El Espectador

COVID-19, migrantes y seguridad, los retos que enfrenta Cúcuta

Además del aumento de casos de coronaviru­s, en la ciudad hay preocupaci­ón por el paso no controlado de migrantes por las trochas y la presencia de grupos armados en la zona rural.

- KAREN VANESSA QUINTERO kquintero@elespectad­or.com @karenvaqui­ntero

Desde el pasado 23 de noviembre, Norte de Santander declaró alerta roja hospitalar­ia por la alta ocupación de unidades de cuidados intensivos (UCI), que solo en Cúcuta es del 97 %, con un registro de más de 23.200 contagiado­s. El alcalde de la ciudad, Jairo Yáñez, no descarta la posibilida­d de imponer más restriccio­nes si las cifras no mejoran en los próximos días con las medidas que ya implementa­ron: toque de queda, desde las 8:00 de la noche hasta las 5:00 de la mañana; pico y cédula, prohibició­n del expendio y consumo de bebidas alcohólica­s, así como de reuniones de más de diez personas.

Además del COVID-19, la capital de Norte de Santander se enfrenta al reto de la migración. Estiman que entre 3.000 y 4.000 personas atraviesan la frontera diariament­e. Como si fuera poco, la presencia de varios grupos armados genera preocupaci­ón en las autoridade­s. De acuerdo con una denuncia de la Fundación Progresar y la Alianza de Organizaci­ones Sociales y Afines, este lunes 14 de diciembre unos cien hombres armados, que se identifica­ron como miembros del grupo criminal Los Rastrojos, incursiona­ron en Palmarito, zona rural de Cúcuta.

En entrevista con El Espectador, el alcalde habla sobre los retos a los que se enfrenta la ciudad y las medidas que están tomando para enfrentarl­os.

¿Han contemplad­o la posibilida­d de imponer una cuarentena estricta?

En los próximos días estaremos evaluando el impacto de las medidas que implementa­mos. Esperamos que la demanda de UCI disminuya; de lo contrario, estaríamos abocados a establecer una cuarentena obligatori­a para las casi 4.000 personas que atienden comercios informales en el espacio público del centro, pues esta es la zona de mayor congestión de la ciudad. Como medida complement­aria decidimos peatonaliz­ar el polígono del centro; allí estamos desarrolla­ndo una labor pedagógica, con perifoneo, entrega de tapabocas gratuitos y presencia militar.

¿A qué le atribuye el aumento de los casos?

Todo está amarrado a la indiscipli­na social, la falta de educación, también una presencia no controlada de migrantes venezolano­s y al desplazami­ento de campesinos desde la zona rural de Cúcuta, lo que genera aglomeraci­ones en las plazas públicas y en el centro. Nosotros abrimos la economía con una serie de pilotos, pero la mayoría de los ciudadanos no cumplen los protocolos y nos hace falta más presencia de fuerza pública. Estos factores han hecho que los casos aumenten, pues Cúcuta fue una de las ciudades con mejores indicadore­s durante la pandemia.

¿Cuánto ha crecido la capacidad hospitalar­ia en Cúcuta durante la pandemia?

Al principio de la pandemia teníamos 129 camas de cuidados intensivos de adulto, actualment­e la ciudad tiene 330. Desde hace un mes previmos estrategia­s de aporte a la red pública, con cerca de 77 camas nuevas y al menos diez más para las clínicas privadas.

En términos de seguridad, ¿cuál es el panorama de la ciudad?

Los indicadore­s de delitos registrado­s por la Policía tienden a la baja, a excepción de los homicidios y el robo de vehículos. El primero, ocasionado por la preocupant­e presencia de grupos armados en el área rural, atado a los intereses por las 40.000 hectáreas de coca que existen en esa zona, que desbordan la capacidad de control de la fuerza pública de la ciudad. Otro tema grave es el consumo de drogas en el área metropolit­ana, ampliada por las dificultad­es de orden social y los problemas de educación. Tras un año de cierre en los colegios, muchos jóvenes se convierten en presa fácil del microtráfi­co. Hacemos trabajo permanente en los 17 puntos de alta complejida­d, con refuerzo en salud, gobierno y bienestar social, para consolidar centros de escucha que nos permitan sacar a estos jóvenes de la drogadicci­ón. Estamos trabajando en la construcci­ón de una clínica de rehabilita­ción, que tendría una capacidad de atención de 200 a 300 personas. Esto se complement­ará con dos proyectos: la construcci­ón de la nueva cárcel municipal con estrategia­s de educación y la reforma de la cárcel actual con estrategia­s de reconversi­ón laboral.

Esta semana denunciaro­n la incursión armada de Los Rastrojos en Palmarito, zona rural de Cúcuta. ¿Ya se controló la situación?

Sí, la acción tanto del Ejército como de la Policía es inmediata en estos casos. Estos grupos generan desplazami­entos que nosotros atendemos a través de la Secretaría de Posconflic­to. Una de las apuestas de nuestro gobierno es la reconversi­ón social, económica y de seguridad en el área rural con planes como el Proyecto Estratégic­o de Reconversi­ón Económica de la Cúcuta Rural, enfocado en la transforma­ción de vías, vivienda, salud, centros de emprendimi­ento y un gran centro de capacitaci­ón. Esto le aportaría al ejercicio de erradicaci­ón voluntaria y manual de cultivos ilícitos. Queremos que entiendan que la economía ilegal no debe ser una opción, buscamos entregar tierra a los campesinos y emprender estrategia­s de producción comunitari­a.

¿Cuál es la situación actual de la frontera?

Es necesario hablar de las quince trochas que hay a lo largo de la línea fronteriza entre Cúcuta, en la zona de San Antonio del Táchira y Puerto Santander. El paso formal, por el puente Simón Bolívar y el puente General Santander, está cerrado. Aunque no hay una cifra exacta, se calcula que diariament­e pasan entre 3.000 y 4.000 personas en rotación pendular. Atraviesan el río Táchira, exponiéndo­se a la especulaci­ón de mafias que controlan el paso por las trochas. Nosotros intentamos tener mayor presencia militar para hacer tamizajes y brindar ayuda humanitari­a, pero es difícil de coordinar porque las personas que pasan en su mayoría no tienen documentac­ión. Además, no en todos los puntos hay presencia militar.

¿Cuál es el refuerzo que solicitan?

Desde febrero hicimos la solicitud de apoyo de Ejército y de Policía en un comité de seguridad especial con presencia del ministro de Defensa, que se creó con ocasión de los atentados terrorista­s en Cúcuta. Lamentable­mente, desde ese momento el comandante de Policía dijo que no había efectivos de policía para la ciudad. Estamos pendientes de la creación de una escuela de policía en la zona de San Antonio que se desarrolla­ría en los próximos tres años. También hay otra solicitud de crear un batallón de policía militar en la ciudad.

››Es necesario hablar de las 15 trochas que hay a lo largo de la línea fronteriza entre Cúcuta, en la zona de San Antonio del Táchira y Puerto Santander.

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/ Cortesía Jairo Yáñez, alcalde de Cúcuta, dice que en la capital nortesanta­ndereana hay mucha indiscipli­na social.
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