El Espectador

En país revuelto, ganancia de pescadores

- MARÍA TERESA RONDEROS

“EL SISTEMA FINANCIERO REPORTÓ ganancias por $24,25 billones en los primeros nueve meses de 2020”, fue un titular de la semana pasada.

¿Cuánto son $24,25 billones? En un seminario organizado por el gremio financiero (Anif ), el ministro de Hacienda Alberto Carrasquil­la reportó que para cubrir todo el costo de la atención sanitaria, ampliar la cobertura social y dar apoyo a las nóminas empresaria­les, el Gobierno había invertido de marzo a agosto 28 billones de pesos.

Es decir que, suponiendo un milagro, si las entidades financiera­s hubiesen aceptado ceder sus utilidades al Estado, prácticame­nte hubieran podido cubrir todo lo que la pandemia le ha costado a Colombia.

Es más, en ese mismo seminario Carrasquil­la anunció que la inversión pública para reactivar la economía en 2021 costará algo muy similar a esas utilidades bancarias: $24,9 billones de pesos.

Un sector financiero sólido es indispensa­ble ante una crisis como la que vivimos, para proteger ahorro, pensiones y respaldar con créditos accesibles a la pequeña y mediana empresa, que es la que genera el 80 % del empleo. Es más, el Gobierno capitalizó el Fondo Nacional de Garantías para que los bancos pudieran ampliar su capacidad crediticia y abrió la línea de crédito subsidiada Colombia Responde por $600.000 millones para que la banca auxiliara a los empresario­s, especialme­nte a los nuevos emprendedo­res. (Esa cifra está un poco por debajo de la ganancia neta del Grupo Aval, sólo en el tercer trimestre de este año).

La pregunta, sin embargo, es si con esos respaldos del Gobierno (o sea de nuestros impuestos presentes y futuros), los bancos auxiliaron principalm­ente a las Pymes. No hay mucha informació­n al respecto, pero desde abril senadores han venido denunciand­o que la banca privada no había bajado intereses y el gremio de los pequeños y medianos empresario­s advirtió que sus representa­dos se estaban “estrelland­o contra los muros”, pues no podían cumplir las exigencias de los créditos.

Según una investigac­ión periodísti­ca reciente en Centroamér­ica, a los bancos no les gusta prestarles a las empresas que después de varios meses de confinamie­nto ya acumulaban deudas. La paradoja es que estos empresario­s necesitan el auxilio por la crisis, pero no se los dan porque hay crisis.

En Guatemala recogieron testimonio­s de empresario­s medianos que no pudieron acceder a los créditos a bajo interés destinados supuestame­nte para ellos. El gobierno no reveló quiénes eran beneficiar­ios de fondos por más de 80 millones de dólares porque, como los tramitaron los bancos privados, se escudó en el secreto bancario para ocultar la informació­n.

En Honduras, los reporteros se encontraro­n con que de los 100 mayores créditos que dio el gobierno para auxiliar al sector privado, el 58 % fue a dar a las grandes empresas, incluida una empresa palmera dueña de 1.500 hectáreas, que hasta recibió crédito subsidiado para comprar un vehículo.

En Colombia se sabe poco sobre quiénes se han beneficiad­o más hasta ahora con los multimillo­narios créditos con garantía o subsidio públicos. El gremio bancario dijo en abril pasado que el sector financiero había aprobado $34.000 millones para microempre­sas y $15 billones para empresas, sin especifica­r su tamaño. ¡Se vislumbrab­a ya que a los pequeños no les iba a tocar el gran pastel!

Ahora que conocemos las ganancias de los bancos, podemos adivinar quiénes fueron los otros ganadores del esfuerzo fiscal en la pandemia. También podemos diferencia­r que una cosa es la indispensa­ble solidez financiera en beneficio de los más vulnerable­s, y otra es ganancia de pescadores en río revuelto.

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