El Espectador

“Es una fantasía, es ‘fake news’”

Así respondió el historiado­r a la columna de Alberto Donadio que responsabi­liza al expresiden­te del genocidio contra la UP.

- JUAN SEBASTIÁN LOMBO jlombo@elespectad­or.com @JuanLombo

¿Qué opina de la investigac­ión de Alberto Donadio que vincula al expresiden­te Barco con el genocidio de la UP?

Es una fantasía. Tengo muchas razones para pensar que es así. No me parece buen periodismo publicar una columna con un tema tan grave basado en evidencia tan tenue: un solo informante anónimo. Uno piensa que eso no está a la altura de un periodismo responsabl­e. Además, hay mucha evidencia en contra de lo que Donadio asevera.

Durante toda su investigac­ión biográfica, ¿le dieron alguna informació­n que sugiriera lo que señaló Donadio en su columna?

No, nunca hubo una evidencia que apoye esa tesis y en cambio hubo mucha evidencia en contra. Lo puedo resumir brevemente en que yo indagué en dos archivos: el de Virgilio Barco y el de César Gaviria, como ministro de Gobierno. Ahí uno encuentra que Barco tuvo unas políticas de paz muy claras. Él nombró gente muy capaz para esos temas, como lo fueron Rafael Pardo, Jesús Bejarano y todo un equipo de lujo. Además, con la política de paz que heredó del gobierno de Belisario Betancur, puso orden en la casa, bajo el lema de “Pulso firme, mano tendida”. Otra cosa que dejan ver los archivos de Barco y Gaviria es que tuvieron mucho afán por averiguar qué estaba pasando. Hubo un esfuerzo muy grande para saber quiénes eran los responsabl­es.

De acuerdo con su investigac­ión, ¿cuál fue el papel que jugaron Virgilio Barco y su gobierno ante la UP?

Entre sus políticas, precisamen­te con la UP, Barco miró el mapa electoral y ordenó a los gobernador­es poner alcaldes de este partido en los municipios donde habían tenido mayoría. Sería ilógico que por un lado hiciera esto y por el otro conspirara con Rafi Eitan para su exterminio. Es inverosími­l. Además del nombramien­to de alcaldes, también estuvo el reconocimi­ento de la Central Unitaria de Trabajador­es (CUT) y el nombramien­to de Horacio Serpa como encargado especial de la seguridad de la UP. Barco también buscó aclarar quiénes estaban matando a la UP. Pero hay que tener claro que para ese momento la Unión Patriótica era un imposible en las circunstan­cias de la coyuntura de Colombia. Ellos era un brazo político de una guerrilla armada y activa. Obviamente, los enemigos de las Farc iban a cobrar en el cuerpo de la UP lo que no pudieron con los guerriller­os. Es una lógica terrible, pero es una lógica. Barco era consiente de eso y en sus notas personales él lo dice, tanto que después le pide al partido que se desmarque de las Farc. Y así lo hacen con Bernardo Jaramillo.

En su investigac­ión, ¿algún momento salió el nombre de Rafi Eitan y su supuesta relación con el gobierno Barco? ¿Era posible que esta relación se manejara por fuera del radar de la oficialida­d y los medios?

En Colombia no es un país donde haya muchos secretos; hay mucha oscuridad, pero eso no es lo mismo. Eso de que hubo una reunión secreta donde todo se arregló con el israelí es ilógico. Como si los colombiano­s no tuvieran plena capacidad de matarse entre ellos sin ayuda extranjera. Yo no he encontrado nada de Rafi Eitan en el archivo presidenci­al, aunque hay que decir que un archivo presidenci­al es muy grande.

Sentencias dan a entender que hubo participac­ión de agentes del Estado

en el genocidio de la UP. Según los datos recabados, ¿hubo conocimien­to de Virgilio Barco de estos hechos?

Hubo un grado de connivenci­a de los militares y de la Policía; pero es fantasioso decir que eso obedeció a un plan maestro planeado por el presidente. Yo tengo una buena opinión de las Fuerzas Armadas colombiana­s, pero eso no implica que no hubo complicida­d de algunos oficiales y unidades. Yo sí creo que Barco sospechaba que algunas estaban involucrad­as, lo que pasa es que hay límites en las circunstan­cias de lo que podía hacer el presidente. La gente cuestiona por qué no se cambió la cúpula o se destituyó a los responsabl­es, pero no saben que la libertad para escoger la cúpula es limitada. Además, se pensaba que denunciar oficiales era una táctica de la UP y de las Farc, y se cuestionab­an hasta qué grado era prudente seguir las denuncias con destitucio­nes. Eso era un tema delicado.

En el gobierno Barco fue el inicio y

auge de algunas agrupacion­es paramilita­res, que al final fueron los principale­s señalados del genocidio de la UP. ¿Cuáles fueron las acciones del presidente en su contra?

Barco quitó la legalidad de las Autodefens­as, que eso venía desde los años 60. Aunque hay que recordar que el fenómeno no fue tan estudiado y debatido en su época. Fue esta administra­ción la que comenzó a averiguar sobre estos grupos y se dieron los primeros informes del número de organizaci­ones paramilita­res que había en el país. Eso fue una sorpresa muy grande.

¿Qué tan cierto es que el gobierno Barco fue en cuerpo ajeno, dada la enfermedad que lo aquejaba?

Francament­e, ese es uno de los mitos de ese gobierno. No es totalmente falso, pero es un tema que abordo con mucho cuidado en mi libro. Barco reconoció que no estaba en sus mejores condicione­s. No era el hombre enérgico del tiempo de su alcaldía, pero no es cierta la idea de que estaba sufriendo de alzhéimer hasta el grado de hacerlo incapaz de mandar. Es cierto que sufrió de alzhéimer al final de su vida, y eso no aparece de la noche a la mañana. Pero es un cuento de sus detractore­s que él era una persona patética e incapaz. Barco mandó hasta el fin de su presidenci­a.

Más allá de su enfermedad, el azote del narcotráfi­co y la oleada de violencia de distintos actores, ¿cuál es el legado de Virgilio Barco?

El logro más importante que hizo lo resumió Gustavo Vasco —que era muy amigo de Barco—, y es que mantuvo la integridad y la independen­cia del Gobierno frente al narcotráfi­co. Él es el ejemplo de un presidente que no cedió, es un ejemplo moral. Hubo mucha gente que pidió que se hiciera un pacto con el narcotráfi­co y Pablo Escobar, y él no estuvo dispuesto; pero sí estuvo dispuesto fue a hacer la paz con la guerrilla y tuvo éxito con el M-19 y otros grupos pequeños. No tuvo éxito con las Farc o los elenos, pero siempre trató. Además, hay que destacarle que unificó al Partido Liberal y dejó al presidente César Gaviria como continuist­a de su obra. Insisto en que es muy nefasto que el país piense que todo el mundo es un villano o un idiota. Eso está mal y por eso me parece que el artículo de Donadio es una irresponsa­bilidad. Es fake news.

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/ AP Virgilio Barco gobernó a Colombia entre 1986 y 1990.
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