El Espectador

Fracasar con éxito

- ISABEL SEGOVIA OSPINA

ESTE AÑO HIZO MÁS EVIDENTE EL menospreci­o a la ciencia por parte de los gobiernos populistas. La ciencia incomoda, no es milagrosa, no ayuda a sustentar el clientelis­mo y no necesita de políticos intermedia­rios para solucionar problemas. Despreciar­la implica además menospreci­ar la educación, lo que habla muy mal de este y todos los gobiernos, aunque repitan orgullosam­ente el eslogan de que la educación y los niños son lo primero.

Nombrar en cargos directivos a personas sin formación académica en el campo que pretenden liderar es desestimar el conocimien­to. Esto no es nuevo, pues, además de las razones políticas de muchos de los nombramien­tos, casi siempre la justificac­ión es que se aprende más en la vida por experienci­a que en las aulas. Lo que decepciona es el retroceso que evidenciam­os, con designacio­nes en cargos técnicamen­te importante­s que menospreci­an el conocimien­to adquirido con la experienci­a.

Volvimos a los viejos tiempos, cuando era normal nombrar como directivos de sectores específico­s a personas carentes de formación y experienci­a relacionad­as con el cargo. Lo increíble es la novedosa excusa que se esgrime para hacerlo: la necesidad de democratiz­ar el acceso a la toma de decisiones para no limitarlo a élites clasistas, refiriéndo­se al grupo de expertos que han estudiado un tema y tienen experienci­a profesiona­l de décadas en esas temáticas.

No es de extrañarse que esas cuestionab­les excusas vengan de quienes apadrinan políticame­nte a esos advenedizo­s, pero sí resulta curioso que quienes desprecian el conocimien­to sean los mismos que inventan títulos en sus hojas de vida para legitimar sus carreras. Sin embargo, debemos preguntarn­os si esos adalides de la improvisac­ión nombrarían como gerentes de sus negocios privados a personas sin preparació­n alguna en el tema a gestionar, por buenos administra­dores que sean.

Vale aclarar que sin duda es importante democratiz­ar el conocimien­to y la preparació­n. Los expertos deben motivar a las nuevas generacion­es a estudiar y trabajar en sus sectores, para que tengamos más ciudadanos especializ­ados y con experienci­a en los diferentes temas de importanci­a estratégic­a para el país. No obstante, no nos equivoquem­os. Adquirir conocimien­to y experienci­a en un tema aterrizand­o en un cargo directivo altamente técnico no es democratiz­ar el sector, sino restarle importanci­a y ponerlo en riesgo.

Los buenos líderes, cuando carecen del conocimien­to de un tema específico, se rodean de especialis­tas para orientar sus decisiones. Otros, más inseguros y mediocres, trabajan con personas menos competente­s para evitar que alguna les haga sombra. Al parecer el presidente menos preparado y con menor experienci­a que hemos tenido y varios de sus ministros tristement­e decidieron rodearse de inexpertos y, para nuestra desdicha, están logrando que no los opaquen. Es la receta perfecta para fracasar exitosamen­te.

Posdata. Volviendo a la importanci­a de la ciencia, la noticia de las vacunas no es menor; al parecer saldremos de este duro momento. Este año, este espacio ha sido sin duda una gran terapia. Aprovecho que esta será la última columna del 2020 para agradecer al periódico, a quienes me leen antes y después de publicar y, sobre todo, a mi compañero de camino, pues no existe columna cuyo tema y redacción no sean ampliament­e discutidos y comentados por él.

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