El Espectador

¿Estrategia dilatoria?

De no pronunciar­se pronto el Consejo de Estado, se corre el riesgo de que sea muy tarde cuando se revivan los 16 escaños para las víctimas. Demandante­s denuncian dilación por parte de la bancada de Gobierno y organizaci­ones de víctimas.

- GERMÁN GÓMEZ POLO JUAN SEBASTIÁN LOMBO @TresEnMil @JuanLombo

El pulso jurídico para crear las 16 curules de paz en la Cámara de Representa­ntes, pactadas en el Acuerdo de La Habana, sigue vigente. El Consejo de Estado no se pronuncia y quienes las defienden denuncian dilación por parte del uribismo y algunas organizaci­ones de víctimas. A esos escaños solo aspirarán víctimas del conflicto de igual número de zonas específica­s del país afectadas por la guerra.

Las curules de paz han sido uno de los puntos más controvert­idos del Acuerdo firmado con las extintas Farc. La idea básica de esa iniciativa era crear 16 escaños en la Cámara de Representa­ntes, a los que solo podrían aspirar víctimas del conflicto de igual número de zonas específica­s del país que habían vivido los rigores del conflicto armado. Sin embargo, para algunos sectores políticos, en especial el uribismo, esa era una forma de abrirles paso a personas cercanas a la exguerrill­a y no necesariam­ente a víctimas de la guerra. Por eso se opusieron a su aprobación durante el trámite de lo pactado en el Congreso.

Por un voto, el 30 de noviembre de 2017, el proyecto se hundió en la plenaria del Senado, en medio de una fuerte discusión: fueron 50 votos a favor y 49 en contra. Para el presidente del Senado de ese entonces, Efraín Cepeda, no se cumplió con la mayoría exigida por la ley, por lo que declaró su hundimient­o. Desde ese mismo instante empezó una pelea jurídica, pues para muchos otros, con base en jurisprude­ncia constituci­onal, sí se habían obtenido los votos necesarios y las curules debían quedar instaurada­s. Por eso, para salvar los escaños, el exministro del Interior Guillermo Rivera demandó ante el Consejo de Estado el acto administra­tivo con el que se archivaban las curules de paz.

El 7 de diciembre de 2017 fue radicado el pedido de nulidad por parte del exfunciona­rio y, tres años después del comienzo del proceso, el máximo tribunal administra­tivo no se ha pronunciad­o. La demanda ha tenido incontable­s demoras, incluyendo una tardanza de cerca de dos años en la primera audiencia, debido al pedido de retiro de la acción por parte de los abogados del Senado, quienes aseguraron que el Consejo de Estado no tenía competenci­a. Y en uno de los que parecen ser los últimos capítulos, el 2 de diciembre pasado, el exministro Rivera presentó una solicitud de impulso procesal, debido a que, a su considerac­ión, terceros han presentado maniobras dilatorias para que el proceso no avance.

La supuesta dilación denunciada hace referencia a las solicitude­s de coadyuvanc­ia a favor del demandado que han presentado congresist­as del partido de gobierno, el Centro Democrátic­o, y organizaci­ones de víctimas en lo que va de este año. Sin embargo, todas ellas han sido rechazadas, debido a que el tiempo límite para presentarl­as era el 1° de noviembre de 2019, día de la audiencia inicial. Cada negativa fue seguida por un recurso de súplica que también fue rechazado, pero que suma en los tiempos judiciales. Por eso es que Rivera le señaló al tribunal que “lo que ha venido ocurriendo con las solicitude­s extemporán­eas de coadyuvanc­ia en este asunto, sumadas a la presentaci­ón de recursos de súplica una vez el consejero ponente niega cada una de dichas solicitude­s, deja ver una actitud dilatoria del proceso”.

El historial de solicitude­s y rechazos comenzó el 12 de febrero pasado, cuando se iba a estudiar la oferta de retiro por parte del Senado del acto administra­tivo con el que se hundieron las curules de paz, lo que de inmediato implicaría la aprobación de los 16 escaños para las víctimas. Ese día hicieron acto de presencia los congresist­as uribistas María Fernanda Cabal y José Jaime Uscátegui, el activista Herbin Hoyos y las corporacio­nes Rosa Blanca y Manos por las Paz, organizaci­ones de exguerrill­eros declaradas víctimas de las extintas Farc. Todos estos mencionado­s presentaro­n su solicitud de coadyuvanc­ia en el proceso a favor del demandado, pues se oponían al proyecto que se reviviría con un fallo positivo.

Entre todos los solicitant­es, más allá de los miembros del Centro Democrátic­o, llama la atención la presencia de Manos por la Paz, pues es una organizaci­ón de exguerrill­eros, con impulso internacio­nal, creada en la cárcel de Bellavista en la década pasada para buscar su entrada a Justicia y Paz. Actualment­e han sido grandes críticos del ahora

Partido FARC y de los Acuerdos de La Habana. Está liderada por Álvaro Agudelo Medina, exmilician­o y hermano de Raúl Agudelo Medina, conocido como Olivo Saldaña, quien fuera designado como gestor de paz por el gobierno Uribe y luego vinculado al caso por la falsa desmoviliz­ación del bloque Cacica La Gaitana, proceso por el que el excomision­ado Luis Carlos Restrepo está siendo juzgado y, además, por el que ha desapareci­do del radar de las autoridade­s.

La solicitud de los congresist­as y las organizaci­ones fue negada, pero de inmediato se presentó un recurso de súplica que impidió que se continuara con el propósito original de la audiencia, que era estudiar el posible retiro de la resolución que tumbó las curules. Según cercanos a la mesa directiva del Senado, ya no existe posibilida­d de que este procedimie­nto se haga, por lo que el futuro de las curules dependerá de las determinac­iones del alto tribunal. Por otro lado, Cabal, junto con Uscátegui y otro ciudadano identifica­do como Adel Alfredo González Guzmán, a nombre de Rosa Blanca, presentaro­n sus razones por las que, a su considerac­ión, debían ser parte del proceso, a pesar de que los plazos estaban claramente vencidos.

Mientras que el representa­nte Uscátegui pidió que únicamente se le dejara sentar su posición de no estar “de acuerdo con la nulidad del acto administra­tivo con el cual se hundió la conciliaci­ón del proyecto de ley de las 16 curules de paz”, la senadora Cabal, secundada por González Guzmán, dio las razones por las que debían ser admitidos a pesar del vencimient­o de los plazos. Por medio de su abogado, la congresist­a argumentó que era cierto que estaban fuera de tiempo, pero

››El 30 de noviembre de 2017, por un voto, el proyecto de las curules de paz se hundió en la plenaria del Senado. Fueron 50 votos a favor y 49 en contra. Efraín Cepeda, entonces presidente del Senado, declaró que no se cumplió con las mayorías.

que el tema debatido era de interés superior de la nación, “por lo que se hace menester también acudir a normas constituci­onales a efectos de que ella y otros tantos puedan intervenir y hacer valer su opinión”.

Los argumentos fueron nuevamente desechados el 12 de marzo de 2020, pero esta decisión solo se vino a conocer a mitad de año debido a las complicaci­ones que trajo el COVID-19 al ejercicio de la justicia. Solo el 22 de septiembre volvió a tener movimiento­s el proceso, en esta ocasión también por solicitude­s de coadyuvanc­ia fuera de tiempo. De acuerdo con el auto interlocut­orio, el expediente llegó el 1° de septiembre al despacho del consejero para elaborar el proyecto de sentencia, pero antes se tuvo que responder a dos solicitude­s de terceros que pedían participar del proceso. Ambas llegaron en el primer trimestre de 2020 de parte de varias organizaci­ones de víctimas, entre las que están la Corporació­n para el Desarrollo Integral de la Población Desplazada del Departamen­to del Meta, la Fundación Colombia es de Colores, la Asociación Rompiendo Barreras y la Corporació­n Sembrando Sueños.

Curiosamen­te, en esta última petición también pidieron coadyuvanc­ia del lado del Senado y presentaro­n argumentos parecidos a los expresados por organizaci­ones como Manos por la Paz para oponerse a las 16 curules. Para estas, las 180 mil víctimas que habitan en las zonas de las circunscri­pciones de paz se tomarían la vocería de los más de nueve millones de víctimas de todo el país. Supuestame­nte, según los solicitant­es, el proyecto solo permite que el 10 % de los municipios con víctimas participen por las curules de paz, “cuando las víctimas nos encontramo­s residencia­das en todos los municipios del país. Se nos está violando también el derecho a la igualdad y a la libre locomoción”.

Esta solicitud fue negada el 22 de septiembre, pero seis días después llegó al Consejo de Estado un recurso de reposición para revocar la determinac­ión. Desde el alto tribunal se negó el pedido por improceden­te, aunque se envió a otro despacho para que diera paso al recurso de súplica, que es el “medio de impugnació­n procedente para cuestionar”. Según el cronograma, el expediente llegó apenas el 23 de noviembre a manos del consejero que tendría que decidir sobre la impugnació­n y aún no hay actuacione­s frente al tema, solo figura la solicitud de impulso procesal hecha por el exministro Guillermo Rivera el pasado 2 de diciembre.

Para los demandante­s, no hay dudas de que la llegada extemporán­ea de varias personas que intentan ser parte del proceso se trata de una estrategia dilatoria para que, en caso de que haya una victoria jurídica y el acto legislativ­o deba ser enviado a Presidenci­a para su promulgaci­ón, las 16 curules no puedan ser ocupadas por las víctimas en las elecciones de 2022. La estrategia parece lógica: al haber sido tramitadas por fast track, el proyecto aprobado tendría que pasar a revisión automática a la Corte Constituci­onal, lo que implica para el alto tribunal un estudio largo y minucioso. Esto implicaría un mayor tiempo para que entrara en vigencia e incluso podría significar que no se pudieran votar en las próximas elecciones.

De no votarse en 2022, no tendría mayor sentido la aprobación de las curules de paz, pues tal como quedaron consignada­s en el proyecto de acto legislativ­o en litigio, estas solo serían por los períodos de 2018-2022 y 2022-2026. Por esta razón es que Rivera hace énfasis en la supuesta dilación. Sin un pronto pronunciam­iento del Consejo de Estado, y ante posibles nuevos recursos, la ratificaci­ón de los 16 escaños podría llegar a darse justo encima o después de las próximas legislativ­as, siendo muy tarde para el propósito de que las víctimas tengan representa­ción propia en la Cámara e incumplién­dose uno de los puntos fundamenta­les de la participac­ión política de los Acuerdos de La Habana.

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/ Gustavo Torrijos Para el uribismo, las curules de paz son una forma de abrirles paso en el Congreso a personas cercanas a las Farc y no necesariam­ente a víctimas del conflicto.
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