Fracasar con éxito
ESTE AÑO HIZO MÁS EVIDENTE EL menosprecio a la ciencia por parte de los gobiernos populistas. La ciencia incomoda, no es milagrosa, no ayuda a sustentar el clientelismo y no necesita de políticos intermediarios para solucionar problemas. Despreciarla implica además menospreciar la educación, lo que habla muy mal de este y todos los gobiernos, aunque repitan orgullosamente el eslogan de que la educación y los niños son lo primero.
Nombrar en cargos directivos a personas sin formación académica en el campo que pretenden liderar es desestimar el conocimiento. Esto no es nuevo, pues, además de las razones políticas de muchos de los nombramientos, casi siempre la justificación es que se aprende más en la vida por experiencia que en las aulas. Lo que decepciona es el retroceso que evidenciamos, con designaciones en cargos técnicamente importantes que menosprecian el conocimiento adquirido con la experiencia.
Volvimos a los viejos tiempos, cuando era normal nombrar como directivos de sectores específicos a personas carentes de formación y experiencia relacionadas con el cargo. Lo increíble es la novedosa excusa que se esgrime para hacerlo: la necesidad de democratizar el acceso a la toma de decisiones para no limitarlo a élites clasistas, refiriéndose al grupo de expertos que han estudiado un tema y tienen experiencia profesional de décadas en esas temáticas.
No es de extrañarse que esas cuestionables excusas vengan de quienes apadrinan políticamente a esos advenedizos, pero sí resulta curioso que quienes desprecian el conocimiento sean los mismos que inventan títulos en sus hojas de vida para legitimar sus carreras. Sin embargo, debemos preguntarnos si esos adalides de la improvisación nombrarían como gerentes de sus negocios privados a personas sin preparación alguna en el tema a gestionar, por buenos administradores que sean.
Vale aclarar que sin duda es importante democratizar el conocimiento y la preparación. Los expertos deben motivar a las nuevas generaciones a estudiar y trabajar en sus sectores, para que tengamos más ciudadanos especializados y con experiencia en los diferentes temas de importancia estratégica para el país. No obstante, no nos equivoquemos. Adquirir conocimiento y experiencia en un tema aterrizando en un cargo directivo altamente técnico no es democratizar el sector, sino restarle importancia y ponerlo en riesgo.
Los buenos líderes, cuando carecen del conocimiento de un tema específico, se rodean de especialistas para orientar sus decisiones. Otros, más inseguros y mediocres, trabajan con personas menos competentes para evitar que alguna les haga sombra. Al parecer el presidente menos preparado y con menor experiencia que hemos tenido y varios de sus ministros tristemente decidieron rodearse de inexpertos y, para nuestra desdicha, están logrando que no los opaquen. Es la receta perfecta para fracasar exitosamente.
Posdata. Volviendo a la importancia de la ciencia, la noticia de las vacunas no es menor; al parecer saldremos de este duro momento. Este año, este espacio ha sido sin duda una gran terapia. Aprovecho que esta será la última columna del 2020 para agradecer al periódico, a quienes me leen antes y después de publicar y, sobre todo, a mi compañero de camino, pues no existe columna cuyo tema y redacción no sean ampliamente discutidos y comentados por él.