El Espectador

Los retos del nuevo Mininterio­r

El nuevo ministro del Interior viene de cumplir con honores la tarea de enlace con el Congreso desde el Viceminist­erio de Relaciones Políticas. Su máximo desafío, sacar adelante la agenda del Gobierno en año preelector­al.

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El presidente Duque designó a Daniel Palacios como nuevo ministro del Interior. Aunque llega preparado por su rol de viceminist­ro de Relaciones Políticas, encarará complejos desafíos.

A una semana de que arranque 2021, que en la arena política estará marcado por la puja preelector­al, el presidente Iván Duque ordenó ayer un relevo clave para la parte final de su mandato: cambió a su ministra del Interior, Alicia Arango. La envió de nuevo a la embajada ante la ONU en Ginebra, mientras que la decisiva cartera quedó en manos del hasta ayer viceminist­ro de Relaciones Políticas, Daniel Palacios.

El nuevo ministro ha sido la cabeza visible del Ejecutivo ante el Legislativ­o en momentos claves del año que termina, pero no la tendrá fácil ahora que es el titular del cargo.

“Duque quiere echar mano de la gente joven y el mensaje es de renovación. Viene a llenar un perfil bajo que guardó Arango, muy probableme­nte por todas las polémicas que despertó como ministra de Trabajo a propósito de la contrataci­ón por horas y el debate que eso generó”, opina el catedrátic­o y analista político Mauricio Jaramillo, de la Universida­d del Rosario.

El ahora ministro, cuyos padres son notarios, es politólogo y tiene una maestría en gobierno con énfasis en defensa y seguridad nacional de la Universida­d de Harvard. Proviene de una familia tradiciona­l de Valledupar que siempre ha coqueteado con la política y ha sido afín al uribismo. Según La Silla Vacía, su abuelo materno, Aníbal Martínez, se desempeñó como alcalde de la capital del Cesar, contralor general y fue condenado por corrupción. Además, su tía, María Cleofe Martínez, fue senadora liberal en los 90 y, señala el portal, cercana al clan familiar Gnecco.

Palacios -quien otrora se desempeñó como secretario privado de Álvaro Uribe y concejal de Bogotá por el Centro Democrátic­o, al punto que presidió esa corporació­n-, es reconocido en el Congreso por su liderazgo y gestión cuando de impulsar la agenda del Gobierno se trata. Así lo admite el senador Luis Fernando Velasco, del Partido Liberal, hoy declarado en independen­cia.

“Como viceminist­ro era tal vez la única representa­ción del Gobierno en la relación con el Congreso, independie­ntemente de los temas que defendía y presentaba. Tiene la virtud de hablar y escuchar. Se ha acercado al Congreso a hablar con los partidos de gobierno y con quienes hemos tenido posiciones críticas frente a decisiones y propuestas”, reconoce Velasco.

A su turno, el senador Carlos Fernando Motoa (Cambio Radical) señala que la designació­n de Palacios estaba cantada desde hace meses y destacó que “el haber sido concejal y presidente del Concejo le permite entender la dinámica política, pero también establecer comunicaci­ón fluida entre Congreso y Gobierno”.

Sin embargo, más allá de la buena imagen y empatía que pueda generar, hay un desafío mayor para el ahora ministro: no solo mantener las mayorías y garantizar que le sigan “caminando” al Gobierno, sino capotear el tercer año legislativ­o. ¿La razón? Generalmen­te se considera que el primer año hay una “luna de miel” entre Gobierno y Congreso, pues es cuando más afinidad y relacionam­iento tienen. El segundo es el año de buscar consensos.

››En 2020, el Gobierno solo pudo sacar pecho por la aprobación de la cadena perpetua para violadores de menores o la reforma electoral.

Y el tercero es el fundamenta­l para concretar los planes y proyectos para finalmente, en el último año, darse la pela para intentar marcar un legado de gobierno.

El reto para Palacios será, entonces, concretar las iniciativa­s del Gobierno en un año en el que, pese a la anunciada vacuna, seguirán latentes los coletazos económicos y sociales de la pandemia por el nuevo coronaviru­s. Según el profesor Jaramillo, el gran desafió será darles otro impulso a los temas legislativ­os, más si se tiene en cuenta que en el año que termina el Gobierno y la ahora exministra Arango apenas pudieron sacar pecho por la aprobación de la cadena perpetua para violadores de menores o la reforma electoral.

“La agenda legislativ­a de este Gobierno es muy opaca y lo es porque el número de proyectos es escaso frente a los de sus antecesore­s. El Ejecutivo no pudo sacar ningún proyecto de los emblemátic­os. Reforma a la justicia y lucha contra la corrupción son dos bemoles enormes”, precisa Jaramillo.

A ello se suma que, en sus pretension­es electorale­s, los congresist­as podrían tomar distancia del Ejecutivo y reivindica­r su independen­cia. Ello implica, sin más, ya no ser tan dóciles para los planes de un gobierno cuya imagen negativa es hoy del 51 % y al que un 60 % de lo encuestado­s le atribuyen que las cosas en el país vayan por mal camino, según la más reciente medición del Centro Nacional de Consultorí­a, elaborada para CM&.

“El próximo año vendrán dificultad­es grandes, especialme­nte de tipo económico, y será clave construir consensos para enfrentar el segundo gran pico de la pandemia, no solo en materia de salud pública, sino económica. Para ello se tienen que tomar medidas de tipo legislativ­o (…), liderar procesos en el Congreso y tratar de que el Gobierno marque una agenda que no ha puesto, porque no ha tenido otra distinta a intentar acabar la JEP”, agrega Velasco, que reconoce en Palacios el talante “para intentar construir esos mínimos”.

Desde la oposición la postura es más crítica. De acuerdo con el senador Iván Cepeda, del Polo Democrátic­o, lo que se evidenciar­á será un cambio de persona, pero no de políticas, pues no confía en que haya algún tipo de cambio en el relacionam­iento con el Congreso. Incluso, alega que persiste la “mermelada” para asegurar mayorías y pide que haya más diálogo con quienes se oponen al Ejecutivo.

“Recuerdo que una de las promesas del presidente desde su posesión era que iba a cultivar una relación diametralm­ente diferente a la tradiciona­l y un Gobierno sin mermeladas, eso es una mentira que hoy es evidente. Hay una feria de puestos y designacio­nes ministeria­les para crear una máquina en el Congreso para aprobar y pupitrear leyes”, explica Cepeda.

En este contexto Palacios asume un Ministerio que desde hacía tiempo venía encarando, pero que ya como doliente implicará responsabi­lidades mayores. Resta poco menos de dos años de gobierno y su tarea será comenzar a allanar el camino para que Iván Duque pueda trascender y dejar su anhelado legado de gobierno.

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/ Óscar Pérez Palacios es politólogo, con una maestría en gobierno con énfasis en defensa y seguridad de Harvard.
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