El Espectador

“A mucha gente no le gusta que los periodista­s denuncien”

En entrevista, el periodista Gustavo Castro Caycedo habla sobre su reciente libro “Por qué me quedé en Colombia” y expone sus reflexione­s sobre el periodismo contemporá­neo y la pandemia en el país.

- MARÍA PAULA LIZARAZO mlizarazo@elespectad­or.com

Cuando Gustavo Castro Caycedo tenía 17 años creó una revista. Su pueblo estaba en época de festivales y Estela Márquez, Miss Belleza Internacio­nal, era una de las invitadas. En honor a ella, se propuso escribir la revista. Dice que desde ese año no ha parado de ser periodista, aunque, añade, es periodista porque su mamá le enseñó a leer desde muy niño: “Para ser periodista basta con haber leído y haber leído con atención”.

Durante 47 años coleccionó más de 600 quijotes.

El tiempo de la pandemia le ha servido para concentrar­se en escribir. Pasa horas al día escribiend­o y “se me pasa el día y me falta tiempo. [En la pandemia] he logrado hacer una selección de los que verdaderam­ente eran amigos míos. Y he encontrado dos amigos nuevos que se convirtier­on en amigos del alma. Lo único negativo es tener a mis hijos lejos y a mi nieta, pero por fortuna existe WhatsApp”.

Tras una preselecci­ón de 200 candidatos, Por qué me quedé en Colombia reúne los perfiles de Flavia Dos Santos, Florence Thomas, Germán Tessarolo, el gran rabino Alfredo Goldschmid­t, Helen Fares de Libbos, Javier de Nicoló, Jean

Claude Bessudo, José Alejandro García Rosquete, Julio César Luna, Kristina Lilley, Kyong-Duk-Lee, Martha Senn, Óscar Sevilla, Rachid Maluf Namour, Salud Hernández Mora y Salvo Basile.

¿Qué conclusion­es le dejó el libro, a través de los personajes selecciona­dos, sobre Colombia?

A pesar de las dificultad­es de algunos de ellos para adaptarse a Colombia, las costumbres, el idioma, las comidas, hay un factor común en todos: aman a Colombia más de lo que la amamos los colombiano­s. Ellos son un ejemplo que nos indica que tenemos que aprender a querer al país. Muchos colombiano­s solo tienen palabras de rencor y condena para Colombia y Colombia

no es culpable de nada. Dentro de sus 48 millones de habitantes, digamos que hay quinientos mil o un millón de malos colombiano­s. Colombia es un país de gente buena, de gente emprendedo­ra, de gente luchadora, con unos dirigentes corruptos, que pasan por encima de los intereses generales sus intereses particular­es y ahí viene el daño que se le hace al país. Colombia es un país demasiado rico: es lo que dicen los extranjero­s que aman su cultura, su música, su comida y la forma de ser de los colombiano­s, su capacidad de cariño y de ser entrañable­s.

¿Qué implicó para el libro la diversidad de personajes que incluso tienen algunas posturas, como Florence Thomas y Salud Hernández?

Eso lo hice a propósito, lo de tener distintas miradas. Son personas valiosas de todas maneras, cada una en lo suyo, cada una con su punto de vista sobre los aspectos de la vida, de la política, cada una con sus conceptos y criterios, que son respetable­s.

¿Cómo surgió la idea del libro y cómo fue el proceso de investigac­ión y escritura?

Yo hice un libro que se llamaba Lo mejor de Colombia. Ese libro lo lanzamos en Nueva York, en el Lincoln Center. Fueron gringos amigos de colombiano­s y esa noche yo escuché los mejores comentario­s del país, más que de los colombiano­s, de los gringos que estaban con los colombiano­s. Y ahí me surgió la idea. Investigué el tema de las migracione­s, de la historia que viene desde la Conquista hasta las grandes migracione­s de la Segunda Guerra Mundial de ciudadanos europeos, y comencé a buscar personajes que vivieran en Colombia y que me contaran por qué se quedaron en Colombia.

¿Qué es lo más complejo de hacer periodismo en Colombia?

Hay tres factores que son críticos. El primero, es el peligro en que están los periodista­s, especialme­nte en provincia, porque a mucha gente no le gusta que los periodista­s denuncien y cuenten, y eso lógicament­e hiere la vanidad de los políticos, de los gamonales, de quienes manejan el país. La independen­cia tiende a ser violentada por muchas presiones. La segunda, una competenci­a que le ha llegado al periodismo, cuando ha sido mal manejado: los rumores y las fake news que parten de las redes sociales, eso le ha hecho daño al periodismo. La tercera dificultad es la inmediatez que hay hoy para hacer las cosas; cuando yo comencé en periodismo, uno tenía tiempo de elaborar, investigar, seguir una noticia, hacer una crónica. Hoy en día es muy difícil, la presión de las noticias es tan rápida que muchas veces no hay mucho tiempo para investigar y elaborar.

Es decir, ¿las redes sociales son un declive para el periodismo?

Las redes sociales no son neutras: o son para bien o son para mal… El comienzo de la revolución de las redes sociales con la primavera árabe; después vienen ejemplos como el triunfo de Trump; el intento de independen­cia de los catalanes; después viene el brexit en Inglaterra. Y en Colombia ha habido varias cosas: los movimiento­s sociales indígenas del sur de

››Investigué el tema de las migracione­s, de la historia que viene desde la Conquista hasta las grandes migracione­s de la Segunda Guerra Mundial de ciudadanos europeos, y comencé a buscar personajes que vivieran en Colombia y que me contaran por qué se quedaron en Colombia.

Colombia han sido fruto de redes sociales, y se ha llegado al punto que para asaltar buses se ponen de acuerdo por redes sociales; pero también hay movimiento­s y en favor, por ejemplo, de las personas que son víctimas de las tragedias. Depende cómo se utilicen, pero el poder es innegable. Lo que sucedió el año pasado de las grandes marchas también sucedió en redes sociales. Es un poder muy grande que bien manejado puede ser de un gran beneficio para una nación, pero mal manejado es peligroso.

¿Qué autores lo han marcado significat­ivamente?

Cervantes.

¿Cómo analiza lo que va de la pandemia en Colombia?

Es muy triste ver lo que está sucediendo. Ese millón de colombiano­s de los que hablo, son los que están saliendo a hacer fiestas simplement­e por demostrar que no les importa el coronaviru­s. Uno debería entender que lo que debió haber pasado en el país, como ciudadanos, es que entendiera­n que hay una responsabi­lidad porque de ellos depende la vida de los demás. Pero aparte de la indiscipli­na social de muchos por mal comportami­ento, hay una indiscipli­na debida a las necesidade­s sociales, la de la gente que no tiene cómo vivir, que si no hace algo para el rebusque su familia se muere de hambre. Ellos son parte de esa indiscipli­na porque no tienen una alternativ­a: se mueren de hambre o se mueren de coronaviru­s.

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/El Espectador Gustavo Castro Caycedo es autor de 37 libros. La trayectori­a del periodista incluye varios medios de comunicaci­ón, desde salas de redacción hasta noticieros.
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