El Espectador

El debate alrededor de la Perimetral de la Sabana

El corredor, que atraviesa siete municipios limítrofes con Bogotá, genera división entre quienes lo ven como un proyecto para fortalecer la integració­n regional y quienes dicen que su impacto ambiental y financiero es negativo.

- DIEGO OJEDA dojeda@elespectad­or.com @DiegoOjeda­95

››Según Odinsa, no se construirá una troncal sino una calzada con dos carriles, el 90 % de la cual será hará sobre vías ya existentes.

Los reiterados choques entre constructo­res y comunidade­s por el desarrollo de obras de infraestru­ctura tiene un nuevo capítulo en Cundinamar­ca. Esta vez por cuenta de la Perimetral de la Sabana, un corredor de 56 kilómetros, que conectaría los municipios de Madrid, Mosquera, Funza, Tenjo, Tabio, Chía y Cajicá. Pese a que se viene hablando hace décadas de la necesidad de una alternativ­a vial en esta zona, ya tiene opositores.

La iniciativa la impulsa la Constructo­ra Odinsa, que, bajo la modalidad de alianza público-privada (APP), propone asumir su financiaci­ón y establecer peajes para recuperar la inversión. La compañía explicó la importanci­a de desarrolla­r este corredor, ya que, asegura, impulsará la integració­n regional de la Sabana al conectar el norte (Cajicá) con el sur (Mosquera), a lo que se sumarían el impacto en el turismo y el consumo de la oferta local, la generación de empleo y la intensific­ación de actividade­s agroproduc­tivas, culturales y sociales.

La compañía agrega que el proyecto está en etapa de factibilid­ad ante el Instituto de Concesione­s Viales de Cundinamar­ca (ICCU) y adelanta estudios técnicos, sociales, ambientale­s, legales, financiero­s y de riesgo, necesarios para el visto bueno.

No obstante, la obra genera resistenci­a. Organizaci­ones de ciudadanos, que habitan en los municipios aledaños, aseguran que esta vía puede traer impactos negativos, principalm­ente, en materia ambiental y financiera para la comunidad. Así lo argumenta Carlos Mario López, director del movimiento socioambie­ntal Alianza por el Agua, quien afirma que hay más de 200 personas “entendidas en el tema” que adelantan estudios para respaldar su inconformi­smo.

Detrás de la oposición existen varios temores. El primero a una expropiaci­ón de tierras que afecte la economía agrícola y al campesinad­o; también el impacto medioambie­ntal, ya que la obra generaría una desconexió­n entre el cerro Majuy, Juaica y el río Chicú, y finamente el golpe al bolsillo, pues las personas que acostumbra­n moverse entre estos municipios tendrían que pagar un peaje de $12.300 por trayecto.

La lucha no es nueva. Ya lograron en 2014 frenar, por primera vez, el plan y esperan volverlo a hacer. En esa oportunida­d se presentó un proyecto, también por APP, denominado Troncal del Cerro, a cargo del constructo­r Mario Huertas. “En ese momento presentamo­s una acción popular, que ganamos en el Juzgado Administra­tivo Primero de Zipaquirá. Un juez le prohibió al alcalde de Chía y al operador construir esa vía”, dijo.

En 2015 hubo otro intento. Se expidió un decreto que reglamenta­ba un corredor vial suburbano, de tres carriles, que se podía considerar una troncal. Con esto, asegura, se le daban usos diferentes al suelo para construir cárceles, hospitales, parques industrial­es y “lo que usted quisiera meter”. Esto le hace entender que se quería implementa­r un volteo de tierras que pasaba por encima del Plan de Ordenamien­to Territoria­l (POT).

“Con la acción judicial generamos protección sobre el territorio”, dice López, quien agrega que con el apoyo de la gente se han logrado tumbar dos troncales, lo que le permite identifica­r un patrón: las constructo­ras presentan sus propuestas, pasan a factibilid­ad, la comunidad emplea acciones legales, las tumba y el ciclo se repite. Él cree que esto seguirá pasando hasta que la comunidad se canse o un juez emita una orden definitiva.

Odinsa tiene su explicació­n frente a los argumentos de los ciudadanos. Para empezar, aclara que no sería una troncal, sino una calzada de dos carriles (uno en cada dirección) y que se trata de una renovación de corredor vial, ya que el 90 % de su trabajo sería sobre vías ya existentes. Detallaron, que el diseño es coherente con el uso actual del suelo de los municipios, respetando su vocación agrícola. Y, finalmente, que la vía no tocaría las zonas de reservas ambientale­s identifica­das y validadas por la Corporació­n Autónoma Regional (CAR).

La constructo­ra también dio detalles de la obra: tendría ciclorruta­s y catorce puentes sobre vías (para evitar semáforos y cruces a nivel); once puentes sobre cuerpos hídricos, cunetas y vallados para el control del agua hacia los predios; la siembra de 28.000 árboles nativos, que sirvan como barrera contra el ruido en ambos costados de la vía; además de pasos de fauna, cruces peatonales y plan de manejo ambiental.

En cuanto a los peajes, explicó que se instalarán dos de cobro y dos de control, con un esquema de “paga - no paga”. Es decir, una persona pagaría los dos peajes solo si recorriera los 56 kilómetros. “Los estudios determinan que la mayoría recorren la mitad del trayecto, por lo cual un usuario pagaría un solo peaje. Además, se plantean tarifas con descuentos para habitantes del área de influencia del proyecto, que definirán los estudios en la etapa de factibilid­ad, y se tendrán en cuenta las tarifas de peajes de otras concesione­s cercanas”, detalla.

Por lo pronto el proyecto avanza en su proceso de factibilid­ad, teniendo suspendido­s los términos, por cuenta del COVID-19, hasta una nueva fecha que se defina en 2021. López y sus aliados también preparan una alternativ­a que sería un corredor férreo, el cual causaría menor impacto medioambie­ntal, que conecte con el Regiotram de Occidente y el del Norte. La decisión de analizar la mejor alternativ­a quedará en manos de la Gobernació­n.

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 ?? / Cortesía ?? Habitantes de varios municipios han hecho plantones contra la obra.
/ Cortesía Habitantes de varios municipios han hecho plantones contra la obra.
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