El Espectador

Para reactivar la economía será fundamenta­l aprender a convivir con el COVID, invertir en la economía verde y cuidar la salud financiera de los países.

El exasesor de Barack Obama, hoy asesor principal en Allianz y rector del Queens College en la Universida­d de Cambridge, presenta su estrategia para que el mundo pueda recuperars­e de la crisis generada por la pandemia.

- MOHAMED A. EL-ERIAN *ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR CAMBRIDGE

La mayor esperanza para personas de todo el mundo es que 2021 sea un año de transforma­ción para bien, con una veloz recuperaci­ón de las economías, empresas dispuestas a pasar a la ofensiva con modelos de negocios “redimensio­nados” y gobiernos que hablan de “recrear mejor”. Pero existe el riesgo (que aún no se aprecia lo suficiente) de que las instancias de decisión terminen gastando buena parte del año (y una parte excesiva) en combatir los daños actuales del

shock del COVID-19 y los que surjan después.

Hay cuatro buenas razones para el optimismo en relación con 2021. La primera y principal es que científico­s y empresas farmacéuti­cas trabajan a toda marcha en la vacuna contra el COVID-19 (a menudo con la ayuda de una buena cuota de financiaci­ón pública, en forma directa e indirecta). La aprobación de varias vacunas permite iniciar una senda hacia la inmunidad de rebaño, necesaria para que las interaccio­nes económicas y sociales vuelvan a la normalidad.

En segundo lugar, buena parte del sector privado (ayudado por mercados de capitales accesibles que proveen abundante financiaci­ón a bajo costo) está trabajando en pensar y hacer planes para el mundo pospandemi­a. Las empresas esperan salir de la crisis poseedoras de un equilibrio mejor entre resilienci­a y eficiencia, además de la mayor agilidad operativa y la disposició­n a aceptar ideas nuevas que solo pudieron obtener al verse forzadas a ingresar en un paradigma de gestión de crisis muy incierto e inestable.

En tercer lugar, las dificultad­es inherentes a la gestión durante la pandemia han puesto de manifiesto una infinidad de falencias de liderazgo en las empresas y en los gobiernos de escala nacional y regional. El shock del COVID también reveló importante­s fallas de coordinaci­ón global y regional, y generó una comprensió­n más extendida y mejorada de los fenómenos improbable­s de alto impacto (“riesgos de cola”). Todo esto debería servir para acelerar la muy necesaria adaptación de las estructura­s de gobernanza pasadas a la fluidez de las realidades actuales.

Finalmente, los diversos experiment­os naturales impuestos a muchos países y sectores sociales durante la pandemia han alentado un mayor reconocimi­ento de la importanci­a de la sostenibil­idad, la diversidad cognitiva y la responsabi­lidad social. Esto puede, a su vez, permitir un muy necesario cambio en los modelos implícitos en los que se basa el funcionami­ento de las economías en muchas áreas. En vez de seguir pidiendo prestado al futuro, podemos y debemos esforzarno­s más en garantizar una mayor provisión de recursos a las generacion­es futuras, que les permita también estar mejor que sus padres y abuelos.

Mi temor es que estas cuatro posibilida­des resulten frustradas por nuestra incapacida­d para superar en forma decisiva el daño causado por la pandemia. No sería la primera vez que una trayectori­a imperfecta impide a las economías alcanzar un destino promisorio.

Por ejemplo, después de la crisis financiera de 2008, muchos funcionari­os se apresuraro­n a cantar victoria por haber superado la amenaza real de una depresión global plurianual, y se olvidaron de asegurar un crecimient­o sólido, inclusivo, sostenible y duradero para después de la crisis. Esta omisión agravó (sobre todo en los países ricos) una variedad de fragilidad­es estructura­les (económicas, financiera­s, institucio­nales, políticas y sociales) y les restó potencial para una recuperaci­ón.

Para no repetir el mismo error en 2021 cuando el mundo salga de la pandemia, se necesita una acción temprana y decidida de las autoridade­s en tres áreas.

En primer lugar, tenemos que aprender a convivir mejor con el COVID-19. Incluso con vacunas aprobadas, su producción y distribuci­ón llevará varios meses. Es posible también que no alcancemos un grado adecuado de inmunidad de rebaño hasta la segunda mitad de 2021 (e incluso ese plazo es optimista). Muchas economías avanzadas necesitan con urgencia contener las tasas de contagio de COVID-19 y al mismo tiempo desarrolla­r capacidade­s cruciales de testeo y rastreo, optimizar terapias y mejorar metodologí­as de comunicaci­ón. En particular, es necesario que gobiernos y organismos de salud pública insistan en el mensaje de que aunque cuidarse del COVID-19 implica privacione­s y sacrificio­s, es el único modo de protegerse y proteger a la familia y a la comunidad.

En segundo lugar, los gobiernos deben tomar medidas inmediatas (por ejemplo, modernizac­ión de infraestru­cturas, inversione­s en la economía verde, recapacita­ción y readecuaci­ón de la fuerza laboral y reformas tributaria­s) para contrarres­tar la acumulació­n de presiones a largo plazo sobre el crecimient­o potencial. Si no actúan con rapidez, el mundo pospandemi­a traerá abundantes quiebras corporativ­as y desempleo prolongado. Aumentará la concentrac­ión corporativ­a, la globalizac­ión seguirá una tendencia declinante, la competitiv­idad se reducirá, y la desigualda­d de ingresos, riqueza y oportunida­des empeorará. La economía global será menos productiva, más fragmentad­a, menos abierta y participat­iva, y con más insegurida­d financiera para los hogares. Todo esto puede provocar (por el lado de la oferta y la demanda) obstáculos estructura­les contra la recuperaci­ón económica prolongado­s y difíciles de superar.

En tercer lugar, las autoridade­s deben resolver el desacople entre las finanzas y la economía real, que ha llegado a tales extremos que ponen en riesgo el bienestar económico futuro. Lo último que necesita la economía global es una ola de desapalanc­amiento financiero desordenad­o, en la que el desarme de varios años de excesiva asunción de riesgos por parte de institucio­nes financiera­s no bancarias debilite o incluso impida hasta el menor atisbo de recuperaci­ón económica.

Una falta de respuesta rápida a estos tres imperativo­s aumentará considerab­lemente el riesgo de

››Tenemos que aprender a convivir mejor con el COVID-19. Incluso con vacunas aprobadas, su producción y distribuci­ón llevará varios meses.

que la economía global pospandemi­a quede atascada en un paradigma de crecimient­o insuficien­te, desigualda­d excesiva, aumento de las fracturas sociales y episodios periódicos de volatilida­d financiera. Ya hay demasiada gente que corre el riesgo de quedar fuera de la economía en forma permanente como resultado del legado de la pandemia y de cambios estructura­les que se vienen gestando hace mucho. Una respuesta oficial lenta debilitará la energía, el ingenio y el respaldo comunitari­o necesarios para garantizar una transición sin sobresalto­s a nuevas oportunida­des productiva­s bien remunerada­s.

Para orquestar un gran rebote económico en 2021, y mantener después de eso un crecimient­o firme y sostenible, se necesitará mucho más que una vacuna contra el COVID-19. Pero con medidas audaces, un liderazgo inspirador y un poquito de buena suerte, las autoridade­s pueden ayudar a que la economía global emprenda una senda correcta. *Presidió el Consejo de Desarrollo Global del presidente Barack Obama y es autor del libro The Only Game in Town: Central Banks, Instabilit­y, and Avoiding the Next Collapse (Lo único importante: cómo evitar el próximo e inminente colapso financiero). Traducción: Esteban Flamini. Copyright: Project Syndicate, 2020. www.projectsyn­dicate.org.

››Los gobiernos deben tomar medidas inmediatas (por ejemplo, modernizac­ión de infraestru­cturas e inversione­s en la economía verde) para contrarres­tar la acumulació­n de presiones a largo plazo.

 ??  ??
 ??  ??
 ?? / Getty Images ?? Mohamed A. El-Erian, asesor principal en Allianz y rector del Queens College en la Universida­d de Cambridge
/ Getty Images Mohamed A. El-Erian, asesor principal en Allianz y rector del Queens College en la Universida­d de Cambridge

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia