El Espectador

Treinta años del ataque a Casa Verde

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El mismo día en que el país elegía a los 72 delegados a la Asamblea Nacional Constituye­nte, el Gobierno ejecutó un ambicioso operativo contra el histórico campamento de la guerrilla. Tras la operación, la insurgenci­a se dispersó y la confrontac­ión adquirió un carácter nacional.

El operativo había empezado en realidad un mes antes y se dirigió contra el Estado Mayor del Bloque Oriental, conocido como “Embo”. El 9 de noviembre de 1990, las primeras bombas que soltaron los aviones Kfir del Ejército cayeron sobre el sitio conocido como “Hueco Frío”, sobre el río Cafre, en el municipio de Mesetas (Meta), donde estaba la dirigencia del Bloque Oriental, encabezada por Jorge Briceño, el Mono Jojoy. Esa operación militar se conocería después como la primera fase de la Operación Centauro o Colombia, que en su segunda etapa tendría como objetivo principal el campamento de Casa Verde, que albergaba a la máxima instancia de decisión de las Farc: el Secretaria­do.

Ese primer bombardeo a “Embo” era la confirmaci­ón, para los líderes de la guerrilla, de que el Gobierno colombiano iba cerrando el cerco sobre Casa Verde. Durante los últimos meses de 1990, desde el

Centro Administra­tivo Nacional (CAN), en Bogotá, los generales Luis Eduardo Rocca Michel y Manuel Alberto Murillo, comandante­s de las Fuerzas Militares, habían planeado atacar Casa Verde. Cuando le presentaro­n al expresiden­te César Gaviria y a su asesor de seguridad, Rafael Pardo, su decisión militar de bombardear­los, le afirmaron que con esta estocada acabarían con el Secretaria­do.

El nuevo Gobierno dio su espaldaraz­o, como un mensaje para este grupo armado, que recienteme­nte se había sentado a negociar la paz con los gobiernos de Belisario Betancur y Virgilio Barco, justo en esta zona. Los Acuerdos de La Uribe (1984) se fueron a pique y Gaviria consideró oportuno mostrar su mano firme ante una guerrilla que se movía con libertad por esa zona del país.

“Casa Verde era un símbolo, era el santuario de la guerrilla. Nunca había entrado un militar. Era inexplorab­le. Era un golpe militar que presentaba claramente la posición del Gobierno sobre futuros y también era una retaliació­n por el atentado contra Manuel Jaime Guerrero, exministro de

Defensa. Era una forma de mostrar su poderío militar”, asegura el periodista William Calderón, quien fue correspons­al del Noticiero de las 7 en el operativo.

De acuerdo con los reportes militares, los soldados salieron acompañado­s con toda la artillería militar: dos K-fir, nueve aviones AT-37, dos aviones AC-47 cargados con bombas, además de siete helicópter­os artillados UH-60, cinco helicópter­os UH-1H y dos BELL 212, y la lista seguía. Hasta ahora, quienes lideraron la Operación, como el general Humberto Correa, insisten en que fue un operativo sin precedente­s, ejecutada por 7.000 hombres.

Sin embargo, hoy, sin armas y con la posibilida­d de relatar qué sucedió desde su lado, los ex-Farc dicen que en los campamento­s de Casa Verde estaban preparados. “Todos los días, a las 5:00 a.m., teníamos que subirnos a las trincheras que habíamos montado en la parte más alta de la cordillera. Si llegaban las 8:00 a.m. y no habían atacado, nos bajábamos otra vez a los campamento­s”, afirma desde el espacio de reincorpor­ación de Caldono (Cauca) Marcela González, una exguerrill­era de las Farc que para la época del bombardeo a Casa Verde fungía como enfermera del grupo insurgente y sería una de las que atendería a los heridos ese 9 de diciembre. “Que fueron contados”, sostiene, ante la versión que tomó fuerza de que en el operativo se habría dado de baja a incluso más de un centenar de guerriller­os.

Su versión, que cuestiona los alcances reales del operativo contra Casa Verde, la comparte Mauricio Jaramillo, el Médico, para la época encargado de salud en las Farc y quien dos décadas después se convertirí­a en el último comandante del Bloque Oriental. Según él, la avanzada del Ejército sobre el campamento del Secretaria­do ya la había advertido a la tropa Manuel Marulanda Vélez, e incluso Jacobo Arenas, máximo ideólogo de las Farc y quien murió justamente en esa zona apenas cuatro meses antes del operativo, el 10 de agosto de 1990.

“Por eso no fue tan determinan­te eso. Nosotros estábamos preparados, diseminado­s y distribuid­os por el área”, agrega. El Secretaria­do para la época lo componían Manuel Marulanda, Raúl Reyes, Alfonso Cano y Rodrigo Londoño o Timochenko. Según testimonio­s de quienes vivieron el bombardeo, en la zona solo permaneció el primero, quien dirigió la resistenci­a al ataque, mientras que los demás ya se habían replegado más adentro del páramo de Sumapaz, entre Meta y Cundinamar­ca.

El punto sobre el que principalm­ente cayeron las bombas ese día fue lo que la guerriller­ada conocía como “El Pueblito”, en el cañón del río Duda, en la parte baja del río. Allí era donde permanecía el Secretaria­do. Tras la embestida del Ejército, la insurgenci­a inició el repliegue y salieron hacia el río Papamene, que desemboca al río Guayabero, a donde se dirigió el Secretaria­do.

La operación fue cuestionad­a después “incluso por altos mandos militares de la época, quienes no solo criticaron que no se lograran bajas, sino que también evidenciar­on los problemas de haber dispersado a la guerrilla”, asegura William Calderón. Aunque era un golpe simbólico, luego se convirtió en una desventaja militar.

Aunque para algunos antiguos guerriller­os el plan estratégic­o de expansión estaba trazado incluso desde la VI Conferenci­a de ese grupo insurgente, realizada en 1978, y luego afianzado en la VII en 1982, lo sucedido en Casa Verde fue el detonante mayor para llevar a cabo el desdoblami­ento de varios frentes en distintas regiones del país. Incluso esa proyección se había concretado en el pleno del Estado Mayor en 1989.

Por un lado, entonces, el Ejército había perdido la oportunida­d de acabar con la dirigencia de las Farc, y por el otro la insurgenci­a veía sepultada la opción de la salida negociada al conflicto, que solo vino a intentar de nuevo una década después con el gobierno de Andrés Pastrana, pero alcanzada 26 años más tarde, cuando esa guerrilla firmó el Acuerdo de Paz con el entonces presidente Santos.

››El expresiden­te César Gaviria consideró oportuno mostrar su mano firme ante una guerrilla que se movía con libertad por el Meta.

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/ Archivo El sitio donde principalm­ente cayeron las bombas fue “El Pueblito”, donde permanecía el Secretaria­do de las Farc.

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