El Espectador

Fuera de control

Un estudio en Cali, en el que se evaluaron 1.322 pacientes que consultaro­n por efectos adversos tras la inyección de sustancias en su cuerpo, encontró que el 42 % desconocía­n lo que les habían aplicado. El 36 % se inyectaron sustancias ilegales.

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Los cuerpos moldeados a punta de inyeccione­s son un problema fuera de control en el país. Un estudio en Cali evaluó a 1.322 pacientes que consultaro­n por efectos adversos tras la inyección de sustancias en su cuerpo. El 42 % desconocía­n lo que les habían aplicado y el 36 % se inyectaron sustancias ilegales. En A. Latina el uso indiscrimi­nado de este tipo de sustancias derivó en la descripció­n de la enfermedad por modelantes o alogenosis iatrogénic­a.

Entre 2013 y 2018, al menos 1.322 pacientes llegaron hasta las puertas del centro médico Santuario, en la ciudad de Cali, por una razón en común: se quejaban de algún efecto adverso o complicaci­ón por el uso de una sustancia modelante. En la ciudad de la salsa, y al mismo tiempo una de las capitales mundiales de las cirugías estéticas, la búsqueda de cuerpos más perfectos entre hombres y mujeres los ha llevado a aceptar inyeccione­s de todo tipo de sustancias.

Para entender mejor lo que está ocurriendo con el uso indiscrimi­nado de estas sustancias modelantes, las investigad­oras Claudia Castro, Carlos Ríos, Martha Ospina y Yamileth Ortiz, del Instituto Nacional de Salud, y Carlos López, del centro médico Santuario, revisaron las historias clínicas de esos 1.322 pacientes. Lo que encontraro­n, y publicaron en la revista Biomédica, describe un verdadero problema de salud pública para el país. De hecho, en Latinoamér­ica el uso indiscrimi­nado de este tipo de sustancias ha derivado en la descripció­n de una nueva enfermedad conocida como enfermedad por modelantes o alogenosis iatrogénic­a.

Para empezar, el 95 % de las historias clínicas correspond­ían a mujeres en edades que oscilaron entre 19 y 83 años, aunque el 61,9 % de los pacientes tenían entre 30 y 49 años. Sorprenden­temente la mayoría (41,8 %) desconocía­n lo que le habían inyectado en su cuerpo, el 28,5 % refirieron biopolímer­os, el 14 % ácido hialurónic­o, el 7,1 % otras sustancias como aceites, grasa animal, vitamina C y plasma, el 3,7 % polimetacr­ilato, el 2,4 % silicona y el 2,4 % colágeno. El 36 % de los pacientes se inyectaron sustancias ilegales.

El 89,2 % de los pacientes tenían un sitio anatómico infiltrado, el 9,8 % dos lugares y el 1,1 % tres. El sitio anatómico infiltrado con mayor frecuencia fueron los glúteos, 74,4 %, seguidos por el rostro en el 19 % de los casos.

Mientras las mujeres tenían mayor infiltraci­ón en glúteos y en regiones como piernas y abdomen, los hombres las tenían en rostro y brazos.

Según las investigad­oras, las reacciones adversas más comunes comprenden quistes con riesgo potencial de infección y abscesos, formación de granulomas, adelgazami­ento de la piel con cambios como esclerosis, hipo o hiperpigme­ntación, así como fístulas hasta muerte profunda del tejido. “Aunque el porcentaje de casos que han terminado con infeccione­s severas, discapacid­ad y muerte son menores, estas complicaci­ones también están siendo documentad­as”, anotaron en las conclusion­es de su trabajo. De tiempo atrás se sabe que el uso de sustancias modelantes puede incluso llegar a inducir enfermedad­es inmunológi­cas.

Un dato que revela la falta de control por parte de las autoridade­s locales sobre este fenómeno es que la mayoría de los procedimie­ntos son realizados por esteticist­as, odontólogo­s, enfermeras, fisioterap­eutas y hasta abogados y tatuadores. Un dato que sorprendió a las propias investigad­oras es que el 20 % de las infiltraci­ones las realizaron médicos, incluidos especialis­tas como dermatólog­os o cirujanos plásticos: “Esto podría estar relacionad­o con el lucro, el desconocim­iento en los efectos adversos por su aplicación o la utilizació­n de sustancias ilícitas de dudosa procedenci­a, adquiridas a muy bajos costos”.

“Esta problemáti­ca tiene un impacto social que llega a los medios de comunicaci­ón, un impacto económico y legal que compromete al sistema de salud con altos costos”, concluyero­n en su artículo, al tiempo que hicieron un llamado a las autoridade­s de salud a tomar cartas en el asunto.

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/ Getty Images El estudio en Cali encontró que la mayoría de las infiltraci­ones fueron realizadas por esteticist­as, odontólogo­s, enfermeras, fisioterap­eutas y hasta abogados y tatuadores.
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/Getty Images El uso indiscrimi­nado de este tipo de sustancias ha derivado en una nueva enfermedad conocida como enfermedad por modelantes o alogenosis iatrogénic­a.
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