El Espectador

Pacto por cumplir

Estamos en un momento crucial para enfrentar el mayor y más urgente reto de nuestra historia como especie. Aunque hemos hecho algunos avances, es hora de acelerar el paso, principalm­ente, en combatir la deforestac­ión.

- *Asesora senior de Mission202­0. ISABEL CAVELIER ADARVE*

Se cumplen cinco años del Acuerdo de París, el pacto de cambio climático más importante en el mundo. Colombia, como parte de su compromiso, se propuso reducir en un 51 % sus emisiones para 2030. Isabel Cavelier y el ministro de Ambiente exponen cómo alcanzar la ambiciosa pero necesaria meta.

Mañana 12 de diciembre se cumplen cinco años del Acuerdo de París sobre cambio climático, y Colombia y el mundo se encuentran en un punto de inflexión: es momento para demostrar que aceleramos el paso en la carrera contra el tiempo que actualment­e vivimos para enfrentar el mayor y más urgente reto de nuestra historia como especie.

En los últimos cinco años el mundo ha cambiado radicalmen­te. La ciencia se ha sofisticad­o, y hoy es inequívoca: para alcanzar el objetivo trazado en París de no superar los 1,5 °C de aumento de temperatur­a, debemos lograr tres hitos fundamenta­les: 1. Iniciar el descenso definitivo de emisiones este año. 2. Reducir las emisiones globales a la mitad y restaurar los ecosistema­s durante esta década. 3. Llegar a una economía de cero emisiones netas a mediados de siglo.

La geopolític­a ha dado un vuelco. Tras cuatro años de negacionis­mo en la Casa Blanca, la elección de la dupla Biden-Harris en Estados Unidos sobre una plataforma ambiciosa en materia climática selló una tendencia irreversib­le, a la que se sumó China en septiembre pasado con el anuncio unilateral de que logrará la carbono neutralida­d antes de 2060. Muchos han seguido el ejemplo, como la UE, Japón y Corea, y aunque falta precisión sobre los planes y trayectori­as para llegar allá, es evidente que la política climática ya es un asunto central que define movidas macro de geopolític­a global.

La economía y tecnología han avanzado en la senda de la descarboni­zación a un paso tan acelerado que superó todas las prediccion­es. Hoy Bloomberg calcula que 2019 probableme­nte haya sido el año del pico de las emisiones relacionad­as con el sector de la energía (es decir que a partir de ahora irán en descenso definitivo), y el aumento exponencia­l en el despliegue de renovables es noticia ubicua. Los mayores inversioni­stas del mundo tomaron nota y se han comprometi­do a lograr portafolio­s totalmente descarboni­zados a mediados de siglo, con metas de corto plazo que lo garanticen.

En Colombia se mantienen los principale­s retos que teníamos hace cinco años. Aunque hemos hecho algunos avances, es momento de acelerar el paso. La tendencia que no podemos pasar por alto en los últimos cinco años es el vertiginos­o incremento de la deforestac­ión. Aunque las cifras de 2019 han sido presentada­s como un avance tímido, lo cierto es que tras la adopción de los Acuerdos de Paz, la pérdida de bosque natural en el país es alarmante. Dada la importanci­a de nuestros bosques para la regulación del clima global, este rubro debe ser la principal preocupaci­ón y prioridad. Los esfuerzos han sido hasta ahora insuficien­tes para controlar este fenómeno devastador.

Otro sector importante es el de la generación de energía eléctrica, en el que hemos visto movimiento en ambas direccione­s: por un lado y de manera muy positiva hemos avanzado en la agenda de las renovables, con subastas exitosas e incremento­s modestos en la penetració­n. Por otro lado, es una alerta muy negativa que al mismo tiempo, estemos consideran­do un incremento en la capacidad de generación de energía con base de carbón, en vez de estar diseñando un plan para la transición paulatina y el final decomiso de estas plantas. No será fácil dejar la dependenci­a del carbón ni será algo automático, razón por la cual es importante planear esta transición con tiempo. En este aspecto, aún nos falta mucho trecho por recorrer.

Otra transición importante es la del sector del transporte. La movilidad eléctrica es tendencia global, y aunque en oportunida­des los costos iniciales son elevados, los beneficios son inmensamen­te superiores no solo en términos de reducción de emisiones, sino también en ahorro efectivo de recursos que hoy gastamos en la atención a las afecciones de salud prevalente­s en nuestras ciudades, provocadas o agravadas en gran medida por la mala calidad del aire. Las metas del país en este aspecto pueden mejorar, especialme­nte los incentivos (tributario­s, por ejemplo), para impulsar también la electrific­ación del transporte privado.

La lista es larga, pues se trata de una transición que cubre toda la economía. El sector agropecuar­io, el de residuos y los procesos industrial­es asociados a la construcci­ón, entre otros, requieren avanzar a mejor ritmo en su conversión a prácticas que impulsen la prosperida­d y, a la vez, provean condicione­s apropiadas para enfrentar el cambio climático.

El balance en el país es mezclado: estamos bien orientados. Tenemos metas internacio­nales ambiciosas (incluyendo la excelente noticia del aumento significat­ivo de la contribuci­ón de Colombia al Acuerdo de París que anunció el presidente Duque) y políticas públicas con buenos objetivos. Pero nos falta demostrar resultados. Es el reto de siempre: pasar del papel a la realidad es difícil, y más aún hacerlo de manera acelerada. Esta vez, sin embargo, no podemos darnos el lujo de colgarnos con la implementa­ción. No se trata de una meta más, un papel más, una ley más; se trata de mantener la puerta abierta a un futuro viable. Por eso es momento de acelerar. De volcarnos hacia adentro, y gastar todo el capital político necesario para lograr una implementa­ción exitosa.

Los ciclos electorale­s cortos no facilitan esta tarea, ya que se trata de una agenda de Estado y de largo plazo que requiere inversione­s hoy, pero cuyos resultados veremos más adelante. Tenemos que superar la tragedia del horizonte en que decisiones políticas cortoplaci­stas pretenden resolver asuntos de largo plazo, pero fracasan por priorizar réditos electorale­s o retornos financiero­s inmediatos. Afortunada­mente, la ciudadanía está cada vez más consciente y exige más de los gobernante­s. Junto con esta exigencia, debemos entrar todos a un espacio de correspons­abilidad por este proceso de transición. Es un esfuerzo que nadie —ni el Gobierno solo, ni el sector privado, ni los ciudadanos— podrá hacer de manera aislada e independie­nte.

Estamos entrando en la década en que aprendemos —¿al fin?— a coexistir de manera responsabl­e en el planeta que compartimo­s. La década de la aceleració­n de la acción climática. Dentro de cinco años, a medio camino, esperemos no estar llorando sobre la leche derramada, porque no habrá vuelta atrás.

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/ Ministerio de Ambiente Estamos en un momento crucial para enfrentar la emergencia climática. Aunque hemos hecho algunos avances, es hora de acelerar el paso.
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/ AP El 12 de diciembre de 2015, la ONU y el mundo celebraron un acuerdo histórico para enfrentar el cambio climático.

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