El Espectador

El duro reto de la reactivaci­ón de la ciudad

Con programas como “Bogotá a cielo abierto”, la Secretaría de Desarrollo Económico dio los primeros pasos para tratar de recuperar la economía de la capital en medio de la pandemia.

- DIEGO OJEDA dojeda@elespectad­or.com @DiegoOjeda­95

››“Bogotá a cielo abierto” es uno de los programas más protagónic­os que se han impulsado durante la reactivaci­ón.

En marzo, las calles de Bogotá estaban prácticame­nte desocupada­s, pues solo un pequeño grupo de personas tenían autorizaci­ón para movilizars­e en medio de la cuarentena estricta. Un reflejo de lo que para entonces estaba pasando con la economía no solo de la capital, sino de todo el país.

Antes de entrar en cuarentena muchos estaban preocupado­s por un posible desabastec­imiento, razón por la cual (los que podían) decidieron mercar como nunca, dejando las góndolas de los supermerca­dos casi que desocupada­s. Más de uno recordará la crisis que, decían por esos días, había con el papel higiénico y la amenaza de que productos como el huevo subieran de precio.

Fue desde ese momento que la Secretaría de Desarrollo Económico empleó una de sus primeras acciones en el contexto de la pandemia: llevar el registro de las toneladas de comida que diariament­e ingresaban a la capital, en parte, para tranquiliz­ar a la ciudadanía y dar el mensaje de que habría comida suficiente para todos. Para entonces, casi los únicos autorizado­s a trabajar eran los negocios que vendían productos de primera necesidad.

Con el tiempo, la capital comenzó a sentir el coletazo económico del COVID-19. Muchas empresas empezaron a quebrar y miles de personas a engrosar la tasa de desempleo en la capital. Fue hacia finales de abril que, por mandato presidenci­al, se puso en marcha la denominada reactivaci­ón económica, iniciando con el sector de la construcci­ón y nueve subdivisio­nes de la manufactur­a.

A partir de ahí comenzó un proceso que ha sido complejo y que arrancó con la delimitaci­ón de cuatro grupos, selecciona­dos según la capacidad operativa de cada renglón de la economía, con base en el riesgo de propagació­n del virus. El primero, siempreact­ivo, lo integraron personal de la salud y las actividade­s relacionad­as con la venta y transporte de alimentos; en el segundo, aquellos que teletrabaj­an, como los operarios de call center; en el tercero, los que rerequería­n presencial­idad y que bajo protocolos de biosegurid­ad podían retornar a sus labores, como los zapateros y los comerciant­es, y en el último los relacionad­os con trabajos con aglomeraci­ones y alta interacció­n con los consumidor­es, como el turismo, restaurant­es y gimnasios.

Esta tarea se convirtió en uno de los pilares de desarrollo económico, sector que a la fecha se ha contabiliz­ado la reapertura de más de 108.300 empresas, a través de las cuales cerca de 867.000 personas han retornado a sus trabajos. Si bien el golpe en el bolsillo todavía se siente, las proyeccion­es de crecimient­o se incumplier­on y muchos insisten en que falta para recuperar la senda que se traía antes de la emergencia, los esfuerzos vienen dando frutos.

Con el paso de los meses se fueron reabriendo sectores como comercio, servicios y actividade­s culturales y recreativa­s. Este servicio es el que más agrupa hoy puestos de trabajo, con más de 302.426 colaborado­res. Le sigue comercio (228.977), manufactur­a (181.513), construcci­ón (135.262) y actividade­s culturales y creativas (20.525). A pesar de estos esfuerzos, vale resaltar, Bogotá continúa registrand­o una alta tasa de desempleo, la cual en octubre fue del 17,5 %, lo que se traduce en 3,8 millones de ocupados y 815.000 desemplead­os.

De la mano de agremiacio­nes como Fenalco se avanzó en la adopción de protocolos de biosegurid­ad para alcanzar casi que una reactivaci­ón total. Lo anterior también se logró gracias a la ampliación del cupo epidemioló­gico que comenzó a registrar la ciudad, pues se habilitaro­n más unidades de cuidados intensivos, hasta alcanzar las 2.215 en diciembre.

Parte de los avances más protagónic­os fue el de “Bogotá a cielo abierto”, el cual permitió a restaurant­es, artesanos y artistas, entre otros negocios, pudieran atender a su público al aire libre. Aquí el Distrito invirtió en infraestru­cturas como mesas, señalizaci­ones, alumbrados y hasta obras arquitectó­nicas, como la que está en la plaza de mercado de La Perseveran­cia, para facilitar la operación de estas empresas.

A la par, se implementa­ron estrategia­s que beneficiar­on a los campesinos de las zonas rurales de la ciudad, los cuales se cobijaron bajo el programa de “Mercados campesinos”. Mediante este lograron ventas por $653,3 millones, con el plus de eliminar a intermedia­rios en la cadena de comerciali­zación.

También se trabajó en “Mi Bogotá Week”, programa que apoyó a micro y pequeños empresario­s para abrirse al mercado latinoamer­icano. En este se han comerciali­zado más de 15.801 productos, dejando ventas cercanas a los $930 millones, unos 3.800 vendedores exitosos y seis ferias promociona­les realizadas.

Finalmente está “Bogotá despega”, que ayuda a la digitaliza­ción de las empresas, lo cual les permite acceder a más clientes, recibir capacitaci­ones y opciones de financiaci­ón. Aquí ya se han consolidad­o más de 19.700 negocios con venta online, de los cua les el 84 % dispone de herramient­as digitales y pago electrónic­o.

En suma, esta Secretaría ha invertido casi $32.000 millones en temas relacionad­os con la mitigación del virus y reactivaci­ón de la economía, estimando la generación de un retorno superior a los $350.000 millones. 2021 se viene cargado de retos, pues se espera que continúe la senda de recuperaci­ón y la ardua labor de velar por cuidar a las empresas que se han mantenido a flote y de recuperar a aquellas que el COVID-19 logró opacar.

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/ El Espectador El programa “Bogotá a cielo abierto” recibió una inversión de $1.626 millones.
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