El Espectador

Adiós al “Rey” de Boston 71

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A los 80 años falleció, ayer en Bogotá, Álvaro Mejía Flórez, el segundo y hasta ahora último latinoamer­icano en ganar la Maratón de Boston (1971) y el primer colombiano en triunfar en la carrera de San Silvestre, Brasil, (1966). Es tan grande su gesta, que más que un sitio en el espacio ocupará un lugar en el tiempo.

Diciembre 31 de 2020, 3:02 p.m. “Cada vez estoy peor. Me encontraro­n más cosas, pero el asunto es muy largo y no quiero hablar de eso”. Con esas palabras, desde su apartament­o en el barrio La Soledad, en Bogotá, Álvaro Mejía Flórez (Medellín 1940-Bogotá 2021) nos respondió a una inquietud sobre su estado de salud. Fue una llamada fugaz, no había mucho para hablar. Los deseos de un buen año quedaron cortados en ese instante.

Hacía por lo menos dos años que libraba una lucha sin cuartel contra un cáncer de próstata que lo obligó a usar pañales, ya que había perdido el control de sus esfínteres. Al principio fue muy duro. Al recibir la noticia su voz recia se tradujo en un hilo, pero con el paso de las semanas y de una mejoría breve se reanimó al punto de salir a hacer cortas caminatas en los alrededore­s de su residencia. Antes de enfermarse comentó que cuando salía a correr 10 kilómetros diarios lo hacía despacio, porque a sus 80 años las piernas ya no le funcionaba­n. “Me da risa, cuando salgo a trotar me pasan señoras embarazada­s y hasta niños de cuatro años. Y pensar que fui el ganador de la Maratón de Boston 1971”.

Era el mediodía del 19 de abril de 1971. El inclemente sol calentaba cada rincón de la ciudad y, mucho más, a los 877 corredores que ese lunes buscaron pasar a la historia en la mítica prueba. Nada fácil fue llegar a la meta. Con el número 49 pegado a su franela, Mejía terminó con sus pies llenos de ampollas y en la mitad de la carrera pensó en abandonar por el intenso dolor, pero pudieron más su coraje y su hambre de triunfo, y un cabeza a cabeza con el irlandés Pat McMahon (cuarto en la edición anterior y candidato al título en 1971), se resolvió en los últimos 140 metros a favor del colombiano, que con tiempo de 2:18.45 derrotó por apenas cinco segundos a su encarnizad­o rival -una diferencia que hasta 1978 se mantuvo como la más estrecha de esa carrera- y se convirtió en el segundo y, hasta ahora, el último latinoamer­icano en cruzar victorioso la meta, después de Mateo Flores (Guatemala), ganador en 1952.

En 1970 Mejía trabajaba como obrero en una fábrica de metales y cinco meses antes de correr en Boston se quedó sin empleo. Con poco dinero en sus bolsillos se costeó el hotel y la noche previa a la carrera solo pudo comer una pizza con dos cervezas. El pasaje del bus que lo trasladó a la zona de la carrera costó un dólar, que fue pagado por el club de atletismo West Valley, al que estaba vinculado.

Al cruzar la raya de sentencia en Boston, Mejía dio de qué hablar, no solo por su victoria, sino por el desaire que tuvo con la máxima autoridad de la ciudad, lo que le generó antipatías.

-“El alcalde desea saludarlo”, le dijeron. -“Quién ganó la maratón, ¿él o yo? Si quiere saludarme, que venga”, respondió. A raíz del incidente, Mejía no asistió a la premiación.

Ese año terminó tercero en los 10.000 metros de los Juegos Panamerica­nos de Cali y fue cuarto en maratón, pruebas ganadas por Frank Shorter, quien al año siguiente fue campeón olímpico en maratón.

Mejía fue el primer colombiano en triunfar en la carrera de San Silvestre, Brasil (1966), y el único atleta en imponerse en los 1.500, 5.000 y 10.000 metros en una misma edición en la historia de los Juegos Centroamer­icanos y de los Juegos Bolivarian­os.

“La vida es movimiento”, decía este coloso del atletismo que, para no quedarse quieto, hacía dos horas diarias de bicicleta estática hasta que su humanidad se lo permitió. Y a la 1:15 de la tarde, de este martes 12 de enero, el cuerpo de Álvaro Mejía Flórez se ha movido a otro espacio y ha conmociona­do los estados de ánimo del mundo del atletismo colombiano y de América. Fue y es tan grande este hombre, que más que un lugar en el espacio siempre ocupará un lugar en el tiempo.

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/ Archivo El Espectador Álvaro Mejía es el único atleta en dominar los 1.500, 5.000 y 10.000 metros en una misma edición en la historia de los Juegos Centroamer­icanos y de los Bolivarian­os.
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