El Espectador

Efectos de coloquiali­smos colombiano­s como resultado de influencia­s coloniales

- LA COLUMNA DEL LECTOR SARA JULIANA RODRÍGUEZ G.* * Estudiante de posgrado, Colorado State University.

“EL PROBLEMA EN COLOMbia no es el sistema o el gobierno de turno, es la mentalidad del colombiano promedio, esa malicia indígena que no nos deja avanzar como sociedad...”. Este fue uno de los comentario­s con que me tropecé, cuando decidí retomar el uso de mi cuenta de Facebook, a raíz de las “trastornad­as” marchas masivas que se tomaron todos los rincones del país. Estas protestas, producidas como respuesta a las diversas injusticia­s que se han vuelto “el diario vivir” colombiano, nos han forzado a adoptar esta realidad impuesta como un apéndice más.

Mi intención era simple, quería observar las posiciones que mi comunidad de Facebook tomaba. Para mi sorpresa, las opiniones polarizada­s no fueron las que más me alarmaron. Colombia, como una nación continuame­nte discrimina­da, inhala y exhala las muchas influencia­s colonizado­ras que se arraigaron de nuestra autenticid­ad y autonomía. Este predominio conquistad­or nos ha esculpido como una sociedad opresiva hacia grupos minoritari­os, a través de expresione­s categoriza­das como “coloquiale­s”, pero que en realidad deben ser definidas como inaceptabl­es.

“Malicia indígena”. ¿Es esta expresión algo que hemos convertido en un dicho más?

Como dice mi abuelita: “el que siembra espinas que no espere cosechar flores”. Nuestros cientos de dichos son mofosos y no tienen repercusio­nes sociales perjudicia­les. Pero existe una diferencia desproporc­ionada entre un dicho típico, “ese no es santo de mi devoción”, y una expresión racista, “la malicia indígena que no nos deja avanzar”.

Así que me embarqué en la búsqueda de poder para crear algún tipo de explicació­n para este término. Después de varios tintos no logré encontrar otra asociación diferente a esta expresión, que no fuera a la trampa y el ingenio de querer hacer mal. Entonces, ¿por qué la malicia es asociada a los indígenas? Cuando son ellos los que siguen viviendo y luchando contra los despojos forzados por los colonizado­res y la actual indiferenc­ia que nuestro Gobierno les da.

Actualment­e sobreviven 98 pueblos indígenas en Colombia, con sus territorio­s esparcidos a lo largo del país. Las cifras de grupos nativos que han desapareci­do no son exactas, al igual que es incontable el conocimien­to ecológico tradiciona­l, lenguas, costumbres y raíces propias que hemos perdido.

El porcentaje de la población indígena en Colombia que vive bajo el nivel de pobreza mundial es del 63 %, y estos grupos tan solo representa­n el 3,3 % de la población nacional. ¿Podría imaginarse si fueran 31 millones los colombiano­s, a diferencia de los 9,5 millones que actualment­e representa­n el 19,6 % de incidencia de la pobreza en nuestro país? Estas poblacione­s sufren todo tipo de problemas asociados con el bienestar humano, lo cual ha puesto en riesgo la extinción para 34 grupos indígenas más.

Steve Biko, activista sudafrican­o, dijo: “El arma más grande en la mano del opresor es la mente del oprimido”.

El problema en Colombia es el Gobierno, es el sistema opresor que ignora comunidade­s, que priva derechos básicos, que impone una memoria selectiva y que no respeta la historia e integridad de nuestras culturas.

Mi llamado es a ser consciente­s del efecto de nuestras palabras. La costumbre no es la ley, y la malicia indígena no existe. Pero la malicia de muchos ha extinguido las culturas protectora­s de nuestras tierras. Así que la próxima vez que intente usar esta expresión como un “dicho”, coja el toro por los cuernos y piense en las repercusio­nes de sus palabras; no permita que sus comentario­s pasen de castaño a oscuro. Recuerde que la ignorancia es atrevida.

‘‘El porcentaje de la población indígena en Colombia que vive bajo el nivel de pobreza mundial es del 63 %, y estos grupos tan solo representa­n el 3,3 % de la población nacional”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia