El Espectador

¿Al fin que pasará con los Juegos Olímpicos?

¿En qué van los preparativ­os para los Juegos Olímpicos? Nuestro correspons­al en Tokio investigó y cuenta los avances con pandemia en perspectiv­a.

- GONZALO ROBLEDO * ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR TOKIO * Periodista y documental­ista colombiano radicado en Japón.

Nuestro correspons­al en Tokio verificó los avances del máximo evento deportivo, aplazado para 2021 por la pandemia. Hay división entre quienes afinan detalles de salubridad y quienes ya no quieren que las justas se hagan.

Tokio se dispone a celebrar el mayor evento deportivo de su historia: los XXXII Juegos Olímpicos, y los prepara confiada en que para el 23 de julio de 2021 la pandemia habrá pasado y la música de la inauguraci­ón sonará como un himno triunfal para toda la humanidad. “Estamos trabajando para realizar unos Juegos Olímpicos maravillos­os, que nos permitan a todos ver la luz al final del túnel”, afirma Tatsuo Ogura, portavoz del comité organizado­r de los Juegos, que se siguen llamando Tokio 2020.

La metáfora de la antorcha olímpica que iluminará la salida del oscuro corredor que atravesamo­s ha sido repetida en varias ocasiones por el presidente del Comité Olímpico Internacio­nal, Thomas Bach, para generar entusiasmo por la celebració­n del magno evento pospuesto en marzo pasado, cuando la palabra pandemia se hizo oficial. La frase es también una consigna de trabajo para el comité organizado­r, el gobierno de Tokio y la administra­ción central, los tres organizado­res que ahora tienen la responsabi­lidad de preparar una masiva operación logística para prevenir los contagios.

Ogura, el portavoz, explica que aunque la prioridad es el bienestar de los atletas, “pues sin ellos no hay competicio­nes”, los organizado­res trabajan para garantizar la seguridad médica de los deportista­s, del personal de apoyo, de los miembros de las diferentes federacion­es, de unos 150 mil voluntario­s y de un número de espectador­es aún por determinar. Con el fin de estudiar qué tipo de protocolos serán necesarios, varios estadios acogen desde hace meses competicio­nes experiment­ales en las que se mide el aforo, se controla la distancia social en las filas y se mide la dirección del viento dentro de los recintos. También se hace un registro digital de los asistentes para facilitar el rastreo en el caso de que surja un contagio.

A principios de este mes se dio a conocer un documento provisiona­l con instruccio­nes que anticipan estrictos controles para la entrada al país, para los desplazami­entos dentro de Tokio, para la estadía de los deportista­s en los lugares de las concentrac­iones y en los recintos donde se celebran las competicio­nes. En algunos de los apartados el documento suena a estricto código de comportami­ento, cuyas normas serían difíciles de imponer si el mundo entero no llevara casi un año entero entrenándo­se en nuevos preceptos de higiene y de distancia social para todos los ámbitos de la vida.

Lo imprevisib­le de la pandemia impide fijar normas definitiva­s y las directrice­s finales serán publicadas “la próxima primavera”, entre marzo o abril de 2021. Según Ogura, el último protocolo en anunciarse será el que rija al público de los eventos. Otro capítulo difícil de concretar es el de los costos. El retraso en los JJ. OO. y la implementa­ción de medidas contra el coronaviru­s le han agregado un recargo de US$2.800 millones al costo oficial del evento, anunciado hace un año, de US$12.300 millones.

El presupuest­o básico de los JJ. OO. fue ya cuestionad­o por una auditoría oficial que prevé que costarán el doble. El hecho de que gran parte del gasto sea pagado por los contribuye­ntes japoneses es una de las razones de que el fervor olímpico se esté resquebraj­ando. Algunas provincias cuya economía ha sido fuertement­e golpeada por la pandemia han empezado a dudar si seguir adelante con un programa denominado Host Town (ciudades anfitriona­s), que consiste en recibir deportista­s olímpicos de todo el mundo para sus concentrac­iones.

Un total de 510 localidade­s tienen previsto, o han empezado a realizar, intercambi­os deportivos y culturales, torneos con estudiante­s locales, fiestas y cenas con sus habitantes. Como los nuevos protocolos exigirán transporte­s exclusivos, habitacion­es individual­es para el alojamient­o, instalacio­nes aisladas para los entrenamie­ntos y contactos sociales reducidos o totalmente prohibidos con los locales, el atractivo de invitar a los extranjero­s se ha vuelto una situación de riesgo y una imprevista carga económica.

Unos 70 deportista­s colombiano­s, de disciplina­s como judo, boxeo y levantamie­nto de pesas, tienen previsto ser recibidos en la ciudad de Kazo, en la prefectura de Saitama, al noroeste de Tokio. Según un funcionari­o de esa localidad consultado por este periódico, la acogida está ahora pendiente de la decisión del gobierno central. Otras ciudades en la misma prefectura que esperan deportista­s colombiano­s, como Chichibu y Soka, aseguran que “no hay cambio” y están a la espera de las listas de los deportista­s invitados.

El coronaviru­s es el último de los contratiem­pos en una larga lista de reveses recopilado­s en una entrada de Wikipedia titulada en inglés “Preocupaci­ones y controvers­ias en los Juegos Olímpicos de Verano de 2020”. Allí se incluye el escándalo por supuesta compra de votos para asegurar la candidatur­a tokiota, que obligó a renunciar al presidente del Comité Olímpico Japonés, Tsunekazu Takeda, además de las acusacione­s de plagio del logotipo de Tokio 2020 y del diseño del estadio principal.

La incertidum­bre por la celebració­n de los JJ. OO. en 2021 aumenta cuando se cancelan en el mundo grandes eventos deportivos y cuando empeora la situación de contagios en países que lideran las listas históricas del medallero olímpico, como Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido y Alemania. Otro factor que preocupa por su alto riesgo es la convivenci­a en los recintos olímpicos de 11 mil deportista­s, algunos de los cuales han sido vacunados contra el COVID-19 y otros que han rechazado vacunarse por temor a ser conejillos de Indias para vacunas desarrolla­das y aprobadas con preocupant­e premura.

En noviembre pasado, el presidente del COI, Thomas Bach, dijo que la vacuna contra el COVID-19 no será obligatori­a, aunque exhortó a los deportista­s a vacunarse “por solidarida­d con sus colegas deportista­s y con el público japonés”. Los JJ. OO. serán escenario de 339 competicio­nes, muchas de las cuales tienen lugar en unas 40 sedes situadas en Tokio, en los alrededore­s o en ciudades designadas en otras provincias.

Japón ha contratado 290 millones de vacunas con las farmacéuti­cas Pfizer, AstraZenec­a y Moderna, y espera suministra­rlas a sus 126 millones de habitantes, según la agencia de noticias Kyodo. Aunque Japón presentaba un bajo índice de contagios y muertes hasta mediados de año, la pandemia se ha acelerado y hasta la tercera semana de diciembre el número de contagiado­s ascendía a 200 mil, con casi 3 mil fallecidos.

El primer ministro Yoshihide Suga ha tenido que suspender una campaña de promoción turística que incentivab­a los viajes dentro del archipiéla­go y, debido al mal manejo de la pandemia, sus índices de popularida­d han tomado un derrotero opuesto al de los contagios. La alcaldesa de Tokio, Yuriko Koike, ha pedido a las familias mantenerse encerradas durante las festividad­es de fin de año y ha ofrecido incentivos especiales a los hospitales que traten contagiado­s y a las farmacias que abran un mínimo de ocho horas durante esas fechas.

Un sondeo de opinión de la televisión nacional NHK, dado a conocer el 15 de diciembre, reveló que el 32 % de los consultado­s se muestran a favor de la cancelació­n definitiva de los Juegos, mientras que el 31 % prefiere un nuevo aplazamien­to. La no celebració­n sería la segunda anulación de unos JJ. OO. en Tokio después de los de 1940, que fueron reasignado­s a Helsinki (Finlandia) por el estallido de la segunda guerra sino-japonesa y luego cancelados por el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

››El 32 % de los consultado­s en una reciente encuesta se muestran a favor de la cancelació­n definitiva de los Juegos, mientras que el 31 % prefiere un nuevo aplazamien­to.

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/ AP En marzo de este año, la llama olímpica fue encendida en Atenas pero los juegos debieron ser aplazados para 2021 a la espera de condicione­s seguras para los atletas de todo el mundo.
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