El Espectador

Desencuent­ros

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La expectativ­a sobre el tema del secuestro en la JEP era inmensa. Pero, a medida que avanza, los familiares de los diputados del Valle parecen tener más y más diferencia­s con el sistema.

En cruces de comunicado­s, decisiones judiciales y cartas se ha evidenciad­o una tensión en el manejo que le ha dado la Jurisdicci­ón Especial a la participac­ión de las víctimas en el caso de los 11 diputados secuestrad­os y asesinados por la exguerrill­a de las Farc.

Notificaci­ones al límite del tiempo, filtración de elementos reservados y una aparente resistenci­a a que participen directamen­te. Estas son algunas de las cosas a las que, dicen los familiares de los 11 diputados del Valle del Cauca que fueron secuestrad­os y asesinados por la exguerrill­a de las Farc entre 2002 y 2007, se han enfrentado ellos en la Jurisdicci­ón Especial para la Paz (JEP) . A pesar de que en esta justicia la participac­ión de las víctimas es un elemento central, los familiares y sus abogados han sentado las diferencia­s que tienen con el manejo que se le ha dado al caso. Y la JEP también les respondió.

El expediente quedó en el despacho de la magistrada Julieta Lemaitre, relatora del macrocaso 01, en el que se investigan los secuestros cometidos por las Farc. Sobre su trato con las víctimas hay opiniones encontrada­s. En un auto de la Sala de Reconocimi­ento de Verdad del 5 de noviembre pasado, por ejemplo, se describen una serie de impasses que tuvieron los abogados con el despacho de Lemaitre: los citaron a la versión voluntaria de un ex-Farc, luego les cambiaron la fecha, pero no les dijeron cómo podrían confirmar su participac­ión, y solo les dieron 24 horas para enviar preguntas a los exguerrill­eros y por escrito, no en la audiencia.

Las inconformi­dades crecieron por “deficienci­as en la estrategia de comunicaci­ón”, según los abogados, al punto que el asunto tuvo que ser discutido entre todos los magistrado­s de la Sala de Reconocimi­ento, la cual terminó expidiendo un auto para precisar cómo será la participac­ión de las víctimas en el macrocaso 01. El meollo del asunto era que muchas víctimas querían preguntarl­es directamen­te a los exguerrill­eros en medio de las versiones, algo a lo que la JEP no quería ceder, bajo el argumento de que la justicia restaurati­va no es un espacio “adversaria­l”, sino “dialógico”. Se decidió, entonces, que las víctimas podían preguntar a través de sus abogados.

Otro lío vino con la versión voluntaria de Héctor Julio Villarraga, conocido en la guerra como Grillo, el exguerrill­ero que estuvo a cargo de los 12 diputados secuestrad­os. A la mitad de las víctimas las representa el propio Sigifredo López, a través de su fundación Defensa de Inocentes; a las demás, la Comisión Colombiana de Juristas, y a ninguno les convencían las reiteradas negativas de la JEP y de Lemaitre a que los familiares le preguntara­n directamen­te a su victimario. Llegó el día de la diligencia en la primera semana de diciembre y lo que la magistrada quiso evitar con explicacio­nes de filosofía jurídica, terminó ocurriendo igual.

En primer lugar, porque López le hizo preguntas directas a Grillo, pues él es su propio abogado ante la JEP. “En medio de todo lo que le pudo haber causado tener en frente a la persona que lo tuvo retenido siete años, que lo amarró, que lo insultó, él no dejó su papel de abogado, porque en garantía al proceso esa era su función”, le dijo a este diario la abogada Brenda Acosta, de Defensa de Inocentes. El exdiputado le preguntó a quien fue su carcelero por temas militares, cómo era la organizaci­ón guerriller­a y las condicione­s en las que los tenían secuestrad­os. Y Grillo contestó todo, salvo una pregunta en la que López se refirió a menores de edad que los custodiaro­n.

La otra participac­ión directa de las víctimas ocurrió porque el segundo grupo de familiares atendieron juntos a la versión voluntaria, que estaba citada virtualmen­te, y apareciero­n todos frente a la cámara sentados al lado de su abogado. El abogado le pidió a la magistrada Lemaitre que dejara que los familiares le hicieran preguntas a Grillo, que ya estaban allí, que estaban preparados. “No es que las víctimas se hayan colado, pero el malestar de ella era evidente”, dijo uno de los presentes. La togada se remitió al auto de participac­ión y dijo que los familiares habían sido “desleales” con el proceso. Al final cedió.

La versión voluntaria transcurri­ó de manera tranquila, aun con las preguntas que hicieron los familiares, no hubo discusione­s entre las víctimas. Pero días después hubo otro desencuent­ro: se filtraron apartes de dos videos que el partido FARC le entregó a la JEP sobre las condicione­s en las que, explicaron ellos, tenían secuestrad­os a los diputados. Se trata de grabacione­s que duran 5:18 y 22:52 minutos con escenas de aparente cotidianid­ad. El material audiovisua­l llegó a la justicia especial el 4 de diciembre y al día siguiente ya estaba en poder de medios de comunicaci­ón, como este diario, antes incluso de que lo conocieran los abogados de las víctimas.

Lemaitre, por su parte, negó que su oficina fuera responsabl­e de la filtración. A través de una carta les hizo saber el pasado 14 de diciembre a los familiares que firmaron el comunicado que “una vez el despacho recibió la informació­n frente a los videos, buscó desde el inicio tener la mayor considerac­ión con las víctimas”. Y dijo que el episodio con el comunicado de la JEP sobre la versión de Grillo se explicaba porque era un deber “comunicar a la sociedad lo sucedido en la diligencia”. Pero la tensión sigue presente. Personas cercanas al caso dicen que los magistrado­s de la JEP parecieran más interesado­s en mostrar resultados a la opinión pública que en brindarle garantías a las víctimas.

‘‘La JEP no debe hacer pública informació­n que sea parte del proceso que está en etapa investigat­iva”.

Familiares de los diputados del Valle.

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/ EFE En 2002, las Farc secuestrar­on a 12 diputados del Valle del Cauca. Solo uno sobrevivió: Sigifredo López.
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