El Espectador

El miedo de la revista “Semana”

- CATALINA URIBE RINCÓN

CUANDO EL GRUPO GILINSKI COMpró la revista Semana, algunas fuentes, incluido Daniel Coronell, confirmaro­n que Gabriel Gilinski quería que el medio de comunicaci­ón se convirtier­a en el Fox News colombiano. En seguida vinieron las preocupaci­ones con respecto a la poca imparciali­dad que tendría la revista, así como el sesgo ideológico en el que caería. En el último año dichas preocupaci­ones se materializ­aron. El despido y las renuncias forzadas de varios periodista­s, la maniobra poco sutil para sacar a los “incómodos” escritores de Arcadia, y la alianza con la derecha y el gobierno de turno se han hecho cada vez más evidentes.

Sin embargo, el parecido con Fox no se limita a la alineación política. Fox es un medio muy particular, en especial por el formato que sigue. Un formato que sobre todo le apunta a una de las emociones más confiables de las audiencias: el miedo. Esta emoción, que produce un estado mental de alerta y aflicción, es el objetivo del sensaciona­lismo y las teorías de complot. Es común que la comunicaci­ón pública se valga de la retórica del miedo para mover a la acción o la inacción. Y clave en esta retórica es el énfasis en las posibles, aunque muchas veces improbable­s, consecuenc­ias de las amenazas que se presentan. La revista Semana ha ido incorporan­do este formato ya orgánicame­nte.

Veamos algunos casos recientes. Mientras había algo de alivio con la aprobación de las vacunas contra el SARS-CoV-2, Semana comenzó a insistir una y otra vez en los casos de reacciones adversas: “Atención: detectan primera reacción alérgica a la vacuna”, “Hospital de Chicago le pone ‘tatequieto’ a la vacuna de Pfizer”. Lo curioso es que al mismo tiempo insistía en angustiarn­os por el virus: “Nueva cepa de coronaviru­s está fuera de control”. Si tanto la enfermedad como la cura están mal, ¿cuál es el objetivo de los titulares? Sí, puede ser noticioso que haya algunas reacciones alérgicas a la vacuna, ¿pero qué es exactament­e lo que los ciudadanos necesitan saber?

Hace unos días se hizo viral el titular: “Armando Benedetti promete viajes a Disney y motos con plata de banqueros”. La noticia tomó un tuit del senador, lo distorsion­ó e hizo una afirmación insidiosa que nada tenía que ver con el contenido del mensaje. Sensaciona­lismo y miedo se convierten entonces en la combinació­n perfecta para “el clic”. Poco importa que la informació­n sea falsa, intrascend­ente e irrelevant­e. El “cliente-lector” ya entró. “Los espías rusos intentaron infiltrar el Banco de la República”, dice el titular, pero, después de imaginarno­s tremendos hackers, nos enteramos en la nota de que algunos funcionari­os de la embajada rusa intentaron conversar con funcionari­os del emisor.

Bacon advertía que el miedo puede “deslumbrar los ojos de las personas (en lugar de) abrirlos”. Una disposició­n sospechosa que nubla la mente y conduce a la paranoia en lugar de la prudencia. El problema no es solo el error de cálculo sobre un tema. La forma de ser de las noticias va creando una forma de ser del ciudadano. La relación entre la audiencia y el medio de comunicaci­ón se vuelve simbiótica, creándose una espiral de especulaci­ón en donde uno pide y el otro crea. ¿Tendremos prontament­e la caricatura del ciudadano Semana, así como la del ciudadano Fox?

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