Roja final
año pasará a la historia como uno de los peores desde las guerras mundiales y otros demonios. Para nuestro fútbol también lo vamos a archivar en el fólder de páginas que se deben pasar, pero no olvidar. Evidentemente no quiero comparar las consecuencias, el sufrimiento y la muerte que ha traído esta feroz pandemia con un espectáculo deportivo, pero cada rubro de la sociedad y la economía se vio afectado. Tampoco voy a justificar el terrible nivel de este 2020 con el COVID, ya venimos infectados hace rato de mediocridad y malas administraciones. Hemos tratado acá nuestra pobreza en las participaciones internacionales. Teníamos el consuelo de la selección, pero noviembre nos anticipó un fin de temporada realmente lamentable.
Se viene la final pintada de rojo, con un Santa Fe equilibrado y eficiente, y un América sin mucha continuidad de juego, pero capaz de disputarle al león si se decide a jugar como lo hizo en el primer tiempo de la semifinal de ida en Barranquilla. No habla muy bien en esta Liga que el equipo dirigido por Juan Cruz Real, eliminado de Libertadores y Sudamericana en una sola taEste cada y sin tres de sus principales figuras del título 2019, llegue a estas instancias sin muchos contratiempos. Sí habla bien de la manija del técnico argentino que tapó bocas y demostró gran determinación y utilización del recurso joven. Planteles con más nómina como el mismo Júnior o Nacional tendrían que haberle hecho más daño al diablo caleño, pero no fue así. Aunque el equipo lo había diseñado Guimaraes, el hombre que saca crucifijos en el banco y reza intensamente en los penales, este supo encontrar un juego que generalmente propone y mantiene, basado en una de las revelaciones del campeonato, el venezolano Graterol que llegó como suplente de Chaux y le quitó el puesto, la dinámica de sus piezas jóvenes como Sánchez y Arias, la solidez de Paz que sobrevivió a la renovación de la mitad y una dupla adelante que impone respeto con Vergara y Ramos.
El primer campeón de nuestro rentado es el equilibrio en pasta, fiel a lo que representa su artífice Hárold Rivera, que llegó el año pasado a apagar el incendio y hoy está cerca de dar la vuelta. Con pocos cambios para lo que realmente necesitaba, logró armar un verdadero equipo. Sin mucho brillo, pero eficiente y ganador. Liderados por el argentino Sambueza, que encontró un gran socio en Velásquez, se mantuvo sólido atrás y a pesar de no tener goleador es recurrente su llegada y consecución anotadora con volantes ofensivos y buena pelota quieta. Osorio y Giraldo se han destacado en sus labores mixtas y la veteranía de Pérez mantiene buen nivel de seguridad y recuperación. Este expreso que en mi concepto debería ganar la estrella sin sobrarle mucho, es capaz de resolver situaciones difíciles y entiende muy bien los caminos para hacerlo sin arriesgar su orden. El rojo capitalino es favorito por su regularidad, no debería cambiar mucho para vencer al rojo vallecaucano, que por el contrario tendría que esforzarse más para conseguir el éxito. Igual es una final abierta que ojalá nos regale el salto de calidad que estamos esperando y que nos merecemos para curarnos del dolor de ojos.