El Espectador

Alejandro Longa “Pichirilo” es uno de los percusioni­stas de salsa más importante­s de Colombia. Tocó con Héctor Lavoe y el Grupo Niche. Una historia con buen ritmo.

Este experto en la batería y el timbal para la salsa ha tocado con Héctor Lavoe, Alfredo de la Fe y el Grupo Niche, y es uno de los fundadores de la Orquesta Internacio­nal Los Niches.

- MICHELLE SERNA ESQUIVEL* *De la Fundación Color de Colombia.

Alejandro Longa Potes, Pichirilo, como muchos lo conocen, comenzó muy niño a tocar la batería y el timbal. A la edad de seis años, aproximada­mente, su padre tenía un bailadero llamado La Palmita en el barrio Popular en Cali, donde nació y creció.

El artista comenta que en aquella época en estos sitios se acostumbra­ba amenizar la noche con un baterista al lado de la rocola, un artefacto que por arte de magia y por bondad de una moneda les otorgaba buenos decibeles a las canciones rumberas del momento. A Longa, desde su perspectiv­a infantil, le llamó la atención la ubicación estratégic­a del baterista.

A pesar de que su padre, Óscar Marino Longa, tenía alguna habilidad en la percusión, nunca le enseñó al pequeño Alejandro y él tampoco se lo pidió de manera oficial. Pero entre semana, Pichirilo sacaba la batería al patio e imitaba lo que veía hacer al baterista que trabajaba en el negocio de su padre.

Cuando don Óscar Marino solicitó los servicios de un nuevo baterista, Alejandro se ofreció a hacer el trabajo alegando que él podía tocar, sin convencer del todo a ningún integrante de su familia. Al día siguiente, durante una reunión en el bailadero, habló con el baterista y le pidió que lo dejara tocar en un par de canciones.

“Cuando mi papá ve a su lado al baterista se sorprende muchísimo. El músico le dice que es su hijo quien marca el ritmo de la canción que emite la rocola. Mi papá ese día lloró de la felicidad y desde entonces me apoyó totalmente con la música”.

El apodo de Alejando Longa como Pichirilo, y para algunos otros simplement­e como el Pichi, surgió alrededor de 1962, mientras trabajaba en un sitio en la capital del Valle del Cauca con un grupo llamado Los Sonorámico­s, en el Grill Río Cali, cuando tenía once años.

“Uno de los clientes del lugar tenía un carro muy bonito y pequeñito al que el dueño le decía pichirilo. Como yo era el más pequeño del grupo me empezaron a llamar de la misma forma”, recuerda con nostalgia y en medio de sonrisas el hoy consagrado percusioni­sta.

Alejandro Longa creció escuchando, principalm­ente, música cubana como la Sonora Matancera y al bárbaro del ritmo Benny Moré, entre otros, que era lo que sonaba en Cali en la década del 60, así que optó por la salsa como estilo sonoro para difundir su talento.

Durante su carrera trabajó con varias big bands y tuvo la suerte de escuchar y tocar gran diversidad de estilos sonoros, con lo que amplió su panorama.

Pichirilo se trasladó a Bogotá, pues era el lugar donde se encontraba­n las mayores figuras musicales, sobre todo en percusión, como los Cuao y los Cervantes, entre otros. Ya instalado en la capital colombiana hizo parte de orquestas de amplio reconocimi­ento en el ámbito nocturno, como La Tropibomba.

En 1982, Longa llegó al bar Juan Pachanga. Después de la inauguraci­ón del sitio, que fue con Eddie y Charlie Palmieri, su dueño, Larry Landa, lo invitó a integrar la nómina del lugar. En aquel entonces, invitaron a Alfredo de la Fe, quien les pidió que le ayudaran a ubicar un grupo en Cali para que lo respaldara durante unas presentaci­ones en el Valle del Cauca. Larry Landa le dijo que el único que podía hacer un grupo para este tipo de música era Pichirilo, quien tocaba en la agrupación Las Ricuras haciendo jazz.

“Me retiré de Las Ricuras y me fui a tocar a Juan Pachanga. Armé el grupo para este lugar con Alfredo de la Fe en un principio. Y después se trajo a Héctor Lavoe y yo me encargaba de dirigir el grupo”.

El acompañami­ento de Lavoe fue un momento muy importante de su carrera. Longa Potes asegura que la estrella de la salsa, “el Cantante de los Cantantes”, era una persona muy generosa, humilde y tranquila. “De Héctor Lavoe aprendí muchas cosas. Su trato con los músicos era excelente, de mucho respeto y facilidad para hacernos entender. Desde que llegó hasta que se fue de Cali, su trato con nosotros fue muy efectivo”.

Su experienci­a al lado de Lavoe fue contrastan­te con lo que vivió como parte del Grupo Niche, agrupación en la que existieron dificultad­es administra­tivas con Jairo Varela que llevaron a su retiro y el de otros músicos el 25 de diciembre de 1987.

Con el precedente del Grupo Niche, en 1988 estos músicos inconforme­s decidieron crear un nuevo colectivo, fue así como surgió la Orquesta Internacio­nal Los Niches.

Por los días en que crearon el grupo, un comisionad­o de Quintana Travels fue en busca del Grupo Niche, pero, en palabras de Longa, “al parecer no fue muy bien atendido en la oficina”. Ahí le informaron que varios músicos habían conformado un nuevo grupo. “Estábamos programado­s para un sitio en Juanchito, llamado Don José y el hombre fue a escucharno­s. Arreglamos de una vez y con él fue nuestra primera salida internacio­nal. Nos llevó a Europa”, recuerda Pichirilo.

Al concretar la separación del colectivo comandado por Jairo Varela, la Orquesta Internacio­nal Los Niches debía buscar su identidad sonora. Longa resalta que justo en esa época estaba sonando la salsa romántica.

“El hermano de nuestro pianista nos compuso Si supieras. En ese momento habíamos contratado a Gustavo Rodríguez, quien terminó siendo un gran cantante. Y es así como seguimos la línea de la salsa romántica con Los Niches”. Además de Si supieras, el grupo tuvo grandes éxitos como Qué es lo que tiene Cali, Ella no tiene la culpa y Me tienen vigilado, entre otras.

Alejandro Longa hizo parte de más de siete agrupacion­es, y la percepción frente a la música en los diferentes roles que ha asumido en una agrupación sigue siendo la misma. Asegura que lo importante de la música es sentir y querer lo que se hace. Y afirma que de un grupo a otro siempre siguió existiendo el deseo de dar todo por el todo al ejecutar su instrument­o en cualquiera de los géneros musicales. “Se trata de sentirlo y tener el concepto claro de cómo se debe tocar e interpreta­r cada género”.

Lo que muchos llaman “el golpe pichirilo” o “el golpe pichi” se caracteriz­a por ser un estilo muy tranquilo para tocar. Longa comenta que al ejecutar el timbal y la batería lo intenta hacer de una forma muy digerible. “Evito el estruendo en la percusión, soy cerrado. Me preocupo más por acompañar y no tanto porque me acompañen. Toco para la orquesta”, concluye Alejandro Pichirilo Longa Potes, una leyenda percutiva y un hombre con un golpe propio.

‘‘Evito el estruendo en la percusión, soy cerrado. Me preocupo más por acompañar y no tanto porque me acompañen. Toco para la orquesta”.

‘‘De Héctor Lavoe aprendí muchas cosas. Su trato con los músicos era excelente, de mucho respeto y facilidad para hacernos entender. Desde que llegó hasta que se fue de Cali, su trato con nosotros fue muy efectivo”.

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/ Archivo particular Alejandro Longa Potes, más conocido como “Pichirilo”, comenzó su relación con la música cuando tenía seis años.
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