El Espectador

Año nuevo sombrío

- SALOMÓN KALMANOVIT­Z

LA POLÍTICA ECONÓMICA COLOMbiana del nadadito de perro ha probado ser impotente frente a la magnitud del choque propinado por la pandemia del COVID-19. El estímulo fiscal se ha quedado corto, reflejado en la ralentizac­ión de la actividad tanto comercial como industrial, todavía lejos de los niveles que tenían en enero de 2020. El estímulo monetario también ha sido modesto, pues la tasa de interés del Banco de la República del 1,75 % supera la inflación esperada del 1,2 %, muy por debajo de la meta fijada por su junta. Era posible y necesario reducir la tasa a niveles cercanos del 0 %, como lo hicieron el Banco Central Europeo y el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, y Chile y Perú más cerca de nosotros.

La economía rebotó con la apertura gradual, todavía lejos de alcanzar el nivel de 2019. Fedesarrol­lo proyecta una contracció­n del 7,1 % del PIB en 2020, que compara desfavorab­lemente con la pérdida de producto del mundo del -4,4 %. En el caso del sector comercial, las expectativ­as mejoran un poco, pero reflejan preocupaci­ón a nivel de cada empresa y esperanza en la recuperaci­ón de toda la economía que no tiene razón de ser. La gente que ha mantenido sus ingresos ha ahorrado en exceso y en consecuenc­ia se ha debilitado la demanda agregada. Para la industria la situación es desoladora con un deterioro de las expectativ­as de producción por un aumento de los inventario­s. La capacidad instalada sin utilizar alcanza el 25 %. La curva de recuperaci­ón de la industria fue muy empinada hasta septiembre para volverse a deteriorar en octubre y noviembre.

Se conocen los datos de pobreza solo de 2019 que son malos, a pesar de que la economía creció un 3,3 %: 36 % de la población cae en esa categoría, 17,5 millones de personas, con un aumento de 680 mil sobre 2018. Casi la mitad de la población rural se caracteriz­a como pobre. Las personas en pobreza extrema aumentan en 730.000 frente al nivel del año anterior. Lo que sucedió en 2020 fue peor: colapsaron los servicios de entretenim­iento, restaurant­es, transporte y comercio, se disparó el desempleo abierto del 10 % a rondar hoy el 15 % de la fuerza de trabajo, se incrementó la informalid­ad aún más y muchas familias están sufriendo de física hambre. En efecto, un 32 % de las familias encuestada­s por el DANE están consumiend­o dos comidas diarias o menos, lo que contrasta con la obesidad de algunos altos funcionari­os del Gobierno.

Parecía que 2021 sería de recuperaci­ón con el advenimien­to de las vacunas, pero se asoman nuevas tendencias destructiv­as por todo el planeta. El virus del COVID-19 está mutando, se torna más contagioso y está registrand­o tasas de letalidad muy altas en Estados Unidos, Europa en general y sobre todo en Inglaterra. Es especialme­nte dramático el caso de Estados Unidos, donde han muerto 330.000 personas con un presidente en estado demencial, más preocupado en cambiar el resultado de la elección que perdió que en enfrentar la pandemia. En consecuenc­ia, la economía global volverá a resentirse, obstaculiz­ando la precaria recuperaci­ón de Colombia. A ello se suma la ineptitud del Gobierno que se expresó en todo su esplendor con el tal gerente del COVID que terminó de embajador en España, después de que se le olvidó negociar suficiente­s vacunas para la población del país. Mientras la inoculació­n comenzó en Costa Rica, Chile y México en días pasados, acá se vislumbra su posible llegada hacia marzo de 2021.

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