Atención a venezolanos, una mirada a largo plazo
La pandemia profundizó los problemas de las poblaciones más vulnerables. Prever planes ante el aumento de la diáspora y su inclusión en los planes de mediano y largo plazo, entre los retos de ciudad.
Hace dos años, Kerliany Espinoza llegó a Bogotá con dos maletas grandes y una bebé en brazos. Metió en ellas lo que pudo para la primera travesía que tuvo que enfrentar en Colombia y que duró más de 16 horas. “Nunca me imaginé salir de mi país, pero la situación allí me obligó a hacerlo para darle un mejor bienestar a mi hijo, porque allá no le podía comprar alimentos, ni tetero, leche ni nada. Para mejorar su calidad de vida decidí venirme y estoy segura de que cualquier madre hubiese hecho lo mismo”, dice.
Ella es uno de los 1,7 millones de venezolanos que a noviembre, según Migración, se encuentran en el país y de los 333.894 que se han asentado en Bogotá, la ciudad en la que mayor número de migrantes se encuentran (20 %). Esto sin contar los que han llegado a los municipios aledaños de Cundinamarca, como en Soacha, donde ya son 25.914.
De acuerdo con un informe de la Personería Distrital, la mayoría de venezolanos en Bogotá tienen alta vocación de permanencia, el 79 % se encuentran en estratos 2 y 3, mientras que la mitad vive en localidades como Kennedy (14,6 %), Suba (14,3 %), Bosa (10,3 %) y Engativá (10,32 %). En cuanto a empleo, al menos el 36 %, tenía trabajo informal, el 15,4 % era independiente y el 13,4 % estaba desempleado antes de la pandemia.
Sobre esta situación, el informe “Retos y oportunidades de la integración migratoria: Bogotá”, de la Universidad del Rosario y la fundación alemana Konrad-AdenauerStiftung (KAS), señala que los mercados informales impulsados a través de internet han sido alternativas para migrantes sin permisos de permanencia, mientras que en la informalidad han encontrado cabida como domiciliarios de plataformas y vendedores ambulantes en Transmilenio.
La pandemia cambió por completo el panorama. Según Save the Children, el confinamiento dejó sin empleo y con múltiples necesidades a familias venezolanas que, durante el confinamiento, perdieron el trabajo, no tuvieron el dinero para pagar el arriendo ni cubrir las necesidades alimentarias básicas. Esto lo corrobora la Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela, la cual indica que en la cuarentena al 74 % de los hogares de extranjeros dejó de llegar al menos una comida diaria; el 90 % tuvo una dieta basada en cereales, tubérculos y plátanos, y la mitad de las madres evidenciaron desnutrición en sus hijos.
“La decisión de salir de su país mezcla muchos elementos, como la imposibilidad de acceder a la educación, a un sistema de salud, vacunas, métodos anticonceptivos y una serie de servicios básicos que son inestables. Eso se exacerbó con la pandemia, porque el 86 % de los migrantes vieron reducidos sus ingresos y se evidenció un desbalance en las comidas, a lo que se suman los riesgos de protección, entre los que están la trata de personas, la explotación sexual o el reclutamiento”, dijo María Paula Martínez, directora de la organización.
Ante el aumento de las necesidades y contrario a lo que venía ocurriendo, en medio del aislamiento se vio un retorno de venezolanos a su país, que a lo largo de los últimos meses alcanzó a ser de 110.000. A la par, surgieron nuevos asentamientos irregulares de migrantes en la capital, muchos de los cuales fueron acogidos en albergues del Distrito y apoyados para llegar a la frontera. Ahora, Migración Colombia dice que en el último mes se ha vuelto a ver un aumento de extranjeros tras la cuarentena, a lo que Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, dice que hay que ponerle cuidado.
“Perdimos la capacidad de contabilizar cuántas personas están ingresando en términos reales. Hay alto flujo en las dos direcciones, que por el cierre de los pasos fronterizos se está dando de forma irregular”, indica Rodríguez, quien agrega que se debe esperar un retorno de los colombianos, que se habían resistido a volver y que muy probablemente lo hagan por las condiciones de la pandemia.
“No solo es responsabilidad de Colombia, sino de la región, porque por más que las fronteras estén cerradas, Perú ya superó el millón de venezolanos. Colombia es la llamada a liderar y es responsabilidad del presidente dejar a un lado el discurso de que la solución es la salida de la dictadura. Se debe trabajar con la región en una respuesta coordinada. De lo contrario, nos va a salir caro”, indica Rodríguez.
En el caso de Bogotá, el informe de la U. del Rosario y KAS, señala que será importante comenzar a regular la estadía de los migrantes y garantizar el acceso a los derechos, para así combatir la informalidad que, como lo señaló el líder venezolano Leopoldo López, debe hacerse pasando de la migración asistencial a la productiva, así como se debe enfrentar el reclutamiento de venezolanos por parte de las bandas criminales. Para ello no solo habría que pensar en programas que atiendan temas como la xenofobia, sino en la creación de una secretaría técnica que se encargue de la gestión migratoria, pues deben ser incluidos en visiones a mediano y largo plazo, como la creación de la Ciudad Región.
Para Martínez será importante el papel que se les dé a los venezolanos en la transición a la normalidad, pues aunque la mayoría reconoce el trabajo que se ha hecho durante la pandemia con los migrantes, continúan en riesgo de caer en la pobreza. “De allí la importancia de que las ayudas sean multipropósito (asistencia alimentaria y económica), porque es la única opción para apoyar los emprendimientos y aprovechar el talento, eso sí identificándolos”, concluye.
››El Distrito ha priorizado la atención a migrantes dentro del programa del Sistema de Cuidado en casa. Además se reportó la acogida de 503 venezolanos en centros de acogida transitoria.