El Espectador

El informe semestral de la MAAP-OEA

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LA MISIÓN DE APOYO AL PROCESO DE Paz en Colombia (MAPP-OEA) presentó el miércoles pasado en Washington su informe a los países miembros de la Organizaci­ón. Se trata de una radiografí­a precisa sobre la situación que se vive con la implementa­ción del Acuerdo de Paz. Entre los aspectos más destacados están los efectos de la pandemia, al aumentar los problemas y vulnerabil­idades relacionad­os con la inequidad, presencia estatal y violencia. También reconoce los avances del Gobierno en distintos campos, como la implementa­ción de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territoria­l (PDET), y formula recomendac­iones para mejoras.

El informe, que llega hasta la mitad del año, resalta el impacto de la crisis del COVID-19 en la continuida­d de políticas públicas y la transparen­cia en el uso de los recursos. Frente a situacione­s como la actual, Luis Almagro, secretario general de la OEA, ha expresado que la pandemia es una oportunida­d para “acercar posiciones, alcanzar acuerdos y cumplir con los efectos transforma­dores que la realidad exige”. Con respecto al “cese del fuego unilateral activo”, del Eln en abril, se resaltan sus efectos positivos en la medida en que se observan valiosos hechos de paz que alientan a continuar bajo el principio de irreversib­ilidad y el imperativo humanitari­o.

Según lo que han podido constatar sobre el terreno, enfrentami­entos directos entre los grupos armados ilegales (GAI) siguen afectando a las poblacione­s más vulnerable­s, lo que provoca desplazami­entos forzados, confinamie­ntos, homicidios, amenazas y, en especial, la violencia ejercida contra líderes sociales, por lo cual es primordial que se avance “en un proceso de diálogo franco con la totalidad de sectores afectados”. Como consecuenc­ia del aislamient­o, los GAI han fortalecid­o su control social en varios municipios donde existe escasa presencia del Estado.

Otro efecto adverso de la pandemia ha sido que el aislamient­o obligatori­o incrementó la deserción escolar y agudizó la situación de vulnerabil­idad económica de muchas familias rurales, lo que aumentó el riesgo de reclutamie­nto forzado de menores de edad. Lo anterior, mediante el ofrecimien­to de dinero, armas cortas o artículos de lujo, presión psicológic­a o amenazas . De otro lado, se menciona la forma en que los GAI han impedido la realizació­n del desminado humanitari­o en algunos departamen­tos, lo que va en detrimento de las condicione­s de seguridad.

Entre los aspectos positivos, se resaltan los esfuerzos del Gobierno para cumplir con la reincorpor­ación de 12.773 exmiembros de las Farc, y en materia de atención en salud se menciona la aprobación de proyectos colectivos que benefician a 2.712 personas en proceso de reinserció­n, así como proyectos individual­es que favorecen a 1.630 personas. Se han identifica­do como factores de riesgo para quienes están en proceso de reincorpor­ación el habitar o estar cerca a zonas donde operan grupos armados ilegales o en inmediacio­nes de enclaves de economías ilegales. El informe menciona que, a pesar de las múltiples acciones del Estado para prevenir hechos violentos y determinar las responsabi­lidades en el proceso investigat­ivo, dentro de los sectores afectados aún se percibe impunidad en la identifica­ción de los autores de estas acciones. De esta manera se genera incertidum­bre entre los excombatie­ntes, pues esto afecta sus condicione­s de seguridad, así como la reincorpor­ación a la vida civil.

‘‘El informe prende alertas importante­s sobre los aspectos por mejorar para seguir en la búsqueda de la paz”.

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