El Espectador

¿Quién se beneficia con el temor de Moreno?

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LAS INSTITUCIO­NES COLOMBIANA­S dicen estar comprometi­das con la lucha anticorrup­ción y, aun así, no parecen capaces de ahondar en los casos más emblemátic­os que hemos podido conocer. Lo que está ocurriendo con el exfiscal anticorrup­ción Luis Gustavo Moreno es prueba de esto. Desde que regresó al país a cumplir la condena por su participac­ión en el llamado cartel de la toga, se le han incumplido las promesas creadas para proteger su vida y obtener su colaboraci­ón en tantos procesos que están estancados. Cuando podría convertirs­e en un testigo estrella y clave para desarticul­ar redes corruptas que llegan hasta los más altos niveles del Estado colombiano, el desdén de las autoridade­s prende las alarmas. ¿Por qué no desean aprovechar que contamos con una fuente idónea para entender qué ocurrió durante varios años en Colombia?

En entrevista con El Espectador el pasado domingo, desde La Modelo, Moreno dio declaracio­nes preocupant­es. Cuando le preguntamo­s si faltaban nombres de implicados por conocerse, fue contundent­e: “Sin duda, sin duda. Estuvimos mucho tiempo y ellos estuvieron mucho tiempo en el poder, la gente sabía qué hacíamos, la forma en que se podía beneficiar y lo que tenían que pagar, sin duda”.

Viendo el panorama de los procesos abiertos por el cartel de la toga, tiene sentido la declaració­n de Moreno. En uno de los principale­s escándalos de corrupción que ha visto el país, los condenados han sido pocos, el exmagistra­do Leonidas Bustos desapareci­ó en Canadá y queda la sensación de que hay mucho aún por conocer. El involucram­iento de senadores y magistrado­s de alto nivel también puede explicar por qué los líderes políticos, pese a sus discursos rimbombant­es anticorrup­ción, no han insistido en que las investigac­iones lleguen al fondo verdadero del asunto. Una vez más, pretenden que Colombia se conforme con el discurso de que se trata de unas “manzanas podridas”.

A Moreno, en el marco de sus negociacio­nes con la justicia, se le ofreció un espacio de reclusión donde pudieran garantizar­le seguridad. Tiene sentido: contra él no solo están los poderosos que no tienen intención de ver sus nombres involucrad­os en las investigac­iones anticorrup­ción, sino que se suman todos los prisionero­s que tienen resentimie­ntos contra un miembro de la Fiscalía. No se trata de darle un trato preferenci­al a un criminal confeso que le hizo mucho daño al país, sino de entender que él tiene la clave para encontrar a otros responsabl­es. Que le hayan cambiado el acuerdo para recluirlo en La Modelo, además, despierta innecesari­as sospechas. El Ministerio de Justicia debería intervenir.

“No tengo garantías para seguir delatando a los que fueron mis amigos y hoy son mis enemigos”, le dijo Moreno a El Espectador. ¿A quién le conviene que un testigo sea silenciado? ¿Por qué, además, la justicia ha sido lenta con varios casos del cartel de la toga? Esas preguntas quedan en el aire mientras los colombiano­s piden una y otra vez que no haya impunidad frente a la corrupción.

‘‘¿A quién le conviene que un testigo como Luis Gustavo Moreno sea silenciado? ¿Por qué, además, la justicia ha sido lenta con varios casos del cartel de la toga?”.

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