El arte a la vuelta de la esquina
Durante la cuarentena, el arte fue uno de los sectores más golpeados por el aislamiento, pero asimismo encontró nuevas cabidas en barrios, escenarios móviles y la virtualidad, con formatos que esperan perdurar en el tiempo.
La pandemia cambió todos los panoramas. Además de que la virtualidad comenzó a mandar la parada, especialmente en la educación y para las empresas, esta no fue la solución para el sector de las artes, que se han visto gravemente afectadas, pues las condiciones de la reactivación aún no permiten la aglomeración de más de 50 personas y, por lo tanto, mantiene abajo el telón. Esto no quiere decir que el arte haya muerto. Por el contrario, también ha tenido que buscar nuevas cabidas que, aunque no son todavía la solución completa, sí prometen perdurar para el futuro.
El Día de las Velitas, Sara se alistaba para salir con su familia, pero el alboroto que se escuchaba afuera los hizo apresurarse para ver de qué se trataba. En principio observaron desde la ventana un gran camión con luces que entraba por una de las calles. Ya abajo vieron el espectáculo. Era el grupo de Santiago Sandoval, que interpretaba arreglos de la Big Band Bogotá, en medio de la conmemoración de los 25 años de Jazz al Parque. Estaban sobre uno de los escenarios móviles que han llevado música por toda la ciudad y que esa noche estuvo en la localidad de Engativá.
Días después, en Bosa, Esperanza regresaba de hacer ejercicio, cuando se encontró con cuatro músicos de la Filarmónica de Bogotá que estaban interpretando villancicos en un parque. Los artistas eran parte del programa que lleva a la orquesta a los barrios y por la que también dos violinistas terminaron la semana pasada en la plaza de mercado del 12 de Octubre y otros cuatro más llegaron a Teusaquillo con música del Pacífico.
Estas iniciativas son parte de los pequeños formatos que se han promovido en las localidades de la ciudad para llevar el arte a los barrios y reencontrarse de manera segura. “Bogotá ha ganado una posición tan importante con los grandes espectáculos, que pareciera que los otros formatos estuvieran en un renglón menor, pero han sido de manera histórica los que han tejido unos vínculos muy sólidos de los artistas y la creación con los territorios y la comunidad”, dice Nicolás Montero, secretario de Cultura, Recreación y Deporte (SCRD).
Esto no ha sido ajeno a la ciudad. La economía creativa y cultural se ha venido desarrollando por años entre los barrios, como ha sido el caso de Renova, un colectivo que se creó en 2012 en
Usaquén. “Nos reunimos con la idea de hacer cine, que como séptimo arte congrega al resto de las artes, y comenzamos en la casa de un compañero a gestar el proyecto con el que hacíamos intervenciones del espacio público a través de performance, muralismo, siembra, proyecciones y conciertos, partiendo de la autogestión. Ya con la acogida comenzamos a crear un tejido comunitario, por lo que cuando el proyecto cogió más forma aplicamos a convocatorias distritales y nacionales”, dice Fabián Bernal, integrante del colectivo.
Con los años se unieron a otros colectivos y artistas, con los que siguieron en el camino de restaurar y recuperar el espacio público. Además, desarrollaron otros proyectos como Parce Sessions, que en principio fueron videos de canciones y luego se convirtieron en sesiones en vivo a las que se sumaron entrevistas con los artistas, formato que han ido modificando ante las condiciones de la pandemia y la masiva oferta de este tipo de videos en redes sociales.
En las calles también hubo otras actividades en el marco de “Bogotá es cultural local”, dentro de las que se encuentran los conciertos de la Filarmónica en los barrios, pero también estrategias como “Asómate a tu ventana”, que fueron conciertos que se llevaron a los barrios al comienzo de la cuarentena; el Biblomóvil, que recorrió la ciudad con libros y lecturas, que también se compartieron en redes sociales; el escenario móvil de Idartes y más recientemente, en “La casa de la vecina”, que consiste en conciertos en terrazas de grandes artistas como Monsieur Perine y la agrupación Aterciopelados.
Junto a ellas estuvieron carretas sonoras que, además de hacer campañas de prevención, promovieron las actividades culturales. “Durante ‘Bogotá brilla’ estuvieron en las zonas con iluminación con tres duendes encargados de dar las recomendaciones, mientras que por los barrios llegamos a lugares priorizados, donde las personas estaban atentas para ser involucradas en la reactivación. Con la estrategia se buscaba transformar herramientas desde lo cotidiano, como las carretas, para volverlo una estrategia comunicativa”, dice Juan Ramírez, una de las personas que estuvo detrás de la iniciativa.
Para Montero, estas iniciativas, que surgieron en medio del aislamiento, permitieron desarrollar la apuesta que busca poner en el centro al ciudadano. “Ir a donde están para acercarnos y conectar con esa noción de que todos somos creadores de realidades, que al final son las que nos convierten en ciudad y que por último permiten potenciar las capacidades y los talentos de los territorios”.
Esto no solo permite que se resalte la actividad cultural que se desarrolla fuera del centro de la ciudad, sino que además abrió espacios para que, por ejemplo, la cultura oral de Sumapaz ahora sea compartida en audios, y de la misma forma cada día sea más fácil la consolidación de redes artísticas que permitan interactuar a una batucada en Teusaquillo con un grupo de baile en Kennedy o a Sara y a Esperanza con grandes artistas y eventos que antes estaban limitados a determinados espacios. Los pequeños formatos hoy llenan un gran espacio en la ciudad.
››Con tan solo la estrategia “Asómate a la ventana” se realizaron 116 actividades en los barrios de la ciudad al comienzo de la cuarentena.