El Espectador

Una retrospect­iva de Beatriz González

- ATALAYA JUAN DAVID ZULOAGA D. @D_Zuloaga, atalaya.espectador@gmail.com

TERMINÓ EL 8 DE DICIEMBRE LA REtrospect­iva que de Beatriz González realizaron el Pérez Art Museum de Miami y The Museum of Fine Arts de Houston, en asocio con el Banco de la República, en el Museo de Arte Miguel Urrutia.

La muestra —que reunía obra de todos los períodos de su fecunda trayectori­a— ofrecía un panorama completo, pues iba desde sus inicios con la Versión de la rendición de Breda III (cuadro que pintara la artista en el último año de su formación en artes plásticas en la Universida­d de los Andes en 1962) hasta sus pinturas más recientes, pasando por sus telas de denuncia política y sus muebles intervenid­os. Se incluyó también la gran tela que se expuso en la Bienal de Venecia del año 1978, titulada Telón de la móvil y cambiante naturaleza, una reproducci­ón y parodia de El almuerzo sobre la hierba de Édouard Manet, y, a juicio de la propia Beatriz González, es la mejor exposición que la pieza ha tenido hasta la fecha (cuando se presentó en la bienal fue necesario recogerla y plegarla ligerament­e porque las dimensione­s de esta excedían las del espacio). De sus trabajos monumental­es pudo apreciar también el espectador su peculiar homenaje al Guernica de Picasso; tampoco quedó por fuera de la muestra su icónica tela Los suicidas del Sisga, dos de las tres variacione­s que hizo la maestra fueron expuestas (la tercera integra una colección privada en Estados Unidos).

Los suicidas del Sisga constituye­ron, sin duda, un punto de inflexión en la trayectori­a de la artista y fueron basa también de lo que habría de venir después: la existencia de uno o de varios modelos (u originales) de los que se valía para concebir la obra, una paleta que desborda los límites del realismo y que resulta, no obstante, caracterís­tica de períodos enteros de su creación plástica, y una prepondera­ncia de la bidimensio­nalidad en casi todas sus figuracion­es. El cuadro se expuso en el 17° Salón Nacional de Artistas y obtuvo una mención compartida con Antonio Grass.

La retrospect­iva, curada con acierto y gusto por Mari Carmen Ramírez y Tobias Ostrander, culmina en cierta forma un ciclo de exposicion­es monumental­es que comenzaron con su magnífica muestra en el Museo de Arte Contemporá­neo de Burdeos en 2017. Los trabajos más recientes, de clara denuncia política y que encuentran un punto de fuga en la luctuosa toma del Palacio de Justicia en 1985, dejan ver que Beatriz González no ha abandonado su marcado compromiso con el país y muestran también la vitalidad de quien, sin duda, seguirá nutriendo las galerías, las coleccione­s y páginas enteras de la historia del arte colombiano.

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