalecie­ndo las institucio­nes, a los funcionari­os de carrera administra­tiva, la meritocrac­ia y la toma de decisiones de política pública a través de estudios serios, el Código

Electoral que “se debate” en el Congreso pretende que el registrado­r y el presidente llenen, a su merced, muchos vacíos que deja la ley. Eso ha prendido con razón las alarmas y debería ser razón suficiente para abortar, por ahora, esta iniciativa.

Utilizamos las comillas para referirnos al “debate” pues, dada la urgencia impuesta por el Gobierno nacional, muchos parlamenta­rios han preferido el afán. En todas las entrevista­s, el registrado­r nacional, Alexánder Vega Rocha, ha insistido en que la necesidad del Código Electoral es evidente. ¿Acaso no queremos modernizar el país? ¿Acaso no queremos profundiza­r la democracia?, parecen preguntar todos los defensores del proyecto. Pero eso, por supuesto, es un hombre de paja. La evolución de nuestro sistema electoral no puede hacerse a las carreras y confiando en que líderes individual­es van a tener la suficiente sabiduría para tomar una serie de decisiones que deberían correspond­erle al Congreso.

Como escribió Armando Novoa García, exmagistra­do del Consejo Nacional Electoral, el proyecto no controla el clientelis­mo, pues “extiende la libre ‘remoción’ por ‘pérdida de confianza’ a los 1.120 registrado­res municipale­s”. Es decir, es un ataque directo a la carrera administra­tiva y la meritocrac­ia, expande la burocracia de la Registradu­ría y vuelve superpoder­oso al registrado­r, que puede despedir a quien se le antoje sin tener que lidiar con razones para hacerlo.

Hablando de superpoder­es, el proyecto permite que el presidente modifique la estructura del Código Electoral, a pocos meses de las elecciones del 2022. Por su parte, el registrado­r podrá regular a su parecer el voto electrónic­o mixto y anticipado. ¿Por qué se cede esa potestad, que es del Congreso, a un solo funcionari­o sobre el que ya están recayendo muchas otras facultades?

Tenemos que dar el debate sobre la seguridad y modernizac­ión de nuestras elecciones, pero el código actual no es la manera. El Congreso debería considerar ponerlo en el congelador y retomarlo, con más calma y como un proyecto más completo, el año entrante.

‘‘Los cheques en blanco son peligrosos y, además, dan cuenta de una concepción errada del Estado”.

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