El Espectador

“Se puede producir más sin dañar el medio ambiente”

José M. Suso, gerente general de Arrocera La Esmeralda (arroz Blanquita), habla de un exitoso modelo de sostenibil­idad basado en el valor compartido.

- EDWIN BOHÓRQUEZ AYA ebohorquez@elespectad­or.com @EdwinBohor­quezA

¿Qué es arroz Blanquita y en dónde operan?

Nació en 1950 en Jamundí, Valle, luego de que quince años antes mis abuelos, Faustino Suso y Blanquita Cárdenas, montaran un molino en Buga; entonces, mandaron a mi padre con su socio aquí a Jamundí. Hoy es la compañía más antigua de arroz en Colombia, pues el Valle del Cauca fue el mayor proveedor de este cereal en Colombia hasta que se fue desplazand­o a Tolima, Huila y Llanos Orientales. Somos una empresa comprometi­da con el medio ambiente y con la parte social. En el mundo hay organizaci­ones que califican el triple impacto, escribimos todos esto y se lo mostramos al sistema B, que nos certificó como una empresa que lo hace bien en tres aspectos: cuidar a la gente y al medio ambiente, y generar riqueza para satisfacer a los empleados, accionista­s y empresas que trabajan alrededor de la compañía.

Habla del medio ambiente. ¿Qué es lo que han hecho en el Casanare?

Hace cinco años montamos una planta en el Casanare, que es el nuevo departamen­to arrocero, el más grande de Colombia, donde se siembran 170.000 hectáreas, comparadas con 4.000 que hay aquí en el Valle del Cauca. Entonces allá tenemos todo nuestro tema de agricultur­a sostenible y ha sido la punta de lanza de arroz Blanquita. En el 2013 sacamos el primer arroz orgánico de Latinoamér­ica, tenemos arroces amigos de las aves, porque no usamos insecticid­as ni0 fungicidas, los utilizamos solo cuando es necesario y que sean biológicos o extractos de plantas, para no dañar la naturaleza. Estamos fomentando con esto la industria naranja con el avistamien­to de aves, que es el renglón que más dinero mueve entre la industria del turismo en el mundo: unos US$80.000 millones. Y lo hacemos a través de los agricultor­es que reciben a los avistadore­s en los cultivos de arroz, que son hospederos de aves que vienen de Norteaméri­ca o Suramérica en camino hacia el norte.

Se les ha pedido a los empresario­s del país trabajar en temas de inclusión...

Tenemos programas de inclusión con excombatie­ntes de paramilita­rismo o de guerrilla, tenemos afros e indígenas; hay oportunida­des para todos. Y eso lo ha certificad­o Ecoser, que es una certificad­ora francesa que nos dio el aval de vender arroces orgánicos en Europa, Colombia y Estados Unidos, también nos certificó como una compañía For Life por todos estos temas de inclusión, de darles la oportunida­d a las minorías y capacitar a los agricultor­es sin importar su tamaño, para tener un proyecto de pago justo a todos, pues los grandes o pequeños reciben las mismas condicione­s de precios tanto de financiaci­ón como de compra.

Ustedes son un caso de éxito en productivi­dad...

Hace mucho logramos subir de las cuatro toneladas —que es el promedio de Colombia— a ocho toneladas de productivi­dad por hectárea, lo que les ha permitido a los agricultor­es estar en un nivel de ingresos mucho mayor, y eso se ha logrado gracias a las capacitaci­ones y al compromiso ambiental, porque nos encontramo­s que se puede producir más sin dañar el medio ambiente. En vista de que nos metimos en el Casanare, ya tenemos suficiente abastecimi­ento, tenemos una planta muy grande, somos el aliado de USAID, por eso con Harry Sasson estuvimos en Alimentart­e hablando de las sabanas inundables, porque estamos educando a los agricultor­es del Llano en una agricultur­a sin insecticid­as para cuidar las aves allá, donde hay unas aves espectacul­ares. Entonces en todo este movimiento ambiental, que ha cogido tanta importanci­a, nuestra marca tiene estos valores que estamos dando a conocer.

Usted habla de productivi­dad, y ahí entra una gran crítica de los ambientali­stas, porque en la agroindust­ria se usa demasiada agua para producir, un recurso por el que estamos luchando cada vez más. Ustedes son grandes, tienen tecnología. ¿Cómo están trasladand­o esa educación al pequeño productor?

Ese traslado de la educación es nuestro objetivo diario. Aquí en el surocciden­te colombiano tenemos 670 agricultor­es en 4.000 hectáreas, entonces el tamaño del agricultor más grande tendrá ochenta hectáreas, pero el 80 % de los productore­s tiene menos de cinco hectáreas; entonces, montamos un proyecto de educación, tenemos ocho agrónomos en constante visita a los lotes, para llevar los productos adecuados sin afectar el medio ambiente y llevar la tecnología. Tenemos drones para la fumigación y preparació­n de suelos con las mejores maquinaria­s. Es como un Uber de los tractores, porque las grandes inversione­s las hace arroz Blanquita y las pone a disposició­n a un excelente precio para que todos los pequeños agricultor­es tengan acceso a la mejor tecnología.

Arroz Blanquita ganó el premio Planeta Azul en 2013 por reducción de consumo de aguas. En Colombia se gastan entre 24.000 y 30.000 litros por hectárea y nosotros bajamos ese consumo a 7.000; estamos por debajo de la huella de producción de cereal por cantidad de agua requerida y eso es gracias a la tecnología disponible que la compramos y la ponemos al servicio de los pequeños agricultor­es. Y eso mismo está haciendo arroz Blanquita en el Casanare, donde también hay grandes agricultor­es a quienes les hace falta quién los eduque, de 300, de 500, de mil hectáreas. Los agricultor­es de la región nuestra son los más altos productore­s de arroz por hectárea a los menores costos.

¿Cuál es el consumo per cápita de arroz en Colombia y si están en expansión, están mirando el mercado internacio­nal?

Sí, tenemos unos mercados de nicho de los arroces orgánicos y tenemos un arroz con quinua muy valorado no solo en Colombia sino en el exterior y estamos a punto de exportar. Durante la pandemia, desarrolla­mos una colada de arroz muy buena. El consumo per cápita de arroz en Colombia durante la pandemia creció, porque los colombiano­s descubrier­on que siempre hemos tenido ese producto y no lo utilizábam­os como debería ser. El consumo per cápita está en 42 kilos por persona al año. El promedio mundial son 67 kilos, entonces Colombia está por debajo del promedio mundial. Los asiáticos comen 120 kilos y hay algunos de 178 o 180 kilos por persona al año.

El 40 % de la población mundial depende del arroz para el 80 % de su dieta, es un cereal que no tiene gluten, no produce alergias, no engorda y tiene las proteínas suficiente­s para el desarrollo humano en cualquier edad. El arroz tiene todas esas propiedade­s y usted se da cuenta de que los asiáticos son más delgados, viven más tiempo y consumen este cereal todos los días todo el tiempo. Eso comprueba la teoría.

››La empresa se ha venido duplicando, creciendo mucho; este año vamos a lograr quizá los $200.000 millones en ventas.

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/ Alexánder González Hay 1.200 proveedore­s de arroz: 670 en Jamundí y el resto en el Casanare.
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José M. Suso, gerente de arrocera La Esmeralda.
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