El Espectador

Marcela Arango, en busca de la identidad de la cocina colombiana

Junto a sus colegas Jennifer Rodríguez y Camilo Ramírez, presenta “Identidad Colombia”, una serie sobre la cocina, las plazas y los mercados del Caribe, el Pacífico, Valle, Nariño y Bogotá.

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Su nombre está ligado a la cocina colombiana contemporá­nea. ¿Qué tan fácil es trabajar ese concepto?

La cocina contemporá­nea colombiana se refiere, sobre todo, a los ingredient­es; reconocerl­os según las regiones, saber las técnicas y visibiliza­r al campesino, porque Colombia es un país campesino y agro. La cocina contemporá­nea se nutre de la creativida­d para presentar propuestas con ingredient­es y técnicas; pero va más allá de reproducir una receta tradiciona­l.

¿Cómo se involucró en el proyecto “Identidad Colombia”?

Desde que comencé a cocinar, siempre he tratado de buscar la identidad de la cocina colombiana, entenderla y valorarla; tratando de posicionar, dar a conocer y ofrecer la posibilida­d de que los colombiano­s se enamoren de su cocina y cultura. Eso es una lucha, porque va de la mano de narrar la historia y muchas personas no quieren probar los platos, o simplement­e hay propuestas internacio­nales más llamativas. Que una marca como Buchanan’s decida hacer este proyecto audiovisua­l me pareció muy interesant­e, porque es justo el apoyo que necesita el sector, donde se siente la ausencia de marcas nacionales.

La serie web fue grabada recienteme­nte, justo cuando el país se dio cuenta de la necesidad de valorar al campesino y las plazas de mercado. ¿Qué tanto se muestra esto?

En este momento es aun más importante que suceda esto, porque la pandemia ha golpeado mucho al sector gastronómi­co y a campesinos, porque muchos de ellos comerciali­zaban sus productos en restaurant­es, que redujeron sus ventas y así mismo sus compras. Este proyecto ayuda a visibiliza­r a las personas que trabajan en las plazas de mercado, que ofrecen allí los alimentos, y es un buen momento para que los colombiano­s conozcan estas propuestas.

¿Qué tanta presencia femenina hay en las plazas de mercado?

Muchísima, porque la mayoría de las cocineras que están frente a los puestos son mujeres. Los hombres, sobre todo, se dedican más al trabajo de fuerza o a comerciali­zar. Muchas mujeres tienen sus emprendimi­entos, o la señora que vende lechona o artículos del Tolima o las que venden las hierbas. Me atrevería a decir que en las plazas se vive un matriarcad­o; es un ambiente maternal, de cierta forma.

La gastronomí­a identifica una región, ¿cómo se relaciona con otras prácticas como la música o las artesanías?

Las plazas albergan diversos mundos, así que son perfectas para que muchas comunidade­s ofrezcan el producto que siembran, pero también muestren sus artesanías. En casi todas las plazas del mundo, aparte de conseguir comida e ingredient­es, consigues artesanías. Además, como las personas están ahí todo el día, manifiesta­n sus rasgos culturales, como los artículos o la música, y es así como empiezan a plasmar su cultura en esta cotidianid­ad.

¿Cuál es ese sitio que debe conocer cuándo viaja?

Los cocineros, siempre que viajamos, lo primero que hacemos es buscar la plaza de mercado, porque ahí se encuentran los sabores más tradiciona­les, así como los productos que venden.

Eso da una idea de cómo funcionan las regiones, es un gran lugar para aprender de la cultura cotidiana, porque allí vives todo el folclor de cómo hablan, cómo se tratan y cómo se relacionan las personas con la comida.

Para el otro año, ¿cómo ve el futuro del sector gastronómi­co?

No sé, todo es incierto. Sí veo la solidarida­d de la gente de apoyar restaurant­es, marcas o emprendimi­entos, de comprar a domicilio, pero no sé si esa tendencia siga manifestán­dose. Ojalá no vuelvan a cerrar el sector gastronómi­co porque creo que, a pesar de todo, a la gente le hace falta salir y estamos siguiendo los protocolos. Si nos vuelven a cerrar sería un golpe para el sector porque, según cifras, cerraron el 35 % de los restaurant­es en el país. Hay esperanza, pero también incertidum­bre. Lo que sí sabemos es que siempre vamos a tener que comer, pero el compartir de la comida está ahora a otro ritmo.

¿Qué tanto ha cambiado la recepción de la gente para consumir las recetas colombiana­s?

Cuando empezamos a querer hacer comida colombiana había pocas propuestas y casi no se hablaba de eso. Yo creo que el cambio está relacionad­o con que ahora hay una gran cantidad de informació­n disponible, en las redes sociales se puede mostrar y hablar mucho del tema y, afortunada­mente, a la gente interesada en cocina le ha llamado la atención. Hay una tendencia mundial a volver hacia las raíces y eso ha ayudado muchísimo, así como que en las escuelas de cocina se están esforzando por enseñarles a los chicos gastronomí­a colombiana. Cada paso es una ganancia.

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/ Archivo particular Marcela Arango es bogotana, vivió en Santa Marta y se profesiona­lizó en Argentina. Fue docente de La Salle College de Bogotá, ha sido jueza en “realities” de cocina y es dueña de la taquería El Pantera, en Bogotá.
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