El VAR debe seguir
El presidente de la Dimayor, Fernando Jaramillo, insinuó la semana pasada que es posible que no se pueda seguir utilizando el VAR en 2021 por temas económicos. Debe intentarse a capa y espada mantenerlo. Que no le haya ido tan bien no puede ser motivo para pensar que era mejor no usar ese servicio. Ni la International Board ni la FIFA van a echar reversa, la ayuda tecnológica para los árbitros era una necesidad y llegó para quedarse. Es verdad que tiene todavía muchas inconsistencias, pero cuando se utiliza correctamente sin duda es una gran herramienta que deja en el partido un manto de justicia fundamental.
No es posible que en pleno siglo XXI, con la disposición y los avances que tenemos, el fútbol no se pueda acomodar a la ayuda especializada y exacta de la máquina. El VAR se creó ante la incapacidad de los jueces de impartir justicia en el campo de juego. No se estaba pitando bien, los errores e injusticias estaban a la orden del día. Los románticos se oponen todavía porque según ellos se desnaturaliza el deporte, pero se olvidan de que uno de los principios de cualquier competencia es que gane quien realmente lo merezca y no aquel que producto de una mala decisión se lleve la victoria.
Lamentablemente todavía no es perfecto el recurso y por la mala praxis a veces se siguen cometiendo fallas que no le hacen bien a la invulnerabilidad del sistema. Los que están detrás de las pantallas son árbitros que fueron capacitados para poder emitir conceptos y tomar decisiones a partir de la precisión que se les ofrece, pero no siempre actúan de la mejor manera. Algunos nunca aprenderán lamentablemente y los que se salvan en ocasiones al no poder interpretar por sugerencia de las nuevas reglas se quedan con la evidencia del contacto por minúsculo que sea o permiten que, a pesar de tener mas oportunidades para decidir mejor, el central defina. Ni hablar de las líneas mal trazadas para el fuera de lugar o de las benditas manos defensivas que determinan las penas máximas.
En mi concepto, hay que empoderar más al VAR, los jueces de campo deben entender de una vez por todas que la tecnología está al servicio de la verdad, que deben confiar en ella a rajatabla. El ideal sería que el mecanismo fuera absolutamente inteligente, como pasa en el tenis con el ojo de halcón, que termina mostrando la jugada en una simulación virtual. Para llegar allá hay todavía una distancia, pero se debe creer más en la máquina, en la precisión de la cámara y que solo se acuda a los que están en el terreno cuando la duda sea grande y ellos por cercanía hayan podido entender y ver exactamente la acción en cuestión. Ese pedido cada vez para que vean la acción en repetición es culpable de la pérdida de tiempo y generalmente lleva a tomar una decisión desacertada. A menos que su posición sea realmente privilegiada y esté en desacuerdo con lo que se determine, no se debe pedir la intervención del hombre de amarillo (casi siempre). Para concluir, la Dimayor no se puede apartar de la modernidad y si queremos mejor nivel afuera, pues no nos podemos alejar de lo que se utiliza en el mundo o nos va a costar cada vez más volver a figurar.