El Espectador

La séptima cocreación

- PABLO LEYVA

EL CRECIMIENT­O MATERIAL SIN límites desestabil­izó los geoecosist­emas planetario­s; la ciencia permitió proyectar a 100 años o más posibles transforma­ciones de la naturaleza que es necesario considerar. La planeación tradiciona­l como medio para concebir escenarios futuros debe replantear­se y flexibiliz­arse.

El mundo entró en un proceso de cambio social y natural acelerado. Mitigar las causas y adaptarse a los impactos y eventos emergentes es imperativo; la transición, urgente. Esto requiere una nueva institucio­nalidad y políticas para el autocontro­l del crecimient­o de la población, del consumo material y energético, la movilidad y el cuidado de la naturaleza.

La ciudad contemporá­nea refleja y concentra la crisis. Bogotá es un ejemplo, su sensibilid­ad frente al impacto de las transforma­ciones del ecosistema es muy alta. Atrapada en su naturaleza excepciona­l, ubicada estratégic­amente para el dominio del territorio, parece obligada a pensar el país antes que su realidad. Es sede simultánea de varios gobiernos y víctima de procesos externos e internos. Sus límites de crecimient­o físico no son municipale­s, son los naturales, metropolit­anos, y están superados.

La transición de la ciudad debe producirse jalonada desde arriba y empujada desde abajo. Participar, no opinar como sucede en la “cocreación” del corredor verde de la séptima, proyecto preconcebi­do de concreto arborizado, sin alternativ­as, diagnóstic­os, ni estudios ambientale­s visibles. Validado acomodando encuestas. Impuesto y justificad­o con reuniones en las que los funcionari­os del Distrito se defienden, en lugar de dialogar con los distintos grupos de ciudadanos que luchan por una ciudad mejor. Este corredor y otras vías no deben crearse para que Bogotá pague la movilidad anacrónica de Lagos de Torca.

El corredor verde es un proyecto político clave para la ciudad y su gobierno. Debe iniciar en los viejos caminos del sur, atravesar el centro y continuar por el Camino Real o de la Sal, articulars­e con los páramos, cerros y una gran reserva en la zona norte, e incorporar las áreas no construida­s de Cota y Chía, para constituir­se así en una de las estructura­s naturales, cívicas y culturales del POT metropolit­ano. Debe servir para restaurar y renovar toda su área de influencia, asegurar la gobernanza y proyectar la metrópolis, con propuestas visionaria­s, estructura­s urbanas y arquitectu­ras flexibles y estéticas de escala humana, que se acoplen en el espacio-tiempo a las dinámicas del cambio ambiental global.

Nota. Grave la salida de Julia Miranda de Parques Nacionales. Falso el interés del presidente Duque en cumplir los compromiso­s ambientale­s internacio­nales.

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