Un analista de la historia
En su libro “Colombia, el país de los extremos” parte de ¿por qué Colombia no puede superar su reiterada problemática? para estudiar la naturaleza del país como Estado y sociedad.
El título de su libro es “Colombia, el país de los extremos”. ¿A qué extremos se refiere?
En el libro se estudian las constantes que se han dado en la historia de Colombia; es decir los fenómenos que por la fuerza de la repetición o de su permanencia se han convertido en características de la sociedad colombiana. Así tenemos la violencia política y común, el narcotráfico, los altos índices de criminalidad y el clientelismo y, por otro lado, el civilismo, la creatividad, el carácter emprendedor del colombiano y su amabilidad. A eso me refiero, a que se trata de un pueblo extremo en lo bueno y en lo malo. Como diría García Márquez refiriéndose a los colombianos: “Nuestra insignia es la desmesura. Somos capaces de los actos más nobles y de los más abyectos. De poemas sublimes y asesinatos dementes”.
¿En qué se diferencia su libro de otros sobre historia de Colombia?
La diferencia es el método utilizado. La compleja historia de Colombia es analizada bajo el método sistémico de análisis científico. Se estudia la evolución histórica colombiana desde hace 600 años como una realidad social global, comprendiendo que ha sido en su evolución, la interacción continua y equivalente de los factores políticos, económicos, sociales, culturales y psicológicos —comprometidos en el proceso histórico— la que ha determinado en el tiempo la naturaleza de esta nación.
¿Por qué un ecuatoriano se interesó en investigar con tal profundidad la historia de Colombia?
Por la trascendencia histórica que tiene Colombia para el Ecuador. Ecuador se vio involucrado en cuatro de las ocho guerras civiles dadas en Colombia en el siglo XIX. Y en tiempos más recientes los coletazos de la violencia han golpeado frecuentemente al Ecuador, comenzando con las incursiones del M-19, la reiterada presencia guerrillera de las Farc dentro del territorio ecuatoriano, incluyendo a Reyes —quien fue ultimado en territorio ecuatoriano— y las fumigaciones con glifosato. Los graves problemas de Colombia, sus conflictos y, desde hace un buen tiempo, el narcotráfico han afectado al Ecuador, entonces la pregunta en Quito, cada vez que esto llega a los grandes titulares de la prensa, es por qué Colombia no puede superar su reiterada problemática. Yo busqué responder esa pregunta.
¿Y qué respuesta encontró?
Que Colombia tiene una tendencia histórica a reconvertir los fenómenos de violencia, en tanto no acaba de superar la condición sine qua non que facilita estas explosiones de violencia: me refiero a la insuficiencia del Estado, que sirve como telón de fondo tanto para la sucesión de conflictos desde 1810 como para dejar el camino abierto a fenómenos negativos, como el narcotráfico y los negocios ilegales en la vasta zona rural.
¿Qué trascendencia tiene el período de la Colonia en la formación de la Colombia moderna?
La trascendencia es muy grande. Muchas situaciones que se advierten en la actualidad tuvieron origen en el período colonial. Por ejemplo, el Estado colonial que gobernó la Nueva Granada fue ya un Estado débil, sin presencia mínima en el territorio, salvo en las grandes ciudades; dicho Estado, también, carecía de una fuerza militar suficiente en el interior. Obviamente, las clases dirigentes se acostumbraron a este hecho como si fuese normal. La profunda regionalización del país es un hecho también devenido de la colonización española que, por las dificultades de la geografía, se realizó a partir de cinco exploraciones de conquista, las cuales generaron desde un principio cinco élites diferentes. Los rasgos principales de la mentalidad de las élites, su exclusivismo y prepotencia, su escasa consideración hacia las clases subalternas que habrían de caracterizarlas en la República surgió ya en aquellos años. El civilismo, que habría de definirse como nuclear en la cultura política del país, nació durante los últimos años de la Colonia.