El Espectador

El encuentro de Beethoven y Goethe

- PERISCOPIO CULTURAL MANUEL DREZNER

EN LA CONMEMORAC­IÓN DE LOS 250 años del nacimiento de Beethoven, ilustra bien la personalid­ad del músico recordar el encuentro que este tuvo con el gran escritor Johann Wolfgang von Goethe, cuando los dos titanes intelectua­les se conocieron personalme­nte en un balneario alemán.

El domingo 12 de julio de 1812 coincidier­on en el spa bohemio de Teplice estas inmensas figuras de la cultura alemana y universal. Una anécdota que los pinta a ambos de cuerpo entero es que, mientras paseaban, pasó por el camino el carruaje que llevaba al emperador de Austria con su esposa. Goethe pidió a Beethoven que se hicieran a un lado para que siguiera el cortejo, a lo que el músico respondió: “Ellos son los que deben hacernos lugar, ¡nosotros no!”. Goethe, sin embargo, se quitó el sombrero e hizo una reverencia mientras que Beethoven, cruzado de brazos, dejó pasar la carroza sin inmutarse, ya que él no creía en privilegio­s reales. Siguieron su paseo pero cada uno de ellos dejó constancia escrita sobre lo que pensaba del otro.

Goethe escribió: “Nunca había visto a un artista más parco, más enérgico, más alejado. Entiendo por qué le toca enfrentar con recelo a sus semejantes”. Y agregó: “Es una personalid­ad que no ha sido domada y tal vez él no esté muy equivocado en encontrar nuestro mundo detestable”.

Beethoven también comentó sobre el otro: “A Goethe le gusta demasiado la atmósfera de la Corte, más de lo que conviene a un gran poeta. No hay mucho para decir sobre lo ridículo de sus actitudes, ya que los poetas, que deberían ser vistos como primeros ejemplos de la nación, olvidan todo solo para que los tomen en cuenta”.

Nunca más volvieron a coincidir, pero pareciera que cada uno de los dos gigantes quedó desilusion­ado del otro.

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