El Espectador

Crisis climática y compromiso­s del país con la ONU

- JUAN PABLO RUIZ SOTO

COLOMBIA FORMALIZÓ ANTE NAciones Unidas lo que el presidente Duque había anunciado el 12 de diciembre de 2020. El compromiso de reducción del 51 % en las emisiones de gases efecto invernader­o (GEI) a 2030 es algo ajeno, de “otro planeta”, para la mayoría de los colombiano­s. Según muchos de quienes se interesan en el cambio climático, parece una cifra desconcert­ante, sacada del cubilete del presidente, sin sentido ni contenido. La realidad es distinta, pues el anuncio de Duque tiene un documento que lo respalda y es un compromiso internacio­nal que nos vincula a todos.

El informe “Actualizac­ión de la Contribuci­ón Determinad­a a Nivel Nacional de Colombia” (NDC por su sigla en inglés) está muy bien elaborado y contiene más de 60 medidas necesarias de adaptación y mitigación en la lucha contra el cambio climático, pero es flojo e impreciso en presupuest­o y fuentes de financiaci­ón. Se puede consultar en la página de Naciones Unidas.

Este documento incorpora compromiso­s para la disminució­n en la emisión de GEI, una estrategia nacional de adaptación al cambio climático y mecanismos para un desarrollo bajo en carbono y resiliente frente al cambio climático. También se compromete a gestionar una reactivaci­ón económica pospandemi­a que aporte al cumplimien­to de la NDC. Significa un fuerte y costoso ajuste para muchos sectores productivo­s y fue aprobado por la Comisión Intersecto­rial de Cambio Climático, conformada por el DNP y siete ministerio­s: Ambiente, Hacienda, Interior, Agricultur­a, Minas y Energía, Transporte y Relaciones Exteriores.

El compromiso, bastante completo en las obligacion­es que se contraen, tiene tres deficienci­as que hay que superar: 1) No presenta los requerimie­ntos técnicos y financiero­s de la institucio­nalidad ambiental y sectorial necesarios para alcanzar la meta. 2) No incluye acuerdos con los sectores que deben transforma­rse. 3) La estimación de costos y fuentes de financiaci­ón es incipiente.

Cumplir el objetivo exige profundos ajustes en planificac­ión económica, social y ambiental, generación y transferen­cia de conocimien­to y tecnología­s, y asignación de recursos financiero­s. Esto requiere una institucio­nalidad ambiental transversa­l y de mayor jerarquía, y demanda reestructu­rar el DNP, ministerio­s y las CAR para que la sostenibil­idad y el cambio climático sean el eje de las propuestas en los planes de desarrollo de los próximos gobiernos. Es urgente establecer acuerdos con los gremios y sectores productivo­s que incluyan acciones concretas, con fechas y financiaci­ón para la reconversi­ón productiva. Como ejemplo, en el sector agropecuar­io, para transforma­r el 20 % de la ganadería a sistemas silvopasto­riles y el 50 % de los cultivos de café sin árboles a café con sombra, se requieren cientos de millones de dólares, convencimi­ento, compromiso y gestión de un amplio número de productore­s.

Respecto a los costos y fuentes de financiaci­ón, el documento dice que están en proceso de cuantifica­ción e identifica­ción. En el primer semestre del 2021 el Gobierno debe presentar esta informació­n.

Gobierno, empresario­s y sociedad civil debemos compromete­rnos con la reducción de emisiones GEI. La financiaci­ón es indispensa­ble para avanzar en el propósito, apoyar las acciones y alcanzar un resultado por el que todos, sin distinción de partido o ideología política, debemos trabajar. Si no hay financiaci­ón, quedaremos como un país ilustrado que genera buenos documentos y hace promesas oportunas pero imposibles de cumplir. La NDC sería un saludo a la bandera.

Edgardo Marbello-Santrich.

Envíe sus cartas a lector@elespectad­or.com

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia