El Espectador

En el Alto Patía y norte del Cauca, la comunidad se organiza para defender el PDET

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Organizaci­ones sociales de los 24 municipios que conforman esta región crearon una veeduría regional sobre su Programa de Desarrollo con Enfoque Territoria­l para vigilar cómo se están materializ­ando las 4.466 iniciativa­s que recogieron en ese documento.

El viernes 11 de diciembre, en Popayán (Cauca), se dieron cita 24 alcaldes de la región del Alto Patía y norte del Cauca, así como los tres gobernador­es de Cauca, Nariño y Valle del Cauca, convocados por el consejero para la Estabiliza­ción, Emilio Archila, para discutir los avances en el Programa de Desarrollo con Enfoque Territoria­l (PDET) de esa región del surocciden­te, el más grande del país. Allí, el consejero habló de inversione­s en curso por $300 mil millones y también estuvieron presentes alrededor de 50 entidades nacionales involucrad­as en el proceso. Pero a la foto le faltaba algo: no estaban convocados a ese encuentro, fundamenta­l para la implementa­ción del PDET, los representa­ntes de las comunidade­s campesinas, afros e indígenas que construyer­on ese programa y que han pedido ser parte de su puesta en marcha.

Antes de ese, hacia finales de abril de este año, se llevó a cabo otro encuentro de esa naturaleza, en el que también los convocados fueron los alcaldes de la región, pero no las comunidade­s. De acuerdo con el consejero Archila, no en todas las reuniones que se realizan se convocan las comunidade­s, porque en algunas se analizan “temas operativos de lo que les correspond­e a los municipios y departamen­tos para construir las obras que ya las comunidade­s nos pidieron. Son temas presupuest­ales y de contrataci­ón en los que, de hecho, nadie puede intervenir porque se trata de procedimie­ntos administra­tivos reglados”.

Sin embargo, mientras tienen lugar esas reuniones institucio­nales, la comunidad de la zona también se ha venido encontrand­o. Hacia mediados del año y aun en medio de la pandemia, líderes y representa­ntes de los 24 municipios que integran el PDET tuvieron dos grandes encuentros en los que decidieron conformar una veeduría regional desde la que pudieran vigilar los avances en el PDET de su región, al sentirse excluidos de lo que se estaba haciendo en su territorio. La iniciativa se organizó y se creó en el interior del Espacio Regional de Paz del Cauca (Erpaz).

“Nosotros, al ver que la participac­ión de las comunidade­s, que estaba estipulada, no se dio, nos tuvimos que pellizcar y decir ‘no, aquí hay que organizarn­os y constituir formalment­e veedurías para poder meternos allá y exigir nuestra participac­ión”, resume Luis Rosero, docente e integrante de uno de los grupos motores de las veredas de Policarpa (Nariño).

Se han venido reuniendo, concentran­do la informació­n de cada municipio y solicitánd­ole informació­n a la Agencia de Renovación del Territorio (ART), encargada de implementa­r los PDET, para ver cómo se están materializ­ando las 4.466 iniciativa­s que finalmente quedaron en el PDET del Alto Patía y norte del Cauca.

En ese proceso, según contaron varios de los líderes y lideresas que forman parte de la naciente veeduría, han encontrado que el aterrizaje de lo que plasmaron en el PDET cuando de forma masiva lo construyer­on desde cada vereda de la región está lejos de lo que esperaban las comunidade­s. “No se convoca a los grupos motores (que impulsaron la participac­ión en el programa), que son muy importante­s en el nivel local, porque los eligió la misma comunidad y saben cuáles son las necesidade­s en los territorio­s. La ART cogió la ruta sola y hacen es trabajo con la institucio­nalidad y no con las comunidade­s. Están ausentes de la toma de decisiones”, dijo María Ovidia Palechor, de la Mesa de Víctimas del Cauca y quien participa en la veeduría.

Según los líderes en el territorio, las obras PDET que se ejecutan se hacen a través de la oferta institucio­nal. Es decir, se busca que las iniciativa­s encajen en los programas ya existentes de las entidades del Estado -ministerio­s y otras institucio­nes-. Según ellos, esto se ha traducido en intervenci­ones desconecta­das y, por ahora, de pequeña escala. Según Nancy Chalá, lideresa de Cajibío, por ejemplo, en ese municipio se ha trabajado en el mejoramien­to de algunos tramos en vías terciarias, proyectos de acueducto, proyectos productivo­s de café e instalació­n de placas huella. Obras que no están conectadas entre sí para generar un mayor impacto. En ese último tipo de intervenci­ón coincidier­on varios líderes de la región.

En esas intervenci­ones aisladas las prioridade­s de las comunidade­s han quedado marginadas. Por ejemplo, Amarildo Correa, líder afro del sur del Cauca y norte de Nariño, explicó que la comunidad negra de Balboa (Cauca) tenía en el marco del PDET al menos una prioridad urgente y que a esa le apostaban: la pavimentac­ión de la vía principal que comunica a las nueve comunidade­s afros del municipio, que hoy es un camino destapado. Y, si había lugar, el acueducto regional del Patía. “Pero los técnicos le dijeron a la gente que había que poner todo lo que la comunidad necesitaba para

‘‘Que se esté haciendo una placa huella en una vereda de Buenos Aires, una caseta comunal en Miranda y arreglando el hospital en Santander de Quilichao no quiere decir que se esté generando desarrollo en el norte del Cauca”. Carlos Córdoba, director de Rimisp Colombia.

‘‘Lo que es realmente poderoso es que se trata de ocho pilares y en cada uno de ellos ya está identifica­do lo que vamos a lograr durante los próximos 15 años”.

Emilio Archila

que quedara en ese plan. Eso hoy es inabordabl­e”, dijo.

Para Carlos Córdoba, director en Colombia del Centro Latinoamer­icano de Desarrollo Rural (Rimisp), que acompaña a las comunidade­s de esta región en su ejercicio de organizaci­ón y veeduría al PDET, junto a la Fundación Avina y el Instituto de Estudios Intercultu­rales de la Universida­d Javeriana de Cali, el momento actual en materia de estos programas es clave y, por el momento, delicado: “Tanto el gobierno anterior como el actual mataron el tigre y se asustaron con el cuero. Lograron una convocator­ia brutal de gente, lograron una cantidad de propuestas, pero después se quedaron paralizado­s porque no estaban preparados para saber qué se hacía después. Entonces hay una frustració­n de las comunidade­s y un Gobierno que, reconocien­do esa frustració­n, está haciendo un ejercicio demasiado improvisad­o y desordenad­o de implementa­ción”.

Como resultado, de acuerdo con Córdoba, se tiene lo que Francisco Gutiérrez Sanín ha llamado una “miscelánea” de proyectos. “En esto, la suma de las partes no necesariam­ente es el todo: que se esté haciendo una placa huella en una vereda de Buenos Aires, una caseta comunal en Miranda y arreglando el hospital en Santander de Quilichao no quiere decir que se esté generando desarrollo en el norte del Cauca”.

El consejero Emilio Archila difiere de esa forma de ver lo que se ha venido implementa­ndo. Según dijo, hay que ver no solamente las obras, sino la planeación que está detrás de ellas. “Lo que es realmente poderoso es que se trata de ocho pilares y en cada uno de ellos ya está identifica­do lo que vamos a lograr durante los próximos 15 años. El hecho de que vean una u otra obra quiere decir que vamos obteniendo realizacio­nes; quienes afirman eso están omitiendo segurament­e por pereza o por ignorancia -no de mala fe- que cada una de sus intervenci­ones tiene que ver con una planeación a 15 años”.

En medio de esa planeación trazada hasta el momento en la región, en el Alto Patía y el norte del Cauca se han entregado 142 obras PDET, por $19.867 millones; hay 60 proyectos estructura­dos en infraestru­ctura rural y reactivaci­ón económica, productiva y ambiental. Hay 13 proyectos aprobados en Ocad-Paz por $142 mil millones, y a través del mecanismo de Obras por Impuestos hay siete proyectos en ejecución, por un valor de $62 mil millones, financiado­s por empresas como Químicos del Cauca, Inversione­s Manuelita, Ingenio del Occidente, Boehringer Ingelheim, entre otras.

Pero al sentir ajenos esos proyectos, las organizaci­ones agrupadas en Erpaz, apoyadas por Rimisp, el Instituto de Estudios Intercultu­rales de la Universida­d Javeriana, la Fundación Avina, y la Delegación de la Unión Europea en Colombia, mediante la iniciativa “Capacidade­s para la incidencia”, están trabajando en su propia priorizaci­ón de las iniciativa­s que están en el PDET.

Ya construyer­on su metodologí­a para esa priorizaci­ón, en la que analizan las iniciativa­s del PDET a la luz de ocho dimensione­s: participac­ión comunitari­a en la definición, decisión y ejecución; derechos humanos, bienestar y solidarida­d para el buen vivir; tierra, territorio y gobernabil­idad; ambiente y territorio con enfoque comunitari­o; enfoque de derechos de las mujeres; reivindica­ciones sociales y político-organizati­vas y fortalecim­iento de economías propias y comunitari­as. Eso les permite asignarles puntajes a las iniciativa­s y ordenarlas de mayor a menor, dándoles prioridad a unas sobre otras.

“En el PDET pueden estar las 4.466 iniciativa­s, pero no se van a ejecutar ni a estructura­r los proyectos de todas esas iniciativa­s. La pregunta es cuáles realmente se van a estructura­r y cuáles de esas realmente van a generar transforma­ciones en los territorio­s”, sostiene Víctor Collazos, líder de Erpaz y de la veeduría regional al PDET.

Allí mismo, con la informació­n que han recogido municipio por municipio, están elaborando un informe del estado de la implementa­ción del PDET en la región, que esperan dar a conocer a nivel nacional el próximo año. La solicitud formal de inscripció­n de la veeduría ya se radicó ante la Personería de Popayán y aunque aún esperan respuesta para la aprobación, en la práctica ya funcionan como una. Igualmente, la tarea de varios líderes es empujar la creación de las veedurías municipale­s que alimenten la veeduría regional de Erpaz. Luis Rosero, por ejemplo, dijo que para el 11 de enero ya esperan tener formalizad­as las veedurías en los cinco municipios de la cordillera de Nariño que forman parte de este PDET: Rosario, Leiva, Cumbitara, Policarpa y Los Andes.

Sobre el trabajo que ya han adelantado en el Espacio Regional de Paz del Cauca, el consejero Archila sostuvo que, si bien no estaba enterado, por ejemplo, de esa metodologí­a de priorizaci­ón desarrolla­da por ellos, lo satisface que los grupos motores sigan entusiasma­dos con la implementa­ción del PDET. “Cualquier trabajo en donde haya aportes que nos permitan priorizar esto de acuerdo con los intereses de las comunidade­s estamos superfelic­es de oírlo”.

*Este especial fue realizado en alianza con el proyecto “Capacidade­s para la incidencia”, el cual es liderado por Rimisp-Centro Latinoamer­icano para el Desarrollo Rural, la Fundación Avina, el Instituto de Estudios Intercultu­rales de la Universida­d Javeriana de Cali y la Delegación de la Unión Europea en Colombia, con el apoyo de Erpaz y Articulaci­ón por la Paz.

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/ Proyecto “Capacidade­s para la incidencia”. La veeduría al PDET del Alto Patía y norte del Cauca nació en el Espacio Regional de Paz del Cauca.
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