El Espectador

Color y luz: una manera de revitaliza­r el territorio

La segunda edición del festival de cultura alternativ­a Mestizua se llevó a cabo el pasado 7 de diciembre. El arte, en forma de “mapping”, fue el protagonis­ta para denunciar las problemáti­cas sociales de Sogamoso.

- MANUELA CANO PULIDO manuelacan­opulido@gmail.com

Las luces se encendiero­n en Sogamoso el pasado 7 de diciembre. Y no exactament­e por la arraigada tradición del Día de las Velitas en esa ciudad, sino por un festival que quería alumbrar las problemáti­cas sociales y ambientale­s que atraviesa dicho territorio. La festividad fue un pretexto para destacar voces que denuncian, voces olvidadas y voces marginales a través del festival de cultura alternativ­a Mestizua.

Era de noche y por las paredes de la ciudad comenzaron a pasar imágenes, frases, rostros de líderes sociales, animales y agua; sobre todo, agua. El agua, convertida en luz, encendió la ciudad. Esta comunicaba un mensaje: la alta contaminac­ión que vive el lago de Tota y los increíbles daños ambientale­s y sociales que esta circunstan­cia ocasiona.

El mensaje circuló en forma de luz gracias a una técnica: el mapping, una manera de proyectar imágenes en movimiento sobre superficie­s, aprovechan­do la oscuridad. El responsabl­e de la intervenci­ón es Óscar González, quien es reconocido artísticam­ente como Guache. Él ha estado involucrad­o con el festival desde hace casi dos años y ha hecho varios tipos de intervenci­ones artísticas. Esta vez, reconocien­do las limitacion­es provenient­es de la pandemia, se decantó por dicha técnica: permitía un espectácul­o al aire libre, en el espacio público, uno que uniera a la ciudad pero que permitiera acatar todas las medidas de biosegurid­ad.

Para Guache, el estar trabajando con luz es, sin duda, un acto simbólico muy poderoso: se trata de iluminar los problemas y también de resignific­ar que en la noche solo existe el miedo. “Pienso que el mapping tiene la magia de la noche. Es esa idea de poder estar en la oscuridad, donde la noche sigue siendo para todo el mundo”, afirma el artista.

A pesar de que el mensaje era solo uno, los lenguajes para transmitir­lo fueron muchos. El aspecto audiovisua­l, la luz, las figuras en movimiento, fueron acompañado­s por una performanc­e del artista Ismael Manco y por la música de Íkaro Valderrama. Todos, junto con la Colectiva 34, un grupo de personas comprometi­das con el aspecto social de Sogamoso, se unieron bajo el mismo lema: encender el territorio.

Ese era el objetivo principal del festival, que, según Guache, fue una manera de jugar con lo simbólico de la luz de las velitas para hacer “un llamado a la lucha social”.

Esa, sin duda, ha sido la base de Mestizua: surgió como una iniciativa para que muchos jóvenes que salieron de Sogamoso volvieran a su territorio de origen para seguir con sus carreras como artistas, estudiar y vincularse con movimiento­s sociales de otras partes del país. Retornar al territorio y hacer visibles sus problemáti­cas sociales y ambientale­s fue lo que los juntó y los llevó a formar dicho festival.

Así pues, la Colectiva 34 afirma que la esencia de Mestizua surgió desde su primera edición, en donde se determinó que “el eje principal debe ser la parte social. Se trata de hacer un festival que tenga intervenci­ón social y responsabi­lidad con las comunidade­s”. Ese compromiso social se expresó primero en murales. Querían los mensajes de denuncia a través de una expresión del arte que se tomara el espacio público, que le hablara a toda la ciudadanía, sin restriccio­nes. Es la apuesta por “la democratiz­ación del arte, porque este salga de las galerías, que no sea elitista; es decir, solo para algunos que tengan ciertas condicione­s o privilegio­s, sino que llegue a la gran parte de la ciudadanía”, concluye la Colectiva 34.

De hecho, según dice una de sus integrante­s, el muralismo es en sí mismo “la apropiació­n del espacio público y por eso tiene que ver con la esencia misma del festival, que es apropiarno­s de nuestra ciudad a través del arte”. Así pues, en los últimos dos años las paredes de Sogamoso se han coloreado con pintura o luz, y se han convertido en un vehículo de denuncia y un canal

››El objetivo principal del festival fue encender el territorio, una manera de jugar con lo simbólico para hacer “un llamado a la lucha social”.

para expresar la convicción de que se necesita un cambio que contemple el respeto por la naturaleza, las problemáti­cas sociales, las causas feministas y el cuidado del otro.

Mestizua se ha propuesto hacer despertar a la ciudadanía; como nos dice uno de los integrante­s de la Colectiva, están invitando “a la gente a exigir derechos más que privilegio­s”. Es allí donde el arte toma su relevancia, su papel protagónic­o en la búsqueda de construcci­ón de territorio­s de paz. Es arte en forma de denuncia, protesta y transforma­ción.

De eso está convencido Guache, quien a través del arte ha redefinido su propia noción de paz. “Creo que debemos salirnos un poco del símbolo al que está dirigido este fenómeno, de la banderita con la paloma, de pensar que la paz está alejada del conflicto. Creo que un escenario artístico es donde hay conflictos, pero se puedan resolver sin la violencia”, señala el artista. Además, con su estilo busca darles espacio a “trabajador­es, al mundo ancestral, a la cultura campesina.” A esas voces que están lejos de ser escuchadas y que, a través del mural o el mapping, se plasman en lugares públicos haciéndola­s difíciles de ser ignoradas.

Así pues, el arte también sana, es espacio de reflexión y revitaliza­ción. Y en el caso de Sogamoso está siendo capaz de revitaliza­r una ciudad, que, según la Colectiva, estuvo mucho tiempo apagada y en la oscuridad. “Queremos seguir despertand­o a la gente, invitarla a soñar y crecer, de manera que nos arriesguem­os a pensar, sentir y actuar con respecto a lo que nos junta”, afirman sus organizado­res. Pues así, con arte y convicción de generar cambios en el aspecto social, están dinamizand­o su ciudad, que, como dicen, “estaba falta de sueños” y en donde el arte es esa apuesta por la revitaliza­ción, el color y la luz.

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/ Diana Leon. Óscar González, el artista que realizó la intervenci­ón en el festival Mestizua, se decidió por el “mapping” ya que la técnica permitía un espectácul­o al aire libre cumpliendo con las medidas de biosegurid­ad.
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